EL MUSEO IMAGINARIO

La Nau Bostik, donde late la cultura

El traductor, pintor y poeta Jaume Muñoz ha encontrado en este espacio de la Sagrera un reflejo de la ciudad en la que quiere vivir

Jaume Muñoz

Jaume Muñoz / periodico

Imma Muñoz

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Hace un alto en la preparación del estreno de su nuevo espectáculo poético –'¿Qué comerán las tortugas?', junto a la música Marina Tomàs– para llevarnos a un lugar que, explica, refleja muy bien la ciudad en la que quiere vivir. Va impoluto y con chupa de cuero, pero podría ir perfectamente con camisa estampada de lamparones de colores: Jaume Muñoz (Barcelona, 1977), además de traductor y poeta, es pintor. Algo que quizá quienes le hayan visto recitar en los 'slams' de poesía a los que es asiduo (fue finalista del último Literary Combat organizado por Cronopios en el Jove Espai La Fontana) podrían haber intuido: sus versos tienen tanta potencia visual como lo que vuelca en el lienzo.

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La Nau Bostik, el lugar que conservaría en nuestro peculiar museo de Barcelona, es el entorno perfecto para su creatividad. Aún no ha expuesto en ella («me gustaría hacerlo», dice), pero en sus paredes sí que persiste el eco de sus versos. «He recitado aquí. Me encanta este lugar porque estaba abandonado, Xavier Basiana lo recuperó y lo ha puesto al servicio de la cultura», explica. El espacio es espectacular, pero no lo es menos el trabajo que se lleva a cabo en él para dar oportunidades a artistas de diversas disciplinas y para fortalecer el tejido asociativo del distrito que lo acoge: Sant Andreu

Aquí vive y trabaja Muñoz, que adora su «barrio adoptivo». «Hay un montón de sitios que podría incluir en el museo: el Cafè Colombia, el Versalles, la biblioteca Can Fabra, las plazas Mercadal y Masadas...». Vamos, que podría vivir sin salir de él más que para ir a recitar donde le reclamen. Porque vende los cuadros a golpe de clic. «Tuve la suerte de entrar en la galería virtual Saatchiart.com, que llega a todo el mundo. Hay cuadros míos sobre todo en Estados Unidos y Francia. Aquí, apenas alguno: el mercado del arte está muerto». La poesía, en cambio, late con fuerza. «Gracias a lugares como Cronopios y Horiginal, entre otros, hay un panorama rico y muy vivo», dice. Para encontrarlo, podéis seguir sus pisadas de colores.