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Aeroteca: vuela sin salir de Barcelona

El producto más llamativo de esta tienda dedicada a la aviación es el simulador de vuelo

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Abel Cobos

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Los asientos se mueven con fuerza: no son turbulencias, estás cayendo. Te agarras al volante, sudando más que Ted Striker en 'Aterriza como puedas'. "¡Ya avisé de que no sabía pilotar!", gritas. El suelo cada vez está más cerca, prevés una caída más épica que la de Edgar. "Fue un mal día para dejar de fumar", te repites como mantra. Cierras los ojos mientras todo se llena de llamas y explota el avión. Se abren las puertas de la cabina. "Una pena, todos han muerto", te dice tu instructor. Por suerte, estás en una de las simulaciones de vuelo de la Aeroteca

Esta tienda lleva tres décadas dejando por las nubes el barrio de Gràcia. Dedicada a la aviación, vende libros, maquetas, camisetas y todo tipo de atrezo aeronáutico. Pero su producto más llamativo son los simuladores de vuelo, una experiencia casi única porque la Aeroteca es "uno de los pocos sitios en el mundo donde vivirla", asegura Jordi, el propietario. 

Suena un pitido. Toca ponerse los cinturones. "Permiso para despegue", dicen a través de la radio de uno de los simuladores. Xavier empieza a tocar botones, va a volar de las Baleares a Valencia. Está pilotando un Boeing 737, "el de Ryanair". Hay diez butacas, extintores y hasta un carrito de cáterin. Solo te das cuenta de que estás en una simulación porque puedes estirar las piernas estando sentado. 

"Es una recreación total –explica Xavier–. Me sirve para refrescar los conocimientos". Se sacó el título de pilotaje y ahora quiere volver al ruedo. Como en los simuladores puedes seleccionar rutas, climatología e incidencias concretas, muchos profesionales los utilizan para practicar en todo tipo de ambientes antes de acceder a un puesto. Es una autoescuela de altos vuelos. 

Pero la Aeroteca no solo es para profesionales: también hay lugar para aficionados y 'gamers'. Jan, de 11 años, vuela entre dos islas caribeñas. "San Martín y San Bartolomé", explica Jordi mientras le da instrucciones a través de un 'walkie talkie'. "Ahora estamos en el Caribe, pero puedes volar por todo el globo sin salir de Barcelona". 

Jan completa el vuelo en unos diez minutos, la media adulta en aparcar un coche en paralelo. "Esto es un sueño cumplido, es todo muy real", dice tras salir del simulador. Está en el cielo. Explica que quiere ser piloto, y que aprendió lo que sabe de aviones a través de un juego del iPad. Hora de borrarse el Candy Crush. 

Reservar un simulador cuesta entre 60 y 130 euros por hora, dependiendo del avión, aunque puedes coger bonos de varias sesiones para reducir el precio/hora a la mitad. Y si te enganchas a la simulación, por 2.000 euros puedes llevarte uno sin cabina; por entre 7.000 y 8.000 euros, uno con cabina, y por 70.000 euros, uno con movimiento real. Tu pareja nunca más se quejará de que no le llevas a ningún lado. Ahora tendrás París, Nueva York o Cancún en el salón de casa.

MATRIX AEROPORTUARIO

Aunque puedes volar en un entorno cerrado, lo más común es hacerlo en una red de simuladores donde todos los aviones ocupan el mismo espacio virtual, regulado por controladores aéreos que organizan el tráfico. "Es una especie de Matrix", dice Jordi señalando una sala llena de ordenadores donde los controladores aéreos organizan las rutas de este cielo simulado.

Pero además de simulaciones de pilotaje y de control aéreo, la Aeroteca ofrece cursos para perder el pánico a volar. A través de sesiones en que se trata el fundamento psicológico del miedo y el funcionamiento técnico del avión, intentan eliminar la fobia a despegar. Aina, de 24 años, cada vez que cogía un vuelo estrujaba la mano más cercana con más fuerza que Donald Trump, así que hizo un cursillo y probó la simulación. "Viendo lo mal que lo hice y que no maté a nadie, me siento más tranquila".

Pero ¿cómo de fácil es estrellarse? "1 de cada 3 novatos vuela sin problemas. ¡Es mucho!", explica Jordi. El 33% de las personas pueden manejarse en cabina sin nociones previas de pilotaje, una ratio bastante alta. Pero si estás seguro de que serás del 66%, un truco: vuela sobre el Triángulo de las Bermudas. Así como mínimo tendrás excusa.