ciudad on 

Echa la siesta en la cafetería

Aquí se le quitarían las ojeras hasta a Benicio del Toro. Hay seis cubículos con colchón. Nappuccino es «el primer siesta café del mundo», proclama su web

zentauroepp41147220 nappuccino171206134402

zentauroepp41147220 nappuccino171206134402 / periodico

Ana Sánchez

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Aquí se le quitarían las ojeras hasta a Benicio del Toro. Es una cafetería en la que te puedes echar la siesta sin hacer contorsionismo sobre el café. Hay seis cubículos -a lo hotel cápsula japonés-, con colchón, dos cojines, cortinilla a modo de puerta. «Rincones de descanso», los llaman. Le entrarían ganas de echar una cabezadita incluso a Pocholo. Según te metes dentro, los dueños preguntan a los clientes de las mesas si pueden bajar la voz. «La gente lo entiende -aseguran-. Es como en la biblioteca».

Nappuccino (Muntaner, 22). Es «el primer siesta café del mundo», proclama su web. La gente se preocupa del deporte, de la dieta, pero no del descanso, se justifican. Pagas por tiempo. 1 hora: 5 euros. El precio incluye «rincón de descanso» y lo que se te antoje de la barra 'self-service': cruasanes, gofres, fruta, tostadas, zumos, ositos de gominola. Puedes pedir café y té hasta que te entren impulsos de bailar la conga.

Entras y los dueños te reciben con sonrisa de anfitrión. Celina es polaca, 25 años, aparenta 16. Sylvain, 31, es francés. Se mudaron a Barcelona hace año y medio. Ella es programadora; él, ingeniero informático. Si se te cuelga Windows aquí, se arreglaría por pura intimidación.

Al lado de la caja está Mormeck. Se llama como un boxeador francés, aunque a simple vista no se le ve ningún parecido razonable. Hasta que le colocas un espejo delante y se pone en posición de ataque. Es un pez betta: el luchador de Siam, lo llaman. «Controla la caja», se ríen Celina y Sylvain. La idea inicial era meter un acuario en cada cubículo.

Vienen padres con ojeras, turistas con maleta, estudiantes trasnochadores, gente de oficina a la que el trabajo no le quita el sueño. «Puedes traer tu comida y calentarla en el microondas», invitan. Cada cubículo tiene su luz 'led' y su enchufe. El interior es más parecido a un 'chill out' que a una habitación. «No es un hotel», insiste Celina. Aunque hay clientes que se echan siestas de tres horas. Si tienes tanto sueño acumulado como La bella durmiente, hay 'packs' de un día: 20 euros. Admiten dos personas por cubículo. De momento no han oído ruidos extraños. No hay mantas, así que no hay posibilidad de hacer 'edredoning'.

FIESTAS DE PIJAMAS

Muchos clientes ya les preguntan por abonos, incluso si organizan cumpleaños para niños. ¿Fiestas de pijamas en la cafetería? «A los niños les gusta mucho», aseguran Celina y Sylvain.

¿Qué saben dos guiris de siestas? Pues tienen toda una teoría química.  Ellos defienden  la «siesta café»: tomas un café y te vas a dormir. «Tiene lógica», asegura Celina. La adenosina -explica a lo Punset- es la molécula química que causa somnolencia; disminuye cuando echas una siesta. Y el cuerpo tarda 20, 30 minutos en absorber la cafeína. Conclusión: si te tomas un café y una siesta, en teoría te despiertas como nuevo.

Aún hay a quien le cuesta entender el concepto. Les han llegado a pedir «un siesta café para llevar». Sylvain le dio el café. «La siesta, no», se excusó. Como le hubiera dicho Matías Prats: «Ni en sueños».