VUELTA A LA REALIDAD

10 rincones para desengancharse del móvil

Está a punto de empezar la semana donde se preguntará más veces por minuto la contraseña de un wifi. Llega el Mobile World Congress. Proponemos 10 rincones donde coger aire analógico. Aquí se combate la adicción a la banda ancha con abstincencia total. "No hay wifi -proponen-, hablen entre ustedes"

En la semana del Mobile World Congress te proponemos lugares sin wifi donde coger aire analógico

sin señal_MEDIA_2

sin señal_MEDIA_2

Juan Manuel Freire

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El concepto del 'hygge' (el secreto de la felicidad danesa) empieza a estar demodé. Lo nuevo es el 'lagom', palabra sueca para hablar de «la medida justa». Con el Mobile World Congress a punto de empezar, quizá sea momento para reflexionar si no estaría bien aplicar ese concepto a nuestra relación con la tecnología: ¿quién maneja a quién?

Hablando sobre realidad aumentada, robots y teléfonos móviles nos hemos olvidado de la realidad normal, la gente que necesita trabajar y padres y abuelos a los que whatsappeamos fugazmente en lugar de visitar. La luz que se refleja en nuestras caras, a todas horas, no es la amarilla del sol, sino la azul de Facebook. Antes que el oxígeno, buscamos el wifi. ¿Qué pasaría si viviésemos sin internet unos días? El mundo no se acabaría: el mundo se volvería a revelar ante nosotros. Algunos espacios de Barcelona y alrededores combaten nuestra adicción a la banda ancha con una política de «no-wifi» digna de aplauso; otros juegan con él, ofreciéndolo durante la mañana, pero no a la hora de la comida.

Queremos animar a experimentar con una vida desconectada. O, como mínimo, parcelas de desconexión. Aquí encontraréis diez sitios que animan a olvidarse de notificaciones por unos sacros minutos: aquí no hay wifi.

— 1 —

Café y pastel y ya

(Pintor Fortuny, 22)

En El Colectivo (Carrer del Pintor Fortuny, 22) prescindieron en principio del wifi porque "no era prioridad", nos dice su dueño, Damià Bosch. Después, esa carencia fue consciente y voluntaria y casi una declaración de intenciones. No tener wifi evita la proliferación de Macs portátiles y teléfonos hiperactivos, y anima a la gente a probar con divertimentos analógicos como un libro o un tebeo, o incluso a hablar con la persona que tiene delante. "Mucha gente pide la contraseña -cuenta Bosch-. Algunos se van porque realmente necesitan wifi. Algunos turistas se enervan. Y a otros consigo convencerles de quedarse con la promesa del café de primera y los pasteles caseros". ¡Como si fueran pobres alicientes!


— 2 —

Chocolatería mítica

(Ramón y Cajal, 36)

"No tenemos Wi-Fi, hablen entre Uds.", dice una pizarra bastante visionaria en La Nena, la chocolatería del barrio de Gràcia donde, si se oye un trino, es de un zarapico como mínimo, pero no de Twitter. Al amigo que se queje por no poder navegar libremente y sin perder datos puedes callarle fácilmente con sus pasteles, quiches, crêpes, tartas, melindros o magdalenas, incluso con sus sopas. En su sala para niños no se ve una sola tablet con YouTube Kids.


— 3 —

Fiesta old skool

Artte (Muntaner, 83 C)

{"zeta-legacy-image-100-barcelona":{"imageSrc":"https:\/\/estaticos.elperiodico.com\/resources\/jpg\/8\/3\/1487679759938.jpg","author":"JULIO CARB\u00d3","footer":"El primer jueves de cada mes\u00a0se celebra\u00a0Wifi is over', una fiesta sin wifi, sin alcohol y sin m\u00fasica digital."}}

Años después, cuando estos momentos regresen a tu memoria (como decíamos, no hay alcohol), tendrán la luz de la realidad, no el brillo frío de la pantalla del móvil.¿Se imaginan una fiesta en la que, cuando mejor se lo está pasando uno, no hace falta pararse a posar para un selfi? ¿O en la que está mal visto hacer check-in? ¿O en la que no hace falta usar, ni una sola vez, la frase «amig@ equis, te estoy hablando, deja el móvil un rato»? ¡Milagro! Esa fiesta existe, aunque de momento solo el primer jueves de cada mes: se llama 'Wifi is over', se celebra en Artte (Muntaner, 83 C) y no tiene wifi, ni alcohol, ni música digital (solo vinilo). Es una apuesta tan antigua como radical; un espacio donde solo puedes conectar contigo mismo o con tus amigos o con quien surja.


— 4—

La opción del turismo rural

(Susqueda)

Els Terrats es una masía del siglo XVII que está situada junto al pantano de Susqueda y sobre el río Ter, a solo 80 minutos de Barcelona. Solo tiene seis habitaciones, todas ellas con su chimenea. Durante el verano se puede disfrutar de la piscina natural. Y en todas las estaciones, de la mesa de billar. Los inquilinos pueden pasear por el río o probar a pescar unas truchas ahí mismo. Y tu perro quizá esté contento de ayudar (en la masía se aceptan las mascotas). Eso sí, aquí no pidas televisión ni internet, porque no hay. ¿Y a quién se le ocurriría pedir algo de esto? Al parecer a mucha gente: en Francia, más de la mitad de los alojamientos rurales ya han añadido este servicio. Por esta zona, por suerte, vamos más atrasados en ese sentido.


— 5 —

El infierno puede esperar

(Arc de Sant Ramon del Call, 11)

El café del Satan's (Coffee Corner) se había hecho famoso en dos locales del Raval, Grey Street y, después, Bicious. En el primero cogías tu gloriosa bebida caliente y, quisieras o no, te la llevabas. En junio del 2015, sin embargo, Marcos Bartolomé abrió una cafetería en toda regla en el barrio Gòtic donde puedes sentarte a disfrutar del trago. Tres avisos en su entrada: "No hay wifi, no hay descafeinado, no se permiten carritos"; tampoco busques azúcar blanco, confórmate con el moreno. A cambio tienes café de vértigo (tostado por los expertos de Right Side), algo de comida, hilo musical jazz a volumen ajustado, un equipo que atiende con amabilidad… Todo un oasis de buen gusto en mitad de una Barcelona invadida por las franquicias (no necesariamente económicas) y en la que todavía faltan sitios con buen café.


— 6—

Un espacio de asueto

(Enric Granados, 3)

{"zeta-legacy-image-100-barcelona":{"imageSrc":"https:\/\/estaticos.elperiodico.com\/resources\/jpg\/3\/5\/1487679760053.jpg","author":null,"footer":"En Cosmo, un mes despu\u00e9s de prescindir del wifi les subieron un 20-30% las ventas."}}

Según nos cuenta el dueño de la galería/cafetería Cosmo, un danés llamado Thomas Nørby, hubo un tiempo en que el único ruido del local era el click-i-di-clack de los teclados. "Había grupos que querían venir a pasarlo bien, pero veían un ambiente raro, como de biblioteca, y se iban", nos explica. Un mes después de quitar el wifi las ventas habían subido un 20-30%. En lugar del click-i-di-clack se oían risas sonoras, conversaciones ágiles, momentos divertidos. "Mucha gente todavía pregunta cada día por el wifi -dice Thomas- y hemos pensado en hacer camisetas para los trabajadores con el logo No tenemos wifi". Por ahora ya lo han puesto en la carta. "Algunos nos han castigado en las redes por no tener wifi, pero la verdad es que no pensamos cambiar otra vez".


— 7 —

Escondite budista

(Parc Natural del Garraf, Av. Plana Novella, s/n)

¿Quién no ha ido en el metro y, después de escuchar 80 silbidos de WhatsApp, ha pensado: «Uno de estos días me voy a un monasterio»? Hacerlo no es tan difícil. En el cercano Monasterio Budista del Garraf estarán encantados de recibirte y enseñarte, de paso, a adquirir calma mental. El retiro Aprende a meditar es una oferta interesante que se compone de conocimiento teórico (basado en la concentración, shiné, y el conocimiento, Ihaktong) y de meditaciones prácticas; el 4 y 5 de marzo se puede realizar. Aquí no hay wifi, solo se permite su uso a los miembros de la organización. Y aunque tampoco prohíben usar el 4G, ¿qué sentido tiene plantarse en un monasterio budista para dedicarse a scrollear por el Facebook de antiguos compañeros de guardería como si no hubiera mañana?


— 8 —

El pulmón de Barcelona

Escapar de la discutida radiación del wifi y respirar aire puro es posible: aquí al lado tenemos uno de los mayores parques metropolitanos del mundo, el de Collserola. En sus 8.000 hectáreas de espacio natural protegido se encuentran maravillas para llenar varias cuentas de Instagram. Pero mejor no caer en la tentación de poner filtros a espacios de un verde perfecto y, sin más, dejarse llevar por la experiencia. Visitar castillos como Castellciuró o el de El Papiol, u observar sus árboles singulares, o si buscas un extra de dinamismo, coger la bicicleta y hacerte una ruta de 35 kilómetros por caminos y sendas. Regresarás a casa con mejores sensaciones de las que dejas, desde luego, toda una tarde de exploración minuciosa y obsesiva de álbumes de fotos ajenos.


— 9 —

Silencio

(Plaza Corona de Aragón, 11)

{"zeta-legacy-image-100-barcelona":{"imageSrc":"https:\/\/estaticos.elperiodico.com\/resources\/jpg\/9\/8\/1487679096889.jpg","author":"XAVIER JUBIERRE","footer":"Adem\u00e1s de no tener wifi, en el monasterio de Poblet no se permite tener el m\u00f3vil encendido."}}

Segunda opción de monasterio: el de Poblet, cenobio de la orden cisterciense fundado en 1150, se dice pronto. Es el monasterio medieval en funcionamiento más grande de Europa. Durante el recorrido de la visita, según nos han informado, no solo no hay wifi, sino que no se permite encender el teléfono móvil: la foto de marras la tendrás que hacer tú mentalmente y guardarla en el disco duro de tu cabeza. El monasterio incorpora dos museos, el de la Restauración y el del Palau del Rei Martí, que ayudan a entender lo que ha sido este lugar a lo largo de las épocas; incluye piezas de gran valor histórico y artístico. A veces, la mejor forma de mirar hacia el futuro es pararse un momento a mirar hacia atrás. (Y no, no me refiero a revisar antiguos chats de Gmail).


— 10—

Recordemos

(Plaza de Salvador Seguí, 1-9)

Esta institución cultural lleva ya cinco años de actividad incansable, incluyendo sesiones en agosto, en su más reciente sede en el barrio del Raval. El que esto firma ha vivido aquí (en particular, ante la gran pantalla de la sala Chomón) algunas de las mejores experiencias de su vida cinéfila reciente: escalofríos solo recordando la calidad de la proyección de Desayuno con diamantes, por citar solo un ejemplo entre mil. Ha ayudado a este disfrute máximo que nada más bajar a las salas se esfumara la cobertura de mi teléfono móvil. Nada de agobio, al contrario. Como si me hubieran quitado un yunque de los hombros. Es la misma sensación de libertad que cuando despega el avión y estás al fin en el aire: aquí nadie puede molestarte, solo queda disfrutar del viaje.


La Última

Vuelve el Nokia 'ladrillo' 

Los extremos quizá no sean buenos. Una cosa es pasar de wifi y otra vivir debajo de una roca. ¿Y si pudieras estar localizable sin necesidad de chequear notificaciones? Eso es lo que propone la compañía finesa HMD Global al resucitar el Nokia 3310, un icónico móvil conocido por su dureza de ladrillo y su poco smart selección de posibilidades: lo más sofisticado, el juego de la serpiente. Regresa a tu presente a través del pasado.