Textos: Elena Hevia
Diseño: Andrea Zúniga

El ‘Quijote’ es una fuente inagotable que, por los siglos de los siglos, nunca acaba de culminar lo que tiene que decir. Esa definición de obra ejemplar incombustible al tiempo y los significados que dio Italo Calvino está en el adn de la colección Clásicos Liberados (Blackie Books) que fue todo un éxito en librerías en su arranque con la ‘Odisea’ y ahora, tras la ‘Iliada’ y el ‘Génesis’, pone el foco en el clásico de los clásicos, las andanzas del caballero de la Triste Figura. Lo que ofrece el volumen de casi 900 páginas es la obra en sí, aunque aligerada en algunos puntos gracias a fragmentos resumidos, en edición al cuidado de Gonzalo Pontón Gijón y Agustín Sánchez Aguilar.

La ‘liberación’ del texto incluye todo un rosario de citas contemporáneas firmadas por Roberto Bolaño, Paul Auster, Orson Welles o Virginia Woolf, además de códigos QR que permiten entrar en audios y vídeos de Rosalía, Rocío Durcal o Manolo Escobar y un curioso ‘bonus track’: la adaptación a fotonovela de la película, un ‘Quijote’ soñado y poético, que el ruso Grigori Kózintsev realizó en 1957 en tiempos postestalinistas. Ese anclaje en la actualidad se apuntala en la idea de que el libro más vendido de la historia (más de 500 millones de ejemplares) impregna nuestra realidad, aun sin haberlo leído. Lo que sigue son algunas ideas que a través de las notas pueden extrapolarse de esta novela que no cesa, ni siquiera en clave pop.

Vladimir Nabokov
'Curso sobre el ‘Quijote'

"Las dos partes del ‘Quijote’ constituyen una auténtica enciclopedia de la crueldad. […] Se trata de uno de los libros más amargos y bárbaros de todos los tiempos. Y su crueldad es artística". 

David Bowie
Entrevista en 'The Sun'

"Me iban a nombrar Caballero del Imperio Británico, pero no tengo intención de aceptar una de esas cosas. Seriamente, no sé para qué sirven. Yo no me he pasado la vida trabajando para eso. No me corresponde hacer un juicio sobre Mick Jagger [que sí aceptó el nombramiento]. Para mí, solo alguien como Don Quijote merece ser nombrado caballero".

Fiódor Dostoievski
'Diarios'

"En todo el mundo no hay obra de ficción más sublime y fuerte que esta. Representa hasta ahora la suprema y más alta expresión del pensamiento humano, la más amarga ironía que pueda formular el hombre, y si se acabase el mundo y alguien les preguntase a los mortales. “Veamos, qué es lo que habéis sacado en limpio de vuestra vida y qué conclusión definitiva habéis deducido de ella?, podrían los hombres mostrar el ‘Quijote’ y decir: "Esta es mi conclusión respecto a la vida… ¿y podríais condenarme por ella?".

No sabía Cervantes que con Don Quijote y Sancho estaba abriendo la puerta a un tropo narrativo que iba a dar mucho juego: la tensión, a menudo graciosa, que se crea cuando dos personajes lo más alejados posible en carácter, aspecto físico o posición social, se ven obligados a buscarse palizas por el mundo. De ahí derivan las 'buddy movies' de los 80, el clown y el Augusto, Robinson Crusoe y Viernes, Sherlock Holmes y Watson, el Gordo y el Flaco, Tintín y Haddock, C-3PO y R2D2 o Epi y Blas.

El ingenioso hidalgo ha sido fuente de inspiración para muchos directores de cine, pero entre los distintos realizadores que han llevado sus entuertos a la pantalla destacan dos cineastas gafados, Orson Welles y Terry Gilliam, que vieron como sus proyectos no llegaron a buen puerto. Gilliam logró por fin culminar la película con los años y Welles murió sin saber que su película acabaría teniendo un montaje. Como curiosidad, Luis Buñuel participó como actor en la versión radiofónica que en 1965 realizó Radio Nacional de España. Con su marcado acento aragonés encarnó a un ventero que intenta vender pies de cerdo a Sancho Panza (Paco Rabal).

En su camino, el caballero y su escudero, encuentran a Marcela, una hermosa mujer a quien sus compañeros acusan de haber ‘empujado’ al suicidio por sus desdenes. “Yo nací libre” se defiende la mujer que alza la voz entre un grupo de hombres para reivindicar su derecho a decidir aunque eso suponga el apartarse del mundo y meterse a pastora. Cinco siglos más tarde ese discurso retumba con fuerza. Según advierte Cristina Peri Rossi, es “una forma de contestar a una sociedad patriarcal, donde las mujeres valen solo por su físico”.

A lo largo de los años, el ‘Quijote’ fue leído primero como una divertida sátira y a partir del siglo XIX como una tragedia. Virginia Woolf duda si el propio Cervantes supo ver el significado serio de su obra. Para Margaret Atwood Don Quijote se convierte en todo aquel que lo lee: un ser cómico, romántico, naturalista, moderno, surrealista y posmoderno. Para apuntalar su vena cómica, en el 'Quijote liberado' se sostiene que el episodio de la venta (que Quijote imaginó castillo) con sus caídas y desencuentros de personajes a toda velocidad es un antecedente del ‘slapstick’ de caídas y tartas del cine mudo que más tarde, por ejemplo, recogería Blake Edwards en ‘El guateque’.

Es un detalle quizá menor pero no por ello menos significativo. Se dio cuenta de ello el desaparecido Milan Kundera que en sus ensayos literarios ‘El telón’ dice que a diferencia de los héroes clásicos, Quijote y Sancho nos dan un baño de realidad mostrándose continuamente preocupados por sus dientes, que duelen o faltan. Es inevitable pensar en el autorretrato de Cervantes en el prólogo de sus ‘Novelas ejemplares’: “Ese que veis aquí, de rostro aguileño […], los dientes ni menudos ni crecidos, porque no tiene sino seis, y esos mal acondicionados y peor puestos…”.

La esclavitud en España como tema sigue siendo un territorio casi inexplorado bibliográficamente, aunque fuese un negocio que no desapareció hasta 1863 en los territorios de ultramar. A poco que te asomes a la vida cotidiana, los africanos fueron una realidad en España como puede verse en la novela de Cervantes: a Sancho le prometen gobernar en el reino de Micomicón, en Etiopía, y él piensa en traer a sus vasallos a España y venderlos para conseguir un título o una vida regalada. En 1.565, como se recuerda en el ‘Quijote liberado’, había en Sevilla 6.327 negros –sin contar a los libertos y los mulatos-, el 7% del total de la población española.

A lo largo de las dos partes de la novela solo llueve una sola vez, contra la afirmación de Jorge Luis Borges que aseguraba que, según recordaba (mal) en la novela jamás descargan las nubes. No hay mucha información más allá de la sucinta frase “en esto comenzó a llover”, previa a la aventura del yelmo de Mambrino. Se supone que la cosa ocurre en verano y pese a suceder durante la denominada Pequeña Edad de Hielo con precipitaciones y nieve muy abundantes, parece que la sequía preocupaba tanto hoy como ayer, como atestiguan las rogativas en el capítulo 52 de la primera parte. Una canción de los Coldplay ‘Don Quixote (You never get wet in Spanish rain’ alude al asunto.

Sancho solo cree en lo que ve, en cambio el de la Triste Figura se empeña en creer que magos y encantadores manipulan la realidad convirtiendo en ordinarios molinos de viento a sus peligrosos gigantes. El asunto de cómo adquirimos el conocimiento se ha convertido en clave de los distintos movimientos filosóficos en una trayectoria que se remonta a la vieja caverna de Platón donde apenas vemos sombras reflejadas de la realidad. Con el cambio del siglo XX al XXI dos películas como ‘El show de Truman’ o ‘Matrix’ ahondaron en el tema.

Hay muchas sentencias de don Quijote’ que cuatro siglos más tarde nos interpelan directamente. En el episodio de los galeotes, cuando el caballero se topa con una cadena de pequeños delincuentes destinados a cumplir condena y a quienes decide liberar, dice este: "No está bien que unos hombres se hagan verdugos de otros hombres, no yéndoles nada en ello". Antonio Muñoz Molina, releyó este capítulo al mismo tiempo que se publicaron las fotos de torturas de Abu Ghraib, y encontró en él un significado concreto: "Como si no hubiera visto nunca estas palabras".

¿Quién es el autor del Quijote? Ahora que nos deleitamos con las metaficciones, un tipo de narrativa que explica en su interior cómo se construye esa ficción, no hay que olvidar que en la lógica que plantea la novela, no es Cervantes quien escribe el texto sino un tal Cide Hamete Benengeli, un morisco que recoge la historia supuestamente real de don Quijote. En la segunda parte, el rizo va aún más allá haciendo que Don Quijote, muy ofendido, lea una secuela no oficial escrita por un tal Avellaneda y decida cambiar su trayectoria acercándose a Barcelona.

Un reportaje de EL PERIÓDICO

Textos: Elena Hevia
Diseño: Andrea Zúniga
Coordinación: Rafa Julve