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CRÍTICA

'La hambruna española', de Miguel Ángel del Arco Blanco: la indigna penuria que intentó ocultarse

El catedrático de la Universidad de Granada publica un libro referencial para conocer la falta de alimentos durante la posguerra

Miguel Ángel del Arco Blanco, autor de 'La hambruna española'.

Miguel Ángel del Arco Blanco, autor de 'La hambruna española'. / EP

Francisco Expósito

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Faltaban los alimentos y se extendían las personas que imploraban caridad. La agricultura, la principal riqueza económica de los pueblos, dependía en esos años de la meteorología, pero también de una correcta organización y gestión de las producciones por parte del Estado dictatorial. Desde el final de la Guerra Civil y hasta avanzados ya los años cincuenta el vocabulario hizo referencia a palabras como la gota de leche, el estraperlo, el pan negro, las cartillas de racionamiento o la declaración de socorro.

El negro se convirtió en el color más extendido en el vestuario de la inmensa mayoría. A esto se unieron las diferencias sociales acrecentadas en las zonas rurales que señalaban a la persona o al resto de la familia por el posicionamiento que adoptaron durante la Segunda República y el golpe de Estado militar. La memoria de algunos afines al nuevo régimen no olvidaba y el hambre fue zonificando los municipios según el hambre que asolaba a la población.

Las consecuencias aparecieron pronto: se redujo la natalidad entre 1939 y 1942 y en 1946, la mortalidad repuntó a la cifra máxima de la centuria y hasta el número de matrimonios fue más bajo de lo normal. La reducción de proteínas ante la escasez de alimentos extendió los edemas de hambre al hacerse habitual el consumo de algarrobas, hierba o nabos al no poder adquirir productos con suficientes proteínas. Si acaso, los escasos nutrientes procedían de la carne de perros, gatos o ratas. Cuando un mulo, exhausto por la falta de alimento o el esfuerzo, moría en mitad de la calle, era troceado para alimentar a la población. Incluso, había calles que tomaban el nombre del hambre porque eran zonas en las que demasiadas personas morían con las barrigas llenas, pero desnutridos, por el exceso de consumo de hierba.

La descripción podía trasladarse a cualquier pueblo de Córdoba o del resto de España, como contará a lo largo de las 476 páginas el historiador Miguel Ángel del Arco Blanco en ‘La hambruna española’, una de las publicaciones que desde su aparición hace un par de semanas es una referencia para conocer la anatomía y la geografía del hambre en la posguerra española. Uno de esos libros que derrumba falsas historias que se expanden por las redes sociales o páginas de internet tergiversadoras que tratan de blanquear un tiempo que no fue mejor, sino que fue una vergüenza para la historia de España.

Estructura

Estructurado en cuatro partes («Una, grande y... hambrienta: las causas de la hambruna», «La hambruna de la victoria», «Políticas de hambre para vencedores y vencidos» y «La lucha por la vida: resistencias, protestas y solidaridad frente al hambre»), Miguel del Ángel del Arco concluye que lo que sucedió en España en la posguerra no fue solo hambre, sino una auténtica hambruna similar a las peores acaecidas en Europa y el mundo, a pesar de que durante gran parte del franquismo, el régimen trató de negar la realidad e, incluso, agravó las consecuencias con las decisiones que fue tomando.

El hambre, según Del Arco Blanco, provocó la muerte entre 1939 y 1942 de más de doscientas mil personas en España

El catedrático de la Universidad de Granada considera que se pueden apuntar cinco grandes causas para explicar lo que sucedió: la Guerra Civil y sus consecuencias, aunque considera que los efectos fueron limitados frente a la propaganda que extendió el franquismo; el desastre de la política autárquica que se adoptó y los efectos, conocidos por Franco y sus hombres, de que la gente moría de hambre y de que las enfermedades se extendían sobre los más pobres y no reaccionaron; el bloqueo económico aliado para evitar que España entrara en la Segunda Guerra Mundial y el envío de alimentos a Alemania e Italia en una situación en la que la población se moría de hambre; la corrupción generalizada del sistema, que provocó la expansión del estraperlo, la subida de precios y la desaparición de productos en el mercado oficial y, por último, la violencia ejercida y la represión contra los vencidos, que originaba que los señalados por los franquistas se quedaran sin trabajar cuando iban a buscar empleo a las plazas de los pueblos y se premiaba a los que lucharon en su bando.

El hambre, según Del Arco Blanco, provocó la muerte entre 1939 y 1942 de más de doscientas mil personas en España, a las que hay que unir los fallecimientos derivados del año 1946, especialmente en las zonas más polarizadas y agrícolas, como Murcia, Castilla-La Mancha, Andalucía y Extremadura, acentuándose más en las zonas rurales que en las urbanas. Además, junto a los familiares de republicanos, hay que unir el mayor número de fallecimientos por desnutrición entre los colectivos más vulnerables, como niños, mujeres y personas mayores.

Arma política

El historiador concluirá que el hambre se convertirá en un arma política al conseguir el régimen que los estómagos vacíos fueran un instrumento de desmovilización política: "Muchos posibles opositores habían sido fusilados, estaban encarcelados o en el exilio, y los que quedaban en libertad se concentraron en mantener el cuerpo y el alma unidos y en alimentar a sus familias". O, como aseguraba un republicano, "la revolución de los hambrientos termina al llegar a la panadería de la esquina".

El libro ayuda a reaccionar ante un falso discurso que algunos tratan de imponer en la sociedad de la manipulación difundida a través de internet y pseudohistoriadores. Léanlo

Junto a las falsas causas de la desnutrición extendidas durante el franquismo, también hubo mitos como que el racionamiento que había conseguido alimentar a la población, cuando la realidad fue que se produjo un fracaso desde el principio. Tampoco las políticas sociales promovidas tuvieron éxito. "Ni un hogar sin lumbre ni un español sin pan", prometió Franco, pero la realidad fue muy distinta.

"Auxilio Social y otras instituciones se vieron completamente superadas por la hambruna. Además, tampoco fueron una prioridad para la dictadura" atendiendo al presupuesto que se le destinaba. Además, por su filiación con el fascismo, el régimen siempre "desconfió" de los ofrecimientos de ayuda de otros países que no fueran Alemania o Italia, poniendo la política por encima de todo lo demás y rechazando ayuda de países como Estados Unidos. Habría que esperar a los acuerdos de 1953 para que llegase el apoyo alimentario estadounidense.

Otra de las consecuencias del hambre fue el aumento de la delincuencia, sobre todo de delitos contra la propiedad de las personas que se morían de hambre y no tenían otro medio para llevarse comida al estómago. A esto se unió el crecimiento de la mendicidad, la explotación laboral de tener que trabajar solo para tener un plato de comida como salario, que muchas mujeres llegaran a prostituirse para no morir o el incremento de suicidios en la posguerra.

‘La hambruna española’ narra un periodo de la historia de España que trató de ocultarse desde el régimen franquista durante décadas y que ayuda a reaccionar ante un falso discurso que algunos tratan de imponer en la sociedad de la manipulación difundida a través de internet y pseudohistoriadores. Léanlo.

La hambruna española

Miguel Ángel del Arco Blanco

Crítica

480 páginas

23,90 euros