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OPINIÓN

La literatura frente a las redes sociales

Llegados a este punto, solo existe un espacio donde refugiarse y se llama literatura

Eduardo Mendoza, en el Teatro Campoamor de Oviedo, tras recibir el Premio Princesa de Asturias de las Letras.

Eduardo Mendoza, en el Teatro Campoamor de Oviedo, tras recibir el Premio Princesa de Asturias de las Letras. / Chema Moya

Álex Sàlmon

Álex Sàlmon

Barcelona
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He descrito en alguna ocasión el rostro de bondad que tiene Eduardo Mendoza. Puede que sea la posición de sus ojos respecto a su cara o que se deba a que, cuando tenía cinco años, fue modelo de su tía, escultora de imágenes para las iglesias, entre ellas varios Jesusitos repartidos por Barcelona. La cuestión es que Mendoza emana buen rollo y felicidad.

Ese fue uno de los detalles que describió en su discurso al recibir el Premio Princesa de Asturias de las Letras. "Alguien me ha llamado proveedor de felicidad. Es el mejor elogio que he recibido en mi vida y me gustaría que fuera cierto, aunque sea en dosis homeopáticas". La literatura como terapia de felicidad directa en vena, sin excusas, con toda su dimensión narrativa. Claro que, en ocasiones, los relatos son angustiosos o de misterio, como muchos de Mendoza, pero hasta en estos casos podemos arreglarlo asemejándolos a la propia vida. Un espejo de realidad que, aunque no sea feliz, será sincero.

Frente al discurso de Mendoza, el del filósofo alemán de origen surcoreano Byung-Chul Han. Su territorio no es la literatura, sino el pensamiento, pero sumergido en una realidad que nos salva y nos ahoga: las redes. Su discurso fue angustioso y sincero. "Las redes sociales también podrían haber sido un medio para el amor y la amistad, pero lo que predomina en ellas es el odio y la agresividad. No nos socializan, sino que nos aíslan, nos vuelven agresivos y nos roban la empatía".

Ya ven: toda la ternura acumulada por Mendoza se deshace en nuestros 'smartphones'. El diagnóstico lo resumió el mismo Han: "La tecnología sin control político, la técnica sin ética, puede adoptar una forma monstruosa y esclavizar a las personas". Llegados a este punto, solo existe un espacio donde refugiarse y se llama literatura.