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HE VENIDO A HABLAR DE MI LIBRO

Ángeles Caballero: "No quiero dar lecciones, ni decirle al mundo lo que tiene que hacer, decir o pensar"

La periodista escribe en el suplemento 'ABRIL' de su último libro, 'Orfidal y Caballero'

La periodista Ángeles Caballero.

La periodista Ángeles Caballero. / EP

Ángeles Caballero

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Primero fue un párrafo escrito después de un sofocón, un disgusto de esos que te amargan el día y que durará más de lo que quieres. Una de esas cosas que se te quedan dentro hasta que alguien te abraza y te dice lo que necesitas. Se quedó en eso, en un puñado de palabras para canalizar las emociones.

Luego vinieron unas cuantas emociones compartidas en casa, en la comida, en la cena y mientras nos vestíamos para afrontar el día. “Eso tendrías que escribirlo en un artículo”, me decían mis convivientes, a veces muertos de la risa y otras veces como forma de acabar con un arranque de esos míos que acaban en chapa.

Y así, un día de esos tontos y aleatorios, se me ocurrió este libro.

Al principio me pareció un disparate y una idea loca que no iba a acabar en nada. Pero luego me acordé de dos mujeres. De Maruja Torres y de Marta Sanz. De ‘Cuanta más gente se muere más ganas de vivir tengo’ y de ‘Los íntimos’. De lo mucho que las disfruto a las dos y de lo bien que me lo pasé con esos libros suyos. De esa profundidad envuelta en ligereza. Y me dije a mi misma que por qué no. Y le dije a los míos, que son esos a los que cocino a diario y a otro que es mi editor, Pedro Vallín, que tenía ganas de divertirme un rato. Y así surgió ‘Orfidal y Caballero’, aunque no haya ingerido ese medicamento en mi vida.

Antes de encender el ordenador recurrí al papel y al bolígrafo, ese método ancestral en el que cabe casi todo. Empecé a apuntar ideas, palabras sueltas. Y cuando ese folio se agotó recurrí a mandarme correos con cosas que no quería que se me olvidaran. Volviendo de un viaje en avión, mientras leía a Carmen Martín Gaite, llené de palabras la bolsa que te ponen en el asiento por si te mareas. Ahí está todo, el germen de lo que luego se convirtió en estas páginas.

Soy anárquica escribiendo. A veces formal y cumplidora, a veces una vaga redomada. Como mujer diurna recurrí a las mañanas en casa, con el teléfono en modo avión y música clásica de fondo.

Daño

He llorado escribiéndolo y también he tenido que contenerme. Me he volcado de más, pero me he guardado cosas para no hacer daño o para no dar protagonismo a los indeseables. He querido compartir mi forma de ver el mundo y también cómo me veo a mí misma. He escondido los nombres propios en iniciales porque no creo que mi dermatóloga quiera que cuente de lo que hablamos en su consulta, o que desvele con qué amigos comparto maldades y risas. Hay nombres que están completos, como Tomás, aunque le de vergüenza que hable tanto de él, porque es una de esas personas que quieren pasar desapercibidos por la vida y que ha hecho mucho mejor la mía.

Y no sé si me ha salido un diario, un blog o un manifiesto. Sí sé que no quiero dar lecciones, ni decirle al mundo lo que tiene que hacer, decir o pensar. Como también sé que he echado mucho de menos a mis padres y que la orfandad me pesa cada día un poco más. Que sigo siendo esa que llora a la mínima. Herencia de Manuel Caballero.

Orfidal y Caballero

Ángeles Caballero

Arpa Editores

208 páginas

19,90 euros