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Opinión | OPINIÓN

Las mujeres de la Escuela de Fráncfort

El proyecto que está liderando la editora de Eterna Cadencia, Leonora Djament, para visualizar a las mujeres que trabajaron en su génesis y consolidación es envidiable y merece nuestro reconocimiento

Fotografía con algunos de los integrantes de la famosa Escuela de Fráncfort.

Fotografía con algunos de los integrantes de la famosa Escuela de Fráncfort. / EP

En nuestra sensibilidad está dar visibilidad a la excelente literatura escrita por mujeres de este momento histórico. Pero el presente tiene una deuda con el pasado. Porque somos a partir de lo que pasó. Por ello, el proyecto que está liderando la editora de Eterna Cadencia, Leonora Djament, para visualizar a las mujeres que trabajaron en la génesis y consolidación de la famosa Escuela de Fráncfort, a la sombra de hombres más populares como Max Horkheimer, Theodor Adorno y Jürgen Habermas, es envidiable y merece nuestro reconocimiento.

La primera razón es porque ese movimiento de pensadores constituido en 1923 tras la Primera Guerra Mundial, y releído por los filósofos de los años 60, ha marcado nuestros estados de opinión, a favor y en contra, durante el final del siglo XX y principios del XXI. La segunda, dejar claro que ese volumen de ideas estuvieron impulsadas también por mujeres, en muchos casos esposas, bibliotecarias, taquígrafas, secretarias o asistentes de esos intelectuales y que acabaron en las sombras. Recuperarlas es una deuda.

A su paso por Barcelona, tras unos días en la Feria de Fráncfort, Djament aprovechó su presencia para reivindicar la publicación de 'En las sombras de la tradición', que es, como reza su subtítulo, 'Una historia de la Escuela de Frankfurt en perspectiva feminista'. El libro, publicado por Eterna Cadencia y la editorial berlinesa Bertz + Fischer, hace aflorar las cientos de historias, no tanto de autorías equivocadas, que también, sino de colaboraciones mucho más intensas de lo que parecía en la construcción de las ideas que se convirtieron y, en realidad siguen siendo, los motores centrales por los que pasa la intelectualidad de este arranque de siglo. Sea para ir en su contra o a favor. Los propios Adorno, Habermas o Horkheimer se quedarían sorprendidos.