Saltar al contenido principalSaltar al pie de página

LiterNatura

Deseo de cumbre

En su último ensayo, Pablo Batalla hace un recorrido por cómo las diferentes ideologías, los movimientos sociales y las religiones han usado la montaña para sus fines políticos

Pablo Batlla, autor de 'La bandera en la cumbre'.

Pablo Batlla, autor de 'La bandera en la cumbre'. / Ricard Cugat

Violeta Serrano

Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

No es un libro para quienes tengan cosida en los labios esa frase macabra: "No me interesa la política". Lo aclara desde el principio el autor citando a Thomas Mann en 'La montaña mágica' como una declaración de intenciones: “No existe la no política, todo es política”. Y cumple. Todo el ensayo de Pablo Batalla parte de esa base. Es político y es humano, porque una cosa no puede ser sin la otra: 'La bandera en la cumbre. Una historia política del montañismo' hace un recorrido por cómo las diferentes ideologías, movimientos sociales y religiones han usado la montaña para sus fines políticos.

Algunos, incluso, sin intención de usarla, es decir, sin darle un fin utilitario en sí mismo y, sin embargo, haciéndolo irremediablemente. Porque hasta los anarquistas catalanes que vivían la montaña como un lugar de esparcimiento y encuentro con otros compañeros tras las duras jornadas fabriles hacían, en el fondo, un uso muy concreto de sus propiedades: generar unión, cohesión, mimbres fuertes para toda posible lucha necesaria en la calle después.

Y luego, claro, el libro también retrata el negocio en este tiempo descarrilado que vivimos en el que no se esconde el hecho de que hay gente que puede pagar miles de euros por subir a los picos más preciados en las mejores condiciones posibles, muchas veces solo para hacerse una foto. Y, a la vez, a sus pies, como siempre, está la lucha de los 'sherpas' que podrían ser los 'nadies' de Galeano en Latinoamérica y que valen menos que la bala que los mata. Hasta que alguno se rebela y dice basta.

También cuenta cómo las feministas hicieron lo suyo por escalar cumbres para las que, en principio, el mundo estaba seguro de que no estaban preparadas. O los negros de África o los discapacitados o los maricas, lesbianas y todo ese ramaje que tanto desprecian algunos. Toda esa “gentuza” usó también la montaña como una forma de reivindicación: no somos débiles, miradnos, podemos hacerlo. Y podemos, además, disfrutarlo y plantar la bandera en la cumbre como Homer Simpson aunque, esa bandera, tal y como le ocurrió a él en uno de sus capítulos, desaparezca por capricho del aire, como muy bien relata Batalla en su texto usando a este famoso personaje.

Naturaleza despiadada

Porque así es la naturaleza, despiadada con el espíritu humano: puedes hacer el mayor esfuerzo del mundo para subir a lo más alto, plantar la bandera de la identidad que hayas elegido y, una vez ahí, bajando como puedes, a duras penas, casi moribundo, que un sencillo golpe de viento la desestabilice y borre tu hazaña como a una pluma de ganso en el viento.

Pablo Batalla escribió un libro desde el rigor del historiador que es pero con el corazón del montañista que también es. Se nota que viene del norte, de una Asturias que no tendría la belleza que guarda si no fuese por sus curvas escarpadas. Su verde, sus picos, sus valles, su ventolera rabiosa y su posibilidad de ser siempre mejores si se intenta serlo en comunidad. Porque Pablo es hijo de minero y ama de casa, de una época en la que un hijo de minero y ama de casa podían estudiar una carrera y aspirar a un futuro mejor.

Como todos los de mi generación, que compartimos, sabe que ese idilio era fantástico en algunos aspectos pero más negro que el carbón en otros: y esa conciencia de clase traspasa todas las páginas de este libro y lo hace, por suerte, con la sutileza y la elegancia de quien tiene la tremenda virtud de empatizar en tiempos de polarización, de ponerse en el lugar del otro, incluso de un fascista, y analizar el mundo desde esa distancia necesaria.