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CRÍTICA

'La casa de papel', de Carlos María Domínguez: historia de un letraherido

Se trata de una novela corta sobre el amor a los libros y sus consecuencias, una pequeña joya para lectores que creen que los libros no solo se leen: también se sienten

El escritor Carlos María Domínguez, autor de 'La casa de papel'.

El escritor Carlos María Domínguez, autor de 'La casa de papel'. / EP

Eduardo Boix

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Leer es un acto peligroso, eso lo sabemos todos. Los catalanes fueron los primeros en denominar esa extraña enfermedad por los libros o por la lectura. 'Lletraferit' o 'letraherido' es el término adecuando para definir lo que nos pasa a muchos. La literatura, que es fuente de todo, lo mismo nos destruye que nos protege. Los libros son un arma, pero también un consuelo.

Es en esa dualidad donde se mueven los amantes de la mayor de las artes. A lo largo de los siglos hay claros ejemplos; uno de ellos, el que tal vez fue el fundador de todo, es el Quijote. Alonso Quijano pierde la cabeza de leer tantos libros de caballerías. Eso pasa a casi todos los que están enfermos de literatura. Porque esta enfermedad es incurable y, si tuviera cura, sería difícil de erradicar.

'La casa de papel', de Carlos María Domínguez (Buenos Aires, 1955), publicado por Periférica, es una novela de letraheridos. Estamos ante un prodigio de la literatura que te atrapa y zarandea desde las primeras páginas, que nos demuestra otra vez que menos es más. No son necesarias 500 páginas para poder contar mejor una historia, a veces la condensación nos ha entregado grandes obras sin tener que leer tanto.

Es este un libro prodigioso, donde la contención y el amor por los libros se palpa en cada frase

Solo la sinopsis ya nos atrapa: Bluma Lennon, profesora en Cambridge, muere atropellada mientras hojea un volumen de Emily Dickinson. Poco después, recibe un misterioso ejemplar de 'La línea de sombra' de Joseph Conrad, cubierto de cemento, enviado desde Uruguay. El destinatario es su compañero argentino de departamento, quien decide asumir sus clases… y desentrañar el origen de ese extraño libro. Su búsqueda lo llevará desde Inglaterra hasta América Latina, donde se cruzará con bibliotecas secretas y un coleccionista obsesivo que vive atrapado entre sus libros.

Pequeña joya literaria

'La casa de papel' es una pequeña joya literaria para lectores que creen que los libros no solo se leen: también se sienten, se coleccionan… y en ocasiones, se aman con locura. Es este un libro prodigioso, donde la contención y el amor por los libros se palpa en cada frase. Domínguez ha realizado un gran trabajo de ensamblaje de lenguaje y acción, donde se pierden los géneros y gana la literatura. Porque esta obra contiene una poética que palpita. Es un viaje hacia el centro de cada amante de los libros, esos corazones que se quedan impregnados de cada lectura, de cada historia que les atrapa.

Estamos ante un libro de libros. La metaliteratura, tan de moda, nos conduce a una historia detectivesca a través de los libros. Se percibe mucho el amor por los libros que tiene el propio autor. En esta novela crea una historia basándose en otras historias, como un caleidoscopio literario. Para quienes aman los libros, no como pasatiempo sino como posesión vital, este relato pequeño tiene raíces hondas.

No importa si su estilo no te conmueve en la superficie, si no eres un bibliófilo empedernido: incluso para quienes se acercan sin grandes expectativas, hay belleza en la pregunta constante, en la evocación de las bibliotecas apiladas, en la duda de qué hacemos con los libros cuando ya no podemos guardarlos. Al final, 'La casa de papel' no nos enseña respuestas limpias, sino que nos invita a querer leer, coleccionar, recordar y, quizá, a dudar cuándo la pasión deja de ser dicha y se convierte en carga. Y eso, para mí, es siempre un final que sigue latiendo. Porque solo el amor por los libros nos puede atrapar sin medida, hasta la locura, como a Alonso Quijano.

La casa de papel

Carlos María Domínguez

Periférica

112 páginas

13 euros