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Opinión | ALTA FIDELIDAD

Laura Barrachina

Madrid

Las canciones de la vieja granja

El escritor Wendell Berry ha aplicado mucho de su experiencia como granjero de larga estirpe a la literatura

El escritor Wendel Berry, autor de 'Vida de Hannah Coulter'.

El escritor Wendel Berry, autor de 'Vida de Hannah Coulter'. / EP

Escribir y cultivar la tierra no son asuntos muy diferentes, en ambos casos técnica y paciencia son fundamentales. La agricultura, además, obliga a la humildad, no siempre se puede controlar el clima, la fauna o las plagas como cuando se escribe no siempre es fácil lidiar con el contexto: inspiración, tiempo, espacio, apoyo. La perseverancia del agricultor suele acabar dando frutos y en el escritor, si hay algo de talento, buenos libros.

El escritor Wendell Berry (Kentucky, EE.UU., 1934) ha aplicado mucho de su experiencia como granjero de larga estirpe a la literatura, ha cultivado la poesía, el ensayo, los cuentos y la novela de la que ahora Chai Editora nos da cuenta publicando la falsamente sencilla 'Vida de Hannah Coulter'. Confieso que estuve confusa durante muchas páginas, estaba tan convencida de estar leyendo a Hannah Coulter que escuchaba a esta anciana contarme su vida y tenía que regresar a la portada para confirmar que esto no eran unas memorias ni Hannah la autora.

Esta novela, una de las que forman parte de las muchas historias que Wendell Berry ubica en la inventada localidad rural de Port William, es la historia de una mujer más o menos coetánea del escritor que ha nacido en un entorno rural como el propio Berry y que relata una vida dura, pero alegre y arraigada a la tierra, a la granja en la que ha criado a su familia y que ahora ve amenazada por los nuevos modos de vida.

Hannah Coulter, ya anciana, sabe que es posible que esa vida de la que nos habla haya desaparecido completamente, que todo ese terreno que les daba alimento y vida, acabará siendo un resort urbanizado, un centro comercial quizá, pero se aferra a sus recuerdos con un fino hilo de esperanza, la misma que mantiene su autor en que otra forma de vida es posible.

Berry, escritor, granjero y ecologista, defiende otra forma de vida, pero sin olvidar que está dando voz a una mujer de otro tiempo, con sus contradicciones, su mirada a veces reduccionista y desconocedora de ese otro mundo feroz que hay fuera de Port William, más allá de su granja. Y a pesar de que sabemos que es imposible regresar a aquel mundo y que quizá no queremos renunciar a algunos avances, hay algo reconfortante en esa 'Vida de Hannah Coulter', algo parecido a la sed y al hambre que calman un tazón de leche fresca o una canción tradicional que alguien se anima a cantar durante una reunión improvisada.

Berry recupera alguna de ellas para esta novela, como 'Wildwood Flower' que aún es posible escuchar en los viejos discos de The Carter Family, biblias de cierto folclore estadounidense durante la primera mitad del siglo XX. Pero donde Berry sorprende musicalmente al lector es cuando menciona los antiguos himnos religiosos, muchos de ellos traídos desde Europa, como el emocionante 'Abide with me' (No me dejes nunca) que el pastor escocés Henry Frances Lyte escribió en 1847 y que suele entonarse con la melodía de 'Eventide' del organista inglés William Henry Monk.

“Amparo del desamparado, no me dejes nunca” reza este canto cristiano como es Wendell Berry y que la leyenda dice que fue uno de los temas que entonó la orquesta del Titanic como despedida. Existen muchas versiones de la canción, pero seguramente ninguna tan hermosa como nos parece que suena en 'Vida de Hannah Coulter' cuando uno de los personajes, ya anciano, la elige para tocar por última vez su viejo y estropeado violín y acaba cantando el estribillo, “no me dejes nunca”, junto a una de sus hijas.