ENTREVISTA
Jane Smiley, escritora: "En Estados Unidos nunca habíamos elegido a un criminal como presidente"
La autora de 'Heredarás la tierra', novela con la que ganó el Pulitzer, concede al suplemento 'ABRIL' una entrevista exclusiva desde su casa del norte de California días antes de que llegue a las librerías españolas 'Un poco de suerte', primera entrega de una trilogía con la que recorre el siglo XX estadounidense

La escritora estadounidense Jane Smiley. / Irene Medina

Durante la hora y media de conversación por videollamada que mantenemos, ella desde su casa en el norte de California, yo desde Madrid, nueve horas de diferencia horaria y 9.600 kilómetros de distancia entre ambas, Jane Smiley (Los Ángeles, 1949) es capaz de pasar de un tema a otro sin perder el hilo y con una asombrosa habilidad. Aunque atribuye a su temprana pasión por la lectura su decisión de convertirse en escritora, en su labia se advierte la herencia familiar, ese gen narrativo que caracterizaba a sus antepasados, grandes contadores orales de historias.
Así, tras pasar revista a su relación con sus cuatro maridos, a los que dedica, "por décadas de paciencia, mucha perspicacia, información y ayuda", 'Un poco de suerte' (Sexto Piso), primera entrega de una trilogía en la que recorre a través de los destinos de la familia Langdon, dueña de una granja en Iowa, el siglo XX estadounidense, puede evocar su infancia, adolescencia y época universitaria; recordar a sus abuelos y a su madre; luego detenerse en la influencia de Charles Dickens y Anthony Trollope en su literatura; reflexionar sobre el momento que vive Estados Unidos; detenerse en algunas de sus 17 novelas –sin contar las juveniles, los libros de cuentos y de no ficción–; rememorar sus viajes a Europa, con París como destino fetiche; o hablar de aquella compañera de clase en Vassar de luminoso pelo rubio llamada Meryl Streep. Un torrente de palabras tan delicioso como toda su obra.
En esta trilogía, que comienza con 'Un poco de suerte', condensa cien años de historia estadounidense en más de 1.300 páginas. Aunque la escribió hace más de diez años, imagino que la recuerda como una experiencia bien intensa. Lo que me lleva a preguntarle: ¿cómo ve el momento actual que vive su país?
Con horror. La sociedad en la que vivo ha avanzado y retrocedido desde la fundación de Estados Unidos, pero nunca habíamos elegido a un verdadero criminal como presidente. Mucha gente quiere saber más al respecto, entre ellos yo, porque no lo entiendo. Siempre he sido liberal. Crecí en una familia amable y cariñosa en San Luis (Misuri), en un barrio con gente de todo tipo, ricos y pobres, afroamericanos, blancos, chinos, inmigrantes, y nunca nadie despreció al otro ni dijo nada malo de él, de ahí que me sorprenda tanto que la gente se haga daño entre sí. Uno de mis esfuerzos al escribir siempre ha sido intentar comprender por qué la gente se comporta con crueldad. Ojalá no tuviera que escribir sobre ello...
Bueno, me temo que es uno de los grandes temas de la Literatura.
Verá, una de las cosas que aprendí leyendo a Trollope y a Dickens...
A los que siempre ha venerado, creo, de hecho, es autora de una fantástica biografía de Dickens.
Sí, son de mis autores favoritos [ríe]. Bueno, pues leyéndolos aprendí que los novelistas somos seres curiosos, nos interesa averiguar cómo funcionan las cosas, por qué. Dickens, por ejemplo, debía de tener problemas de sueño, porque deambulaba por Londres durante la noche y, mientras caminaba, escuchaba a escondidas lo que decían los demás, observaba lo que hacían y lo plasmaba en sus libros. Fue el primer novelista inglés que prestó atención a lo que se sentía siendo pobre. Leíamos mucho a Dickens en secundaria y aprendí muchas cosas de él.
¿Por ejemplo?
Escuchar a escondidas, prestar atención, ser curiosa [ríe].
Todo básico para un novelista.
Sí. A Trollope no lo leí en el instituto, pero le cogí mucho cariño más adelante, era parecido a Dickens, pero diferente. Esa es una de las cosas que más me gusta de la novela como género y de los novelistas, que cada uno hace las cosas a su modo.
Si nos fijamos en ese siglo, el XX, y en ese país, EEUU, podríamos resumirlo en una elección entre el dinero y la guerra. En su opinión, ¿cuál sería el dominante de los dos?
Diría que las guerras son un gran problema, pero van y vienen. Así que creo que el verdadero problema es el dinero: quién lo tiene, quién no y cómo convences a los que lo tienen de que otros merecen compartirlo con ellos. Yo crecí en un hogar de clase trabajadora, aunque algunos parientes eran muy ricos. Mi abuelo trabajaba en una curtiduría donde fabricaban cuero. Murió a los 77 años. ¿Falleció por su edad o por haber ingerido tantas sustancias químicas? No tengo ni idea. Luego mi madre se casó con un hombre adinerado y tuvimos una vida totalmente diferente, nos mudamos a uno de los barrios más elegantes de San Luis y nos unimos a un club de campo. Eso me permitió observar diferentes estilos de vida y entender qué se siente al estar todo el día preocupado por el dinero y al poder gastarlo sin preocupación alguna.
El verdadero problema es el dinero: quién lo tiene, quién no y cómo convences a los que lo tienen de que otros merecen compartirlo con ellos
En ese sentido, 'Un poco de suerte' puede leerse como una celebración de las antiguas virtudes del modo de vida estadounidense, pero también una especie de elegía por algo que se ha perdido. ¿Cómo afronta Estados Unidos el desafío global del extremismo y la inestabilidad tan creciente en este siglo XXI?
Bueno, creo que cada uno lo afronta de forma diferente. Algunos miran para otro lado y esperan que pase lo mejor, otros protestan, otros financian a quienes están intentando detenerlo... Una de las cosas interesantes que ahora mismo está sucediendo en California, que es donde yo vivo, es que nuestro gobernador...
Gavin Newsom, ¿no?
Sí. Él quiere redistribuir los distritos de California para poder elegir más demócratas en el Congreso e intentar presionar allí un poco.
La famosa 'Proposición 50'.
El dilema fundamental está ahí. Porque si quieres reaccionar al modo en que otros... Digámoslo de este modo: si quieres ganar poder, a veces tienes que hacerlo como otros lo han hecho, pero si lo haces como otros lo han hecho estás dañando el sistema. Y siempre existe este dilema. Quiero decir, cualquier país que haya tenido un dictador sabe que cómo deshacerse de él siempre es un dilema. Y si eres una persona decente, no querrás ser quien le dispare. ¿Pero qué otra cosa vas a hacer? O sea, yo nunca he tenido un arma, jamás haría algo así. Pero la polémica más reciente que hemos tenido es sobre este tipo al que le dispararon.

Jane Smiley, durante su última visita a Madrid. / Irene Medina
Sí, Charlie Kirk.
El gran dilema con él es que era uno de los mayores defensores de la posesión de armas y, si alguien recibía un disparo, decía: "Bah, son cosas que pasan". Pero no se nos permite decir eso de él. Así que, ya sabes, a veces me dan ganas de gritar y otras simplemente me resisto a pensar en ello.
Me lo imagino, y me hago cargo. Pero volvamos mejor a la literatura. Hace un par de años, tuve la suerte de viajar a Iowa, donde pude visitar el famoso taller de escritura al que usted acudió como alumna.
Oh, qué maravilla.
Sí, fue un viaje increíble. Me pregunto qué papel desempeña Iowa en su vida literaria y personal.
Bueno, en Iowa asistí a ese taller, donde conocí a otros escritores y aprendí muchas cosas, sentí por primera vez que podía escribir, que era capaz de hacerlo. Pero Iowa también me enseñó que la agricultura es muy importante, indispensable para las ciudades, y por eso quise estudiar su historia y saber lo que la gente siente y piensa sobre ella. Recuerdo que cuando decidí escribir 'Heredarás la tierra' fui a ver a mi agente y le dije: "Voy a reescribir 'El rey Lear' y lo voy a ambientar en una granja". Mi agente me dijo: "¿Una granja? Nadie quiere leer sobre una granja". Y yo dije: "Bueno, lo haré de todas formas".
Lo hizo y ganó el Pulitzer de Novela. Es un libro que me impresionó mucho, sobre todo el punto de vista que eligió para contar la historia, el de una de las hijas. ¿Puede profundizar en esa decisión?
Bueno, en mi infancia y juventud tuve que leer El rey Lear varias veces, en secundaria, en la universidad y en el posgrado. Todo el mundo decía que era la obra más importante de Shakespeare. Me gustan muchas obras de Shakespeare, de todo tipo, pero lo que más me impactó de esta es que Goneril y Regan, las hijas de Lear, no dicen lo que piensan en ningún momento de la obra, mientras que su padre nunca se calla.
Desde luego, habla, habla y habla, no calla.
Y sus monólogos no son tan interesantes como los que hay en otras obras de Shakespeare, habla se sí mismo todo el tiempo. Desde que lo leí por primera vez pensé: "¡Vaya!, alguien tiene que escribir algo desde el punto de vista de Goneril o Regan". Y elegí a Goneril porque era la mayor. Luego investigué la historia de 'El rey Lear' y descubrí que había indicios de que podría haber habido abusos sexuales, no en esa obra, sino en otras anteriores en las que Shakespeare se basó y pensé que tenía todo el sentido. Además, en aquel momento, mientras escribía el libro, se empezaba a hablar de los abusos sexuales en las familias, así que decidí que sería algo fundamental en la trama y que lo mantendría en secreto hasta el final.

Jessica Lange y Michelle Pfeiffer, en un fotograma de la acpatación al cine de la novela 'Heredarás la tierra'. / EP
Por cierto, ¿aún se resiste a que sus personajes hablen mucho?
[Ríe] Ya no tanto...
Escribir, lo dice a menudo, le provoca mucha alegría y no parece que lo viva como una tarea dura, difícil. En abril del año que viene publicará un nuevo libro, 'Lidie', secuela de 'Las fabulosas aventuras de Lidie Newton', novela que escribió hace 25 años. ¿Cómo describiría su relación actual con la escritura?
Creo que todo lo que hago es como un rompecabezas. También me encantan los juegos de palabras, a diario hago el juego de ortografía del 'New York Times'. Me encantan los rompecabezas porque piensas mucho en ellos y luego tienes que encontrar la manera de que funcionen, como en una novela. No sé si has leído '13 Ways of Looking al the Novel' [13 manera de mirar la novela], un libro que escribí a principios del 2000.
No, no lo he leído, la verdad.
Una de las cosas que noté al escribir el primer capítulo es cómo en el primer borrador hay muchas cosas que no funcionan del todo, pero si lo dejas y lo retomas un par de meses después se te ocurren ideas para que funcione. Pero lo fascinante de una novela, de cualquier novela, es que nunca es perfecta. También me gusta probar cosas diferentes. He escrito novelas de misterio, novelas policiacas, novelas sobre caballos, novelas dramáticas, novelas en las que suceden cosas buenas... Me encantan las novelas, de todo tipo [ríe].
Me encantan los rompecabezas porque piensas mucho en ellos y luego tienes que encontrar la manera de que funcionen, como en una novela
Lo cierto es que se ha dedicado a su carrera literaria con una fortaleza y una perseverancia ejemplares.
Bueno, cuando miro hacia atrás lo que recuerdo es que cada novela... Se me ocurría una idea, pensaba que podía hacerlo y empezaba. Cada una de ellas era fácil, facilísima, difícil o casi imposible, pero me interesaba tanto llegar a resolver el rompecabezas que estaba dispuesta a seguir adelante.
Me pregunto si el hecho de crecer en una familia de narradores como la suya tuvo algo que ver con que decidiera ser escritora.
No, mi decisión se debió a la lectura, ya de niña me gustaba mucho leer. A mi madre le encantaban los libros, quería que fuera a la universidad, que tuviera una buena educación, y nunca me detuvo, ni siquiera cuando leía a escondidas, bajo la manta, con una linterna. Y, probablemente, mi verdadera inspiración fue que en mi último año de universidad tomé clases de escritura creativa. Había leído mucho a Dickens, pero, en mi último año de universidad, el día de Nochebuena empecé a leer 'Nuestro amigo común' y, por alguna razón, me hizo pensar: "No es sólo algo que quiero hacer. Es algo que tengo que hacer".
Hace tiempo, Jonathan Franzen dijo esto sobre usted en 'The New York Times': "Ella entiende que la novela es una forma liberal y que el acto de escribir ficción es una manifestación de empatía hacia personas que tú no eres". ¿Está de acuerdo con él?
Una de las cosas divertidas de Jonathan Franzen es que creció en la misma pequeña zona de San Luis que yo y nuestras familias asistían a la misma iglesia. Él vivía en un barrio diferente al mío, así que no llegué a conocerlo. Pero no me sorprendería que, dado que ambos crecimos en Webster Groves, tuviéramos una perspectiva similar: ser tranquilos, comprensivos y empáticos. La empatía es intentar comprender por qué actúan como piensan los personajes. Se trata de ponerse en su lugar, no necesariamente estando de acuerdo con ellos, sino comprendiendo cómo ven el mundo. Para mí, eso ha sido fascinante. Ya he mencionado a Dickens y a Trollope, pero también Jane Austen, los tres son muy buenos explorando las diferentes sensaciones que experimentan sus personajes a medida que suceden las cosas, son realmente excelentes ayudándonos a comprender sus sentimientos.

Un poco de suerte
Jane Smiley
Traducción de Ce Santiago
Sexto Piso
488 páginas. 24,90 euros
A la venta el 13 de octubre
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