Opinión | PERIFÉRICOS Y CONSUMIBLES

Javier García Rodríguez

Javier García Rodríguez

Escritor y profesor de Literatura Comparada en la Universidad de Oviedo

Abstención, RAE: zona de (mani)obras

Una votación fallida ha generado runrún entre plumillas y opinantes del menguado pero revuelto mundillo literario

Salón de plenos de la Real Academia Española.

Salón de plenos de la Real Academia Española. / ARCHIVO

Anda la RAE estos días de boca en boca y tirón de oreja porque le toca. Una votación devenida en panoplia de abstenciones ha generado algo de runrún (también se acepta rum rum) y algo menos de regomeyo ("disgusto que no se revela al exterior", en Murcia y Andalucía) entre plumillas afines, adláteres, consumidores de Prada a tope y demás opinantes del menguado pero revuelto mundillo literario. Guarda silencio la docta casa. Sus académicos de número –también los numerarios– se retiran a sus cuarteles de invierno y a sus sesiones de los jueves ajenos a las voces admonitorias. Su cónclave ha hablado. Y nada puede revertir o reverter la decisión. A las puertas se quedan los candidatos porque, en cuestión de héroes, al cuórum académico –salvo excepciones quizás gallegas– le agrada más La Chanson de Roland que la chanson de Roland Garros. Y no le ven el engarce a Tintín con los poetas griegos arcaicos.

Guarda silencio la docta casa. Sus académicos de número –también los numerarios– se retiran a sus cuarteles de invierno y a sus sesiones de los jueves ajenos a las voces admonitorias

Han ejercido su voto los herederos de don Juan Eugenio Hartzenbusch, de don Mercurio Antonio López Pacheco, de don Vicencio Squarzafigo Centurión y Arriola, de don Segismundo Moret y Prandergast. Y aunque dice el refrán que el que tiene padrino se bautiza, no ha sido suficiente padrinazgo para la mayoría de los académicos que en el mundo han sido y son: eruditos, preceptistas, preceptores, periodistas, arabistas, canónigos regulares, miembros de órdenes menores (acolitado, exorcistado, lectorado, ostiariado), mendicantes y hospitalarias, políticos, duques, condes y otros representantes de casas nobiliarias, bienhechores, lexicógrafos, cineastas, tacógrafos que llevan grabados en su disco duro exabruptos e improperios, generales de división, cirujanos plásticos, capitales de corbeta, contramaestres de escuela, novelistas alicaídos, tristes y alatristes, lingüistas generativos y transformacionales expertos en la teoría de la rección y el ligamiento, poetas ejercientes, dramaturgos que no quieren más dramas en su vida, especialistas en la culta latiniparla, en la jerigonza, en la jerga, el dialecto y la germanía, ferrallistas del idioma, encofradores de la lengua.

Y aunque dice el refrán que el que tiene padrino se bautiza, no ha sido suficiente padrinazgo para la mayoría de los académicos que en el mundo han sido y son

Pasará el revuelo académico como pasa la tuna en Santiago cantando muy quedo romances de amor, como pasa el amor en la rima 'X' de Bécquer (¡Silencio!), como pasa el tiempo y no te veo en la canción de Bad Bunny, como pasa la gloria ("nos ciega la soberbia / pero un día pasa la gloria, / nos ciega la soberbia / pero un día pasa la gloria. / Y pasa la gloria / y ves que de tu obra / ya no queda ni la memoria") en esa garrapatera versión de sic transit gloria mundo de Pata Negra. Vendrán otros académicos, otras académicas, y tendrán tus ojos o serán tus hijos o sembrarán tus ajos en fértiles tierras de secano para defenderse del vampiro de Bram Stoker.