PERFIL

Olalla Castro, límites e infinitud del lenguaje

La poeta debuta en la novela con 'Mañana', una historia surgida de su interés por el lenguaje

La escritora Olalla Castro, autora de la novela 'Mañana'.

La escritora Olalla Castro, autora de la novela 'Mañana'. / EPE

Anna Maria Iglesia

Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

«Vivir de la poesía es muy difícil». Fue «por desesperación y por precariedad» que la poeta Olalla Castro (Granada, 1979) decidió probar suerte con la novela, y Mañana es el resultado. Licenciada en Teoría de la Literatura, Castro se interesó en sus años universitarios por el estudio del «giro lingüístico» y por la obra de autores como Wittgenstein, Heidegger o Nietzsche.

Este interés está en el origen de Mañana y en el de una de sus protagonistas, Virginia, una mujer que ha perdido a su hija: «El mayor dolor que puede llegar a sentir una persona es la muerte de un hijo», comenta Castro, «y Virginia me permitía indagar en cómo una experiencia traumática puede condenar a una persona a una especie de orfandad del lenguaje. Además, el caso de Virginia es particularmente interesante porque es alguien que ha tenido una fe absoluta en el lenguaje y, de repente, entra en una especie de afasia».

Toda enunciación del yo es una autoficción al pasar por el filtro del lenguaje

Olalla Castro

— Escritora

El interés por el lenguaje está también detrás de la otra protagonista, Sùyîn, una mujer china casada con un hombre al que no ama para quien la escritura íntima se convierte en una forma de resistencia. De esta manera, se sobrepone a su terrible realidad y ayuda también a Virginia. «Oriente salva a Occidente», comenta irónica Castro. «Ese racionalismo ilustrado que ha hecho que Occidente se crea superior al resto es el que ha dejado al borde de la nada a Virginia. La separación entre la razón y la emoción la deja sin esas herramientas que Sùyîn tiene, al venir de una cultura donde la dicotomía kantiana no es válida».

Escrituras de las mujeres

A través de ella, la autora reivindica esas escrituras minúsculas y privadas de las mujeres, que «empezaron a ser reconocidas cuando apareció el concepto de autoficción, algo absurdo, porque toda enunciación del yo es una autoficción al pasar por el filtro del lenguaje». Castro enfatiza en la importancia de estos relatos del yo en la historia de la literatura de mujeres y en la importancia del actual auge del yo que permite que «salgan a la luz relatos de identidades subalternas: personas trans, racializadas…».

Sin embargo, se muestra preocupada por un mercado obsesionado con lo testimonial y lo real: «Una editora a la que le envié el manuscrito me preguntó si yo había perdido a una hija, como si eso dotara de más valor a la novela», recuerda entre indignada e incrédula.

Se ha impuesto una errónea concepción de la verosimilitud –«no es más verosímil algo que ha sucedido realmente que una ficción»– y también la exigencia de literalidad: «Me preocupa que se empobrezca el lenguaje y se suponga que una novela realista es la que reproduce el lenguaje en su función referencial». De ahí la escritura en caracteres de Sùyîn, «que da materialidad a lo abstracto del lenguaje. A través de las grafías chinas se dibuja el mundo», pero metafóricamente. Porque la literatura es un lenguaje que trasciende lo referencial: «Si algo tiene de poesía Mañana es su dimensión metafórica». Porque, a pesar de todo, Olalla Castro no ha disertado de la poesía. Todo lo contrario.