MISCELÁNEA
He venido a hablar de mi libro: Francine Zapater, autora de 'Por bruja y hechicera'
Su nueva novela está basada en hechos reales

La escritora Francine Zapater, autora de 'Por bruja y hechicera'. / EPE
Un torrente con nombre de brujas. Un suceso cruel y desgarrador. Mujeres silenciadas en el tiempo. Estos fueron los tres ingredientes que hicieron colisión en mi mente y, por qué no decirlo, también en mi corazón, cuando di con los hechos reales en los que se basa mi novela Por bruja y hechicera.
Por extraño que parezca, el pálpito surgió de camino a mi habitual trabajo en un hospital. Ahí, frente a un letrero que señala «El torrente de las brujas», supe que detrás de ese simple indicador de la zona de un parque había una historia que contar. Y que yo quería contarla.
Al empezar mi indagación para averiguar el origen de ese letrero descubrí que, en Terrassa, no en una cueva de Zugarramurdi, ni en un pueblo al otro lado del charco como Salem, sino en mi ciudad natal, en la misma que vivo mi vida con total tranquilidad, hubo una caza de brujas real. Todo sucedió al lado de mi casa, frente a mi lugar de trabajo, cerca del colegio de mis hijos, pero con cuatro siglos de distancia.
Me sobrecogió pensar en el maltrato, el dolor y la injusticia que se cometió con 19 mujeres, inmigrantes francesas la mayoría de ellas, a las que durante el siglo XVII se persiguió, expulsó, condenó e incluso a seis de ellas se asesinó bajo la burda acusación de ser brujas y hechiceras.
La época moderna fue convulsa en tierras catalanas en cuanto a los procesos de brujería y, mal que nos pese, en el caso de Catalunya, no fue la Inquisición la que llevó la voz cantante, al contrario, fue la justicia local, el pueblo, nuestros antepasados. Aquí la Inquisición no tenía tanta repercusión ni autoridad como en el resto de España, por un tema político de la época de separación de poderes.
«Las brujas dejarán de existir cuando dejéis de quemarlas», son palabras dichas por el calificador de la Santa Inquisición en tierras catalanas de aquella época, Pere Gil i Estalella, y con ellas da inicio mi novela. Unas palabras con las que se puede tomar el pulso al ambiente de misoginia y persecución hacia las mujeres que reinaba en Catalunya. Él mismo, según la documentación histórica, emprendió una campaña junto otros obispos para acabar con los juicios locales y las siniestras cazas de brujas.
Como escritora no pude menos que plasmar en mi novela esa diferencia crucial en la visión que muchos de nosotros hemos tenido siempre sobre los juicios por brujería. Hubo otros lugares donde la Santa Inquisición fue instigadora de esas condenas, pero, en el caso concreto de Terrassa, el Santo Oficio declaró inocentes a unas mujeres que la justicia local decidió enjuiciar, inculpar y ahorcar desoyendo la sentencia previa.
La impotencia que sentí como mujer y como amante de la historia al descubrir esta caza de brujas me impulsó a trabajar durante tres años en esta novela donde he intentado plasmar, con la mayor claridad posible, el detonante de esos hechos: la misoginia y el miedo a lo desconocido.
Y durante esos años de solitaria escritura en mis entrañas tenía la necesidad ancestral de darles voz, hacer justicia real. Porque pasó una vez y podría volver a pasar, ya que no eran brujas, eran simples mujeres.

Por bruja y hechicera
Francine Zapater
Contraluz
544 páginas
21,95 euros
- Pilar Eyre: 'Me perdí el último suspiro de mi marido porque estaba embebida leyendo a su lado
- Fallece el periodista Fernando Lázaro a los 58 años
- Un profesor del Conservatori del Liceu, acusado de tocamientos a una alumna: 'Es muy baboso y muy tocón
- El Sónar celebra su primera jornada: 'Nos hemos planteado no venir, pero al final somos esclavos del capitalismo
- Nathy Peluso conquista el Sónar con una enérgica presentación de su exitoso álbum ‘Grasa’
- El (aún) incierto futuro de las pinturas de Sijena: ¿volverán a Aragón o seguirán en el MNAC?
- Amaral triunfa en el Sant Jordi Club con una arrolladora confianza en su nuevo disco
- El Reggaeton Beach Festival cambia de sede: de Montmeló a Fira Barcelona