Opinión | PERIFÉRICOS Y CONSUMIBLES

Javier García Rodríguez

Javier García Rodríguez

Escritor y profesor de Literatura Comparada en la Universidad de Oviedo

Con mi librito sabanero

La próxima vez que nos encontremos habremos comenzado un nuevo año. A mí me vale: ando con pocas exigencias últimamente

Árbol de Navidad hecho con libros.

Árbol de Navidad hecho con libros. / ARCHIVO

Voy a cerrar un año más periférico y consumible que ninguno. Mi última pieza de 2024. La próxima vez que nos encontremos aquí habremos comenzado un nuevo año. A mí me vale, no se crean. Ando con pocas exigencias últimamente. "No anheles la respuesta. / Estar es suficiente". Con estos dos versos cierra Juan Bonilla su poema 'Estar'. Estar, solo estar, ya ven ustedes. Sin muchas más exigencias. Quedarse un poco más en el pelotón, pedaleando a ritmo, al rebufo, tapado, protegido del viento y de los cortes producidos por los abanicos insospechados. Seguir regateando con cierto estilo a los oponentes más aguerridos, escapar del aliento en tu nuca del defensor que te acosa en la carrera, salvar las zancadillas rastreras que te lanzan desde cualquier lugar del terreno de juego. Y seguir jugando. 

Mientras tanto, por ahora, vuelta a la postal navideña. Polvorones, peladillas, almendras, turrones, portales de Belén, abetos de mentira, nacimientos de mentira también, niños de pega, padres putativos, reyes sin reino, burritos sabaneros o sabandeños, burritos bisbales, 'ai guana güis yu a merri crismas', le traen regalos en su humilde zurrón, 'ropopompón' (o como se escriba). Y el año que, a pesar de todo, se cierra con más venas que gloria. Un año en el que ha venido la poesía y ha tenido tus ojos.  

Se cierra un que tuvo guerra y paz. Con Libros que nos dijeron quiénes somos y no nos gustó

Un año con libros alicatados hasta el techo y libros con gotelé tapando las imperfecciones de la pared. Un año con libros embutidos de tal manera que con ellos hacemos de tripas, corazón. Libros videntes y evidentes que van donde va la gente. Un año con libros rectos, agudos y obtusos. Libros correctos, peliagudos. Libros 'ayusos'. Un año con libros escritos con inteligencias artificiales y de artificio. Un año que se cierra con fríos que no sabíamos que existían, con escalofríos a destiempo. Libros químicos y venenosos, libros con esperanza y convencimiento.

Un año que se cierra con libros que nos hicieron felices, aunque nosotros se lo pusimos difícil por temor o por inconsciencia. Libros a los que cerramos la puerta y supieron entrar por la ventana. Un año que nos pilló a contrapié, sin manual de instrucciones, con su paraíso, su purgatorio, su infierno algunas veces. Un año con su divina comedia y su divina tragedia. Un año con libros breves en los que nos miramos. Con libros que intentaron hacernos más felices, pero no se lo permitimos por insolencia. Un año que tuvo guerra y paz. Libros que nos dijeron quiénes somos y no nos gustó. Un año que se cierra. ¿Qué he aprendido? Que yo prefiero un año en compañía que cien años de soledad. Lo digo en serie serio.