OPINIÓN

Krasznahorkai o batallar contra la estupidez

El Premio Formentor de este año busca la acción del ciudadano para no caer ante las burdas manipulaciones que se agitan entre las redes sociales, puertas bien abiertas al populismo

El escritor húngaro László Krasznahorkai.

El escritor húngaro László Krasznahorkai. / Ricard Cugat

Álex Sàlmon

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Barcelona
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Dentro de unas dos semanas se entrega el Premio Formentor, uno de los galardones al reconocimiento de toda una obra editada con mayor prestigio en Europa liderado por Basilio Baltasar. La lista de premiados abruma. Desde Samuel Beckett hasta Jorge Luis Borges en 1961, pasando por Saul Bellow en 1965, hasta Juan Goytisolo en 2012 y Annie Ernaux en 2019.

La decisión del jurado siempre abriga cierta provocación. Ocurrió en 2022 al otorgar el premio a la escritora rusa Liudmila Ulítskaya, justo en el momento en que Rusia había invadido Ucrania. Ahora el jurado ha optado por László Krasznahorkai, autor húngaro de escritura compleja y ensortijada, pero que resuelve las dificultades ante la existencia de forma sencilla.

Krasznahorkai considera que no sabemos qué hacer con nuestra inteligencia, ni hacia dónde deberíamos conducirla. Es sencillo entender que, si la sociedad no alumbra qué hacer con su inteligencia, ni sabe hacia dónde llevarla, la resolución para el autor es fácil: «Vamos hacia la nada».

No es difícil rebatir esta idea, pero sólo de entrada. Si bajamos a un análisis más honesto, los logros de las sociedades occidentales tampoco han sido tan extraordinarios como civilización. Hay que poner en valor la sociedad del bienestar, por supuesto. Hace sólo un siglo la mayoría de los niños acababan trabajando en fábricas. Pero ¿y la consciencia?

El escritor húngaro es provocador. Habla de masa estúpida o «estupidizada» que provoca que los ciudadanos se crean las muchas noticias falsas que revolotean por la sociedad. En esta reflexión subyace un cambio de paradigma. Busca la acción del ciudadano para no caer ante las burdas manipulaciones que se agitan entre las redes sociales, puertas bien abiertas al populismo. Así que el jurado del Formentor vuelve a dar en la diana, aunque su obra sea sesuda. O como describe el acta del premio : «alejada de la influencia industrial del divertimento».