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Música

Lily Allen publica el disco de ruptura definitivo: rabia, chisme, creatividad y ningún tipo de vergüenza

Apreciamos las mujeres discretas, ¿o es que apreciamos las mujeres dóciles? La cantante Lily Allen airea los controvertidos detalles de su divorcio en ‘West End Girl’, convirtiendo la rabia en una fuerza creativa sin igual.

La cantante y actriz Lily Allen.

La cantante y actriz Lily Allen. / AP

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Cuando te ponen los cuernos, cuando te comen la cabeza para que todo parezca tu culpa, cuando te proponen una relación abierta solo para poder engañarte “con tu permiso”, puedes llorar, gritar, desahogarte con tus amigos, bloquear a tu ex, ir a terapia, escribirle mensajes que leerás mil veces y nunca le enviarás. Si eres artista, puedes hacer todo lo anterior, y además, convertirlo en algo bello. Una novela, una película, un disco; desde ‘Her’ de Spike Jonze a ‘El amor dura tres años’ de Frédéric Beigbeder o ‘The Boatman’s Call’ de Nick Cave. Pero solo si eres Lily Allen puedes escribir, grabar y producir en tan solo diez días un álbum en el que cuentas todos los detalles de cómo se derrumbó tu matrimonio con el perverso de tu ex. El primer álbum en siete años, y uno de los mejores de tu carrera. Ah, y encima lo publicas por sorpresa y justo cuando él está en plena promoción de su nueva serie. La rabia femenina como motor de acción y creación: el despecho elevado a potencia.

La portada del nuevo disco de Lily Allen, 'West End Girl'.

La portada del nuevo disco de Lily Allen, 'West End Girl'. / EPC

Durante siglos a las mujeres se nos ha dicho que lo elegante es estar por encima de las cosas, sobre todo del dolor. Que la discreción es dignidad y la contención fortaleza. Pero discreción y sumisión se parecen peligrosamente demasiado. Lily Allen, que siempre tuvo lengua afilada y oído pop, se pregunta: ‘I will not absorb your shame, it's you who put me through this / already let you in, all I can do is sing / So why should I let you win?’ [No voy a absorber tu vergüenza, fuiste tú quien me hizo pasar por esto / ya te dejé entrar, todo lo que puedo hacer es cantar / ¿Por qué debería dejar que ganes?], dando en el clavo de todo este embrollo: quién debería sentir vergenza aquí es David Harbour, su ahora ex marido, por todo lo que ha hecho; no Allen por coger y cantarlo todo a los cuatro vientos.

Dejar de avergonzarte por lo que te ha pasado, contarlo, entender que no estás loca, que eso está objetivamente mal, es un paso importantísimo para aclarar los grises de una traición como ésta. Los comunes mortales damos este paso hablando con nuestro círculo; Lily Allen puede, y debe, hacerlo con el planeta entero. Cuando Spike Jonze, Beigbeder o Nick Cave hicieron sendas pelis, libros y discos de sus divorcios nadie se llevó las manos a la cabeza.

Solo si eres Lily Allen puedes escribir, grabar y producir en tan solo diez días un álbum en el que cuentas todos los detalles de cómo se derrumbó tu matrimonio con el perverso de tu ex.

Solo si eres Lily Allen puedes escribir, grabar y producir en tan solo diez días un álbum en el que cuentas todos los detalles de cómo se derrumbó tu matrimonio con el perverso de tu ex. / Charlie Dennis

Más allá del chisme

Dejémonos un segundo de eufemismos y hagamos una recapitulación breve de los acontecimientos, siguiendo la cronología que Allen nos narra en ‘West End Girl’.

2020: Lily Allen y David Harbour, actor en Stranger Things, se casan, se compran una casa en Nueva York y ella, británica, lo deja todo para instalarse en EE.UU.

2021: a Lily le ofrecen un papel en una obra de teatro en Londres, por lo que vivirá ahí un tiempo. David cuestiona primero el talento de su mujer, preguntandose cómo es que no ha tenido ni que pasar un casting, y luego, en una llamada (en el disco solo escuchamos la parte de Lily), Harbour le pide una relación abierta ya que ella está lejos de casa y él tiene necesidades. Ella acepta para hacerle feliz, pero con unos límites claros: solo desconocidas, no vale involucrarse emocionalmente, jamás en casa, solo hoteles.

2022-2024: la inseguridad de sentir que su marido no la desea ni la quiere hace mella en Lily, quien además empieza a sospechar que él no está cumpliendo el acuerdo y está teniendo relaciones emocionales paralelas, no solo encuentros sexuales casuales. Empieza a buscar pruebas y a traspasar límites morales: revisa su móvil, sus extractos bancarios, su apartamento. Descubre que tiene razón, que juega a tenis con una tal Madeleine, que tiene su antiguo apartamento lleno de juguetes sexuales, que no ha dejado de mentirle. Ella se mete a apps de citas con cero ganas, piensa en volver a beber. Lo acanban dejando a finales de 2024.

Y llegamos a finales 2025, con la publicación de este disco.

Pero el chsime es lo de menos. Lamentablemente, no es nada extraordinario: todos hemos sido Lily Allen a veces, David Harbour otras. Porque ‘West End Girl’ es una clase magistral de sobre cómo escribir canciones. Sobre cómo narrar una historia en una época de singles y one-hit wonders, sobre cómo coger el género confesional y hacer algo bello, bellísimo con ello. Un disco que, como un musical, transita entre diversos géneros para contarnos una historia emocional.

El break-beat de ‘Ruminating’ para los pensamientos intrusivos, el western de ‘Madeleine’ para la confrontación con la amante, la nostalgia de ‘Beg for me’ con ese sample de Luminee (one- hit wonder de 2003) para desear que todo fuera como antes, el R&B noventero en el cierre cándido de ‘Fruityloop’: querido, eres tan solo un niño grande con problemas de abandono. ¿Pero sabes? ‘It’s not me, it’s you’, cierra Lily haciendo referencia al álbum que la catapultó a la fama. Un disco ‘West End Girl’ en definitiva, al que llegas por el chisme, y te quedas por lo refrescante, imaginativo y catártico que resulta.

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