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Cuero, raso y rock’n’roll

El musical trans-gresor: 'The Rocky Horror Show' llega al Coliseum de Barcelona

Jason Donovan, de estrella pop a Frank-N-Furter ('The Rocky Horror Show'): "Sigo siendo un adicto, pero ahora a cosas mucho más saludables"

Un momento de 'The Rocky Horror Show'

Un momento de 'The Rocky Horror Show' / The Rocky Horror Show

Luis Troquel

Luis Troquel

Barcelona
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Seguramente, ‘The Rocky Horror Show’ sigue siendo el más lúbrico y rockero de los grandes musicales de la historia. Volvía al teatro Coliseum de Barcelona este pasado jueves directamente del West End londinense. En viaje relámpago, solo hasta el 2 de noviembre. Versión original en toda la acepción del término: en inglés (con subtítulos) y genuino sabor. La misma producción que tanto entusiasmó en su visita hace dos años con un nuevo aliciente: nada más y nada menos que el australiano Jason Donovan en el mítico papel principal. Con lencería de cuero y raso toda la función, desde su impactante irrupción en el escenario cantando ‘Sweet transvestite’. Como mucho, en algún tramo, con bata de perverso cirujano cubriéndole hasta el liguero.

Su temprana adaptación cinematográfica (‘The Rocky Horror Picture Show’) lo convertiría en festivo ritual de culto y experiencia inmersiva ‘avant la lettre’. En consonancia, la otra noche fans disfrazados como sus personajes se levantaban a bailar en las primeras filas al sonar la emblemática ‘Time Warp’. ‘Túnel del tiempo’ que nos lleva directamente a 1973. El año mayúsculo de Bowie y T. Rex. El del debut de Queen y los New York Dolls, y en el que, tras un estreno underground, la obra escrita por Richard O’Brien se convirtió en el musical glam por excelencia (igual que ‘Hair’ al hippismo). Y como tal, también retrocede al rock’n’roll de los 50 y viaja al futuro sideral.

Transilvania transexual

Pero ni es un musical generacional ni retrata un momento histórico. Ya en la canción inaugural, con un gran telón violeta todavía solo entreabierto, la azafata nos avisa: va a ser como una ‘doble sesión’ de viejo cine de serie B, de terror entelarañado y rudimentaria ciencia ficción. Y si en su día al glam se le llamaba también ‘gay rock’, aquí iba aún más lejos. Rima “transexual” con “Transilvania” y sigue siendo transgresor. Muchísimo más que las drag queens políticamente correctas de hoy.

La historia de un doctor Frankenstein travestido que crea para su disfrute un adonis musculoso llamado Rocky (tres años antes por cierto de que Stallone noqueara las taquillas), transita al más gozoso y turbulento delirio. Cantado y bailado. Con 15 actores y banda tocando en directo en lo alto de un hemiciclo escénico de regusto a cartón piedra. Y con desternillantes diálogos y situaciones de vodevil ‘trash’. Frenéticamente desinhibido y distinto a cualquier otro musical. Y sobre todo, repleto de grandes canciones con ‘nivelazo’ interpretativo.

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MANU MITRU Y BÁRBARA FAVANT

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