Teatro
Crítica de ‘La mà’: Pol López encarna el sueño americano mutilado en La Villarroel
El humor negro de Martin McDonagh vuelve a La Villarroel con Pol López y Albert Prat en un duelo beckettiano parodia lo peor de Estados Unidos

Pol López en 'La mà', en La Villarroel. / EPC

En la habitación de un cochambroso motel del remoto Spokane (estado de Washington, Pacífico), un extraño personaje, Carmichael (Pol López), busca la mano que perdió hace 27 años. No, no se trata de la última peli de acción de Hollywood, es la obra de Martin McDonagh ('La reina de la bellesa de Leenane') que acaba de estrenarse en La Villarroel. 'La mà' (2010) es una comedia negrísima, con reflejos del absurdo beckettiano y un perfume bien marcado del Tarantino más gánster. El director Pau Carrió ('Crim i càstig') asume el reto de encontrar la potencia y textura adecuadas en un paisaje lleno de trampas, entre tópicos cinematográficos y la tentación del naturalismo imposible.
En la misma sala, en 2017, vimos el McDonagh más irlandés, el de 'La calavera de Connemara', una versión más grotesca, fangosa y supersticiosa. Siguiendo con el cuerpo como rastro, cambiamos un cráneo por un miembro amputado, del retrato sucio rural saltamos al western urbano en una “nació trista i decadent”. Mientras Obama llega a la presidencia, la antiépica de los suburbios se enorgullece de su racismo, y ya antes del ascenso 'woke' se prefigura la respuesta reaccionaria. Violencia y crueldad, la mano amputada es la metáfora de una sociedad en descomposición que también ha perdido el norte.
Cartón piedra decadente, parece que Carrió ha querido prefigurar el escenario como el set donde se rueda un film de serie B. Entre pelucas, muñones improbables y miembros cercenados poco creíbles, no hay posibilidad de anclar el disparatado argumento en la verosimilitud, por eso naufragan los intentos de alcanzar un tono realista. En consonancia, la comedia tampoco acaba de atrapar todo su potencial sin el ritmo y el extrañamiento apropiados. El absurdo requiere la conjura de los lugares comunes, escoger entre la astracanada acelerada que hubiera rodado Robert Rodríguez y la farsa moral típica de los hermanos Coen.
Con dibujos de personaje más detallistas, los roles de Mia Sala-Patau y Soribah Ceesay hubieran reflejado mejor los bajos fondos, esos jóvenes estafadores que se mueven entre el cinismo adulto y la búsqueda de una salvación que sabemos inalcanzable. Menos afectado que otras veces, Pol López apuesta por la contención en su dibujo del protagonista, ni demasiado violento ni visiblemente frágil, antihéroe tullido de una quimera imposible, macho blanco condenado al resentimiento. Finalmente, Albert Prat es el disparador cómico con su recepcionista, vértice de la función con un clown nada inocente: su mirada encuentra belleza en la violencia y la sinrazón. En esta tragicomedia sin redención, la carcajada es un reflejo nervioso ante el abismo.
Suscríbete para seguir leyendo
- Muere a los 41 años Amaia Arrazola, referente de la ilustración y del arte mural de gran formato
- Lux', el nuevo disco de Rosalía, canción a canción: de la aparición de Daft Punk a los coros de su hermana Pili
- La alfombra roja de Los40 Music Awards Santander 2025 en Valencia | Los mejores 'looks, de Rosalía a Aitana, Emilia y Chiara Ferragni
- El nuevo disco de Rosalía causa sensación en el mundo de la clásica y el Liceu le ofrece 'carta blanca
- Rosalía luce su formación clásica en 'Lux': ''En su manera de cantar se notan unos conocimientos musicales profundos, como en los Beatles
- Death Valley', el nuevo fenómeno del 'cozy crime' de la BBC británica
- Jamiroquai pone al Palau Sant Jordi en trance con un empacho de ‘groove’
- Las ediciones físicas de 'Lux', de Rosalía, vuelan: 'Hace dos años volví a Dios y no veo el momento de poner el disco en mi Technics