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Entrevista

El hijo de John Le Carré revive al legendario espía George Smiley: "Vivimos constantemente en las consecuencias del pasado"

Nick Harkaway publica 'La decisión de Karla', novela que recupera al célebre personaje creado por su padre y regresa a los años de tensión y espionaje de la guerra fría aprovechando la década perdida entre 'El espía que surgió del frío' y 'El topo'

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El escritor Nick Harkaway en una imagen facilitada por su editorial

El escritor Nick Harkaway en una imagen facilitada por su editorial / Urszula Soltys

David Morán

David Morán

Barcelona
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En cuanto Nick Harkaway (Cornwall, 1972) tuvo lista una versión más o menos aceptable de 'La decisión de Karla' (Planeta), lo primero que hizo fue enviarle el manuscrito a su amigo Joe Hill, mago del terror y, a la postre, hijo del mismísimo Stephen King. "Somos de los pocos en la tierra que no necesitamos explicarnos lo que significa tener un padre famoso", desliza al otro lado de la pantalla Harkaway, de nombre real Nick Cornwell y por siempre jamás hijo de David Cornwell, John Le Carré para millones de lectores en todo el mundo. El manuscrito en cuestión, una "locura" surgida de una calculada mezcla de memoria, respeto y expreso deseo paterno de mantener viva su obra, era en realidad la primera novela protagonizada por George Smiley desde la publicación de 'El legado de los espías' en 2017 y la muerte de Le Carré en 2020.

Un libro que viene a llenar esa década de vaporoso vacío que se abrió entre dos de las novelas más legendarias de la serie, 'El espía que surgió del frío' (1963) y 'El topo' (1974) y con el que Harwakay toma las riendas del esquivo agente del servicio secreto británico tras pulir la póstuma ‘Proyecto Silverview’ (sin Smiley pero con hondo desencanto por la deriva de la sociedad) y recopilar junto a su hermano Tim décadas de correspondencia en ‘Un espía privado’. El momento, asegura, no podía ser mejor. O peor, según se mire. "Vivimos constantemente en el pasado, en sus consecuencias, así que su mundo es un puente entre el siglo XIX y el XXI. La historia no desaparece por mucho que grites. Smiley es quien puede traer la realidad de la historia y del mundo al presente", diagnostica el escritor. 

John Le Carré y su hijo Nick, fotografiados en los años 70

John Le Carré y su hijo Nick, fotografiados en los años 70 / CEDIDA POR EL AUTOR

Los conflictos, las tensiones étnicas y las fracturas históricas siguen siendo las mismas"

Es tal la pasión con la que habla Harkaway del personaje-bandera su padre, el mismo que encarnaron de forma memorable Alec Guinness primero y Gary Oldman después, que cuesta creer que su primer impulso fuese salir corriendo. "Cuando murió dejó una carta de deseos que decía, entre otras cosas, que había que mantener vivo su nombre y asegurarse de que la gente siguiera leyendo sus libros. Una de las formas de hacerlo era creando nuevos libros, así que hice una larga lista de personas que podrían hacerlo. Personas, claro, que no fueran yo", explica.

Será que, como reconoce ahora que ya está trabajando en una segunda novela de la serie Smiley, meterse en el pellejo de su padre y exhumar las viejas rencillas de la guerra fría era una maniobra con alta probabilidad de siniestro y colisión múltiple. "Es peligroso y a veces un poco doloroso, pero también muy satisfactorio y emocionante. Cuando publicamos el libro en el Reino Unido, casi todas las reseñas empezaban con un párrafo que decía: 'Esperaba odiar este libro, pero debo admitir que lo he disfrutado mucho'. Ahí comprendí lo peligroso que era estar en el lugar de mi padre", relata. 

Jane y David Cornwell junto a su hijo Nick

Jane y David Cornwell junto a su hijo Nick / CEDIDA POR EL AUTOR

Un espía en el ADN

Harkaway, en cualquier caso, venía entrenado de casa, donde las historias, asegura, eran más que eso. "Eran nuestra moneda de cambio, nos contábamos historias como una forma de decirnos 'te quiero'", desvela. Tampoco el universo del Circus escapaba a aquella familiaridad. "Cuando yo aprendía a hablar, él estaba escribiendo las novelas de Smiley y se las leía en voz alta a mi madre, así que forma parte de mi ADN lingüístico", cuenta. Normal que en su primer mano a mano con la leyenda, el hijo de Le Carré se infiltre con soltura en las líneas enemigas y aproveche la década perdida de Smiley para ahondar en la forja de Karla, la temible némesis del espía inglés. "En la narrativa hay un salto de diez años, durante los cuáles Karla pasa de ser alguien no mencionado a convertirse en archienemigo. ¿Cómo sucede?, ¿de dónde viene?, ¿cómo emerge esa figura?", se pregunta.

Smiley, y mi padre también, por definición, son el tipo de persona que mira un jarrón roto y puede decirte cómo se rompió y cómo repararlo"

Para resolver tantas incógnitas, uno de los grandes desafíos, asegura, ha sido aparcar su propia carrera de escritor de género, especialmente de ciencia ficción, y enfundarse los trajes de tallaje casi siempre equivocados del eficiente agente de inteligencia. "El espionaje es una forma de magia. Es como la fuerza en ‘Star Wars’: si un buen autor de espías te convence, tú también crees que podrías hacerlo. Los buenos relatos de espías te instruyen, te hacen sentir parte de ese mundo. Los espías desaparecen en una multitud, saben cosas que nadie más sabe y George Smiley hace lo que hacen los magos o superhéroes: se desvanece", relata  

Ambientada en la primavera de 1963, 'La decisión de Karla' expande el universo Le Carré y cumple por lo menos uno de los deseos del autor de 'El jardinero fiel': mantener viva su llama. "Y no solo la del escritor, sino sobre todo la de su manera de pensar", matiza Harkaway”. "Mi padre fue un hombre impulsado por la compasión. Hijo de un padre abusivo y una madre ausente, su primera pregunta ante cualquier situación era: '¿quién está siendo herido?' Toda su visión del mundo se construía sobre esa pregunta. Por eso sus últimos libros son políticamente más directos, más acusadores", añade. Se entiende así que, cuando se le pregunta por la vigencia de un personaje como Smiley en pleno siglo XXI, tenga la respuesta más que preparada. "Smiley, y mi padre también, por definición, son el tipo de persona que mira un jarrón roto y puede decirte cómo se rompió y cómo repararlo. Vivimos en un mundo que parece roto y cuyas líneas de fractura no entendemos. Smiley es alguien capaz de poner el mundo en contexto, de devolverle sentido y mostrarnos cómo funciona", recita.

La familia Cornwell, sentada a la mesa en su casa de Cornualles

La familia Cornwell, sentada a la mesa en su casa de Cornualles / CEDIDA POR EL AUTOR

Además, añade, por más que medien unas cuantas décadas entre la época en la fue escrita 'El espía que surgió del frío' y el puro siglo XXI que vio nacer 'La decisión de Karla', las cosas tampoco han cambiado tanto. "Los conflictos, las tensiones étnicas, las fracturas históricas siguen siendo las mismas. El mapa global se repite. Hay una guerra en Ucrania y Rusia compra drones iraníes”, lamenta. Menos mal que tenemos a Smiley. Y, según parece, para rato, ya que tras una segunda novela ambientada en en 1965 en Estados Unidos, no descarta Harkaway aprovechar el personaje de su padre para desenterrar historias europeas que quedaron enterradas entre los grandes conflictos del siglo XX. "Cada una de estas historias pertenece, en el fondo, al siglo XX más reciente, así que siempre van a tener relación con la guerra fría. De hecho, muchas empiezan en el siglo XIX o XVIII, y como la guerra fría fue un yunque, un punto de inflexión, todas esas historias resuenan. No se trata sólo de usar a Smiley, es que el mundo de Smiley inevitablemente abarca todo eso".

'La decisión de Karla. Una novela del Circus de John Le Carré'

Nick Harkaway

Traducción de Milo J. Krmpotić

395 páginas

20,80 euros

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