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Tras los pasos de Julio César

Santiago Posteguillo reconquista las Galias: "Cuando se pone el énfasis en la división las cosas suelen acabar mal"

El escritor valenciano, superventas de la novela histórica, publica 'Los tres mundos', tercera entrega de su ambiciosa saga dedicada a Julio César

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Santiago Posteguillo posa en las termas de Santa Bárbara de la ciudad alemana de Tréveris

Santiago Posteguillo posa en las termas de Santa Bárbara de la ciudad alemana de Tréveris / Miquel Olivé

David Morán

David Morán

Tréveris y Coblenza (Alemania)
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En la ciudad alemana de Coblenza, justo donde los ríos Rin y Mosela se funden ante la impávida mirada de Guillermo I y sus 14 metros de estatua ecuestre de bronce, Julio César vio, venció y, con el tiempo que le sobró, mandó construir un puente de aura legendaria. Un ingenio militar que le habría de permitir atemorizar a usípetes y téncteros, ensanchar las fronteras del imperio y coronar la conquista de las Galias. ¿Su lema? "Un procónsul de Roma no cruza el Rin en un bote". Así que al lío: ocho legiones, 20.000 hombres arrimando el hombro por turnos y menos de una semana de trabajo clavando troncos y pilotes en el lecho fluvial utilizando grúas y martinetes gigantes instalados sobre dos barcazas. De propina, un segundo golpe de efecto en forma de desmontaje 'exprés' 18 días después. Al César, ya se sabe, lo que es del César. 

"Utiliza la guerra psicológica: hace un puente para demostrar que puede cruzar por donde confluyen los dos ríos y lo termina en 10 días", explica Santiago Posteguillo mientras recrea a orillas del Rin uno de los episodios centrales de 'Los tres mundos' (Ediciones B / Rosa dels Vents), el tercero de los seis libros con los que el valenciano, profesor en excedencia y superventas a tiempo completo, planea narrar la vida de Julio César en clave de vibrante novela histórica. "¿Qué pensarían esos germanos cuando vieron construir un puente en tan poco tiempo?", se pregunta el también autor de 'Roma soy yo' y 'Maldita roma' desde la primera meta volante, tres novelas y más de 2.600 páginas en total, de su ambicioso y descomunal proyecto literario. Cabe preguntarse también qué debió pensar Vitruvio, esforzado arquitecto militar y brazo creativo de la República, cuando le cayó encima semejante encargo. "En las próximas novelas ya va asustado a la tienda de César", bromea. 

Santiago Posteguillo en la fortaleza de Ehrenbreitstein, con la confluecia de los ríos Mosela y Rin a su espalda

Santiago Posteguillo en la fortaleza de Ehrenbreitstein, con la confluecia de los ríos Mosela y Rin a su espalda / Miquel Olivé

Siguiendo los pasos del célebre general romano, Posteguillo ha viajado a Tréveris y Coblenza para reconquistar las Galias y recordar sobre el terreno que las campañas de César no se limitaron a lo que hoy conocemos como Francia y la irreductible aldea de Astérix y Obélix, sino que incluyeron escaramuzas contra germanos y belgas, incursiones en Britania y la región atlántica y sonados enfrentamientos con líderes eburones y suevos como Ambiórix y Ariovisto. “Esto era la Galia”, enfatiza el escritor. 

La forja de Occidente

Al norte del Rin, Odin Thor y la cultura germánica. Al sur, los tréveros y su imponente caballería. He aquí el primero de 'Los tres mundos', el de la campaña militar y la visión estratégica. "Hay que ser Cesar para saber qué sitio será neurálgico para la historia de Europa", asegura desde lo alto de la fortaleza Ehrenbreitstein, testigo milenario y milagroso superviviente de casi todas las guerras. A sus pies, no muy lejos de donde debía alzarse el puente de Vitruvio, se conmemora la unificación alemana y el nacimiento del Segundo Reich, así que algo de ojo sí que debía gastar el procónsul. "Lo que hace César es forjar el Occidente actual. Podemos debatir si ha sido algo bueno o malo para la humanidad, pero lo que sí es seguro es que después de César el mundo nunca es igual", reflexiona. 

No me pasaría con un personaje 12 años si no pensara que tiene mucho más de positivo que de negativo. Habiendo cuestiones negativas, yo creo que César representa lo mejor de Roma; lo peor queda en manos de otros personajes como Nerón o Domiciano"

Los otros dos mundos de la novela, hábilmente entrelazados en episodios breves y diálogos veloces, remiten por un lado a Roma y por el otro a Egipto: Clodio hace y deshace a su antojo, Craso y Pompeyo buscan suministros en las riberas del Nilo y Ptolomeo XII aprovecha su exilio en la capital de la República para intentar recuperar el trono. Al faraón, por cierto, le acompaña su hija, una tal Cleopatra en versión expansiva. "Me cuesta controlarla -reconoce Posteguillo-. Es un personaje que da codazos y va pidiendo cada vez más páginas, porque es audaz, aparentemente valiente, culta, inteligente… Pero, al fin y al cabo, esto es la saga de Julio César, ¿no?". 

El cruce de todos estos caminos le sirve al valenciano para ahondar en su visión holística de la historia y reconstruir la figura de César a partir también de la esfera íntima. "Con personajes de esta magnitud parece que lo único importante sean las grandes decisiones políticas o militares, pero cómo se sientan también puede influir: si yo estoy amargado y tengo un ejército a mi mando, eso va a afectar a mucha gente", ilustra. Sirva esto para explicar que, a partir de 'Los tres mundos', "César se nos va a empezar a oscurecer". “Podríamos pensar que será por un gran hito histórico, pero también puede ser algo personal, algo a lo que los historiadores no dedicarán más de una línea”, insiste. Se refiere Posteguillo a la muerte de la hija de Julio César y su nieto no nato, drama familiar que acabará desembocando en la guerra civil romana. "Es un punto de inflexión que va a ayudar en su oscurecimiento, un proceso complejo y con altibajos en el que habrá vanagloria personal y grandes momentos de magnanimidad y generosidad”, avanza.

Posteguillo, frente a la Porta Nigra de Tréveris

Posteguillo, frente a la Puerta Negra de Tréveris / Miquel Olivé

Vidas privadas

Sin perder de vista grandes cuestiones logísticas y militares -"Hitler y Napoleón perdieron porque no tuvieron en cuenta la logística", recuerda-, desvela Posteguillo que sus dos grandes modelos a la hora de escribir 'Los tres mundos', ambientada entre los años 58 y 53 a.C., han sido 'Historia de dos ciudades', de Dickens, y 'Middlemarch', de George Eliot. "Dickens explica el gran proceso de la revolución francesa a través de la importancia de la vida privada. "Middlemarch', la vida rural en el centro de inglaterra y los grandes cambios con llegada del ferrocarril", explica. Vidas privadas y sacudidas históricas para construir, piedra a piedra, una época de la que Posteguillo prefiere mostrar el despliegue táctico antes que el desolado paisaje después de la batalla. "Queda claro que no fomento el belicismo ni me parece bien la guerra, así que prefiero quedarme en las estrategias más que en el horrible enfrentamiento militar”, razona. 

De ruta por los túneles subterráneos de las termas de Santa Bárbara de Tréveris, “durante muchos años las segundas más grandes del imperio”, recuerda el escritor que la ciudad llegó a tener hasta 90 templos dedicadas a deidades romanas y galas mientras refiere disputas políticas, juegos de equilibrios y "alianzas políticas sostenidas por confluencias de intereses". Lo de siempre, vamos. "Pero yo siempre hablo de hace 20 siglos", incide. El mensaje, con todo, es cristalino. "Lo que te va mostrando 'Los tres mundos' es que la división política, la división nacional, la división en general, suele conducir a muchísimos conflictos, a enfrentamientos y a situaciones muy negativas. Lo que no quiere decir que no se puedan tener, por supuesto, diferencias, pero cuando se pone el énfasis en la división se suele acabar mal”, expone.  

Santiago Posteguillo posa en el anfiteatro de Tréveris

Santiago Posteguillo posa en el anfiteatro de Tréveris / Miquel Olivé

Cambio de escenario y rápido salto al Anfiteatro de Tréveris, imponente construcción del siglo I d.C. en cuya arena invoca Posteguillo el espectro de Espartaco, presente ya en 'Maldita roma' y cuya leyenda atraviesa también 'Los tres mundos'. "No puedes escribir una novela de romanos y que no salga un gladiador por algún lado”, apunta, enigmático, mientras recuerda a pie de arena ese verso de 'La peregrinación de Childe Harold' en el que Lord Byron describió, maravillado y taciturno, las ruinas del Coliseo de Roma. “Para él, un anfiteatro representaba lo mejor y lo peor del mundo romano”, recuerda. 

¿Se podría decir lo mismo, también, de su Julio César? "Yo no me pasaría con un personaje 12 años si no pensara que tiene mucho más de positivo que de negativo -replica-. Habiendo cuestiones negativas, yo creo que César representa lo mejor de Roma; lo peor queda en manos de otros personajes como Nerón o Domiciano". Próxima parada, la rebelión de Vercingetórix y todo lo que conducirá a la Guerra Civil. El desenlace, cada vez más cerca. "Al final me va a pasar como a Colleen McCullough, que cada vez hacía las novelas más largas porque no quería matarlo", bromea. De momento, él ya ha pasado de las 896 páginas de 'Maldita roma' a las 1037 de 'Los tres mundos'. Veremos con la cuarta.

'Los tres mundos. La conquista de las Galias por Julio César'

Santiago Posteguillo

Ediciones B / Rosa dels Vents

1038 páginas

25,90 euros

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