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Crónica

Sullivan Fortner, más 'cool' que nadie en su estreno en el Festival de Jazz de Barcelona

El pianista de Nueva Orleans y su trío deslumbran en el Conservatori del Liceu

Sullivan Fortner Trio, en acción durante su concierto en el Festival de Jazz de Barcelona, este 14 de octubre.

Sullivan Fortner Trio, en acción durante su concierto en el Festival de Jazz de Barcelona, este 14 de octubre. / Hal Masonberg / Festival de Jazz de Barcelona

Roger Roca

Roger Roca

Barcelona
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Hace años que está entre los mejores. Pero ahora, además, es el hombre de moda. Sullivan Fortner debutaba en el 57 Festival de Jazz de Barcelona con el Conservatori del Liceu lleno y a solo pocos días de recoger el primer Larry J. Bell Jazz Artist Award, el premio con la mayor dotación económica del mundo del jazz. Pero la alegría que irradia Fortner viene de antes. La lleva dentro. Es difícil ver sobre un escenario a alguien tan capaz y al mismo tiempo tan relajado, tan disfrutón. Sullivan hace de todo un juego. Y en su caso, todo significa cualquier cosa que se proponga.

¿Swing? El que haga falta. ¿Juegos rítmicos diabólicos? Su especialidad, y la de su trío, que le sigue donde sea, por complicado que sea el recorrido. ¿Un poco de piano stride, el abracadabra del jazz de principios del siglo XX del que ya casi nadie se acuerda? Sullivan Fortner te lo toca. ¿Un bolero? Aquí van 'Dos gardenias' cubanas, pero desdobladas y multiplicadas como si fueran un ramo de flores de origami. ¿Blues? Blues con fundamento pero sin lágrimas de cocodrilo. ¿Contrapunto? Un maestro. ¿Música de Charles Mingus, el “Sant Cristo Gros” del jazz moderno que nunca está en los repertorios modernos porque a ver quién se atreve a meterle mano a algo tan único? El trío de Sullivan Fortner toca 'Pithecanthropus Erectus', uno de los grandes hitos de Mingus, con toda la algarabía del original pero dándole un aire suyo. “No hay trucos, no hay trampas. Solo somos tres estudiosos de la música”, dice antes de despedirse. Y a pesar de la visto, no suena a falsa modestia. Cuestión de carisma.

El bis trae una mala noticia, la única nota triste de toda la noche. Antes de salir al escenario, una llamada de alguien querido le informa de que ha muerto D’Angelo, grande del soul moderno que para la generación de Fortner fue un icono. Y el pianista se sienta en la banqueta y se acuerda de 'Really Love', un medio tiempo precioso y arrastrado que Fortner toca solo con la mano izquierda, porque en la derecha aun tiene el micrófono con el que acaba de compartir la mala noticia con el público. Con esa mano izquierda suya repitiendo la cadencia de 'Really Love' ya valdría. Pero mientras la toca, parece que se anima y suelta el micro para poder hacer más cosas, para dar más vueltas a ese riff de pocas notas y hacerlo más grande y más luminoso. Y al final, incluso el duelo es una alegría.

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