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LIBROS

Arundhati Roy, escritora y activista: "¿Podría haberse cometido el genocidio de Gaza sin el dinero de Europa y América? Esa es la pregunta: quién es el responsable"

La celebrada autora india publica un volumen de memorias instigado por la muerte de su madre, una carismática educadora y activista feminista con la que la unió una tormentosa relación

La escritora india Arundhati Roy.

La escritora india Arundhati Roy. / Mayank Austen Soofi

Jacobo de Arce

Jacobo de Arce

Madrid
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El día que Donald Trump y su plan de paz son celebrados en un parlamento israelí muy poco pacifista, el mismo en el que horas más tarde el presidente americano recibirá a los líderes mundiales en El Cairo como si él fuera el anfitrión y Egipto un virreinato de EEUU, Arundhati Roy está en Madrid para presentar su nuevo libro a un pequeño grupo de periodistas. La escritora india ha hecho del antimperialismo y la defensa de los pueblos y las minorías oprimidas una de las vetas fundamentales de su trabajo, así que incluir el tema en la conversación es inevitable. "¿Podría haberse cometido el genocidio sin el dinero de Europa y América? Esa es la pregunta que hay que hacerse: quién es el responsable", dice la autora sin perder su media sonrisa y con esos ojos algo vidriosos que parecen contener toda su empatía con los desheredados de este mundo, los mismos que han protagonizado las novelas y ensayos que la han hecho célebre.

Ha sido la cuestión de Gaza, indirectamente, la que la ha reunido con la prensa en Madrid. La escritora tenía que presentar su novela en Barcelona el 15 de octubre, pero la huelga general por Palestina convocada para esa jornada echó por tierra sus planes en la Ciudad Condal. Así ha acabado, dos días antes, en la capital. No le importa: está feliz con que los españoles se movilicen y con que hayan obligado a su gobierno a poner en marcha un embargo de armas a Israel.

En la conversación con los periodistas, Roy recuerda que lleva escribiendo sobre este conflicto desde 2002. Se alegra por el alto el fuego y dice que ojalá que se mantenga, por el bien de los palestinos. Pero no le gustan las condiciones de rendición con las que se ha impuesto, ni el negocio inmobiliario que parece encerrar un acuerdo supervisado "por criminales de guerra del conflicto de Irak, Tony Blair y compañía". Compara lo que estamos viviendo con lo que sucedía en la película 'La zona de interés'. "Se espera de nosotros que miremos y que hagamos como que nada está sucediendo", asegura.

Una tormentosa relación madre-hija

Arundhati Roy publica estos días 'Mi refugio y mi tormenta' (Alfaguara en castellano y Ara Llibres en catalán), un libro de memorias que bascula sobre la complicada relación que tuvo siempre con su madre, la educadora y activista feminista Mary Roy, y que sintió que tenía que escribir cuando esta falleció en septiembre de 2022. Ese cordón umbilical que todavía la unía con ella estaba hecho casi a partes iguales de terror y de admiración, de rencor y cariño. Mary era una madre implacable y violenta que a veces rozaba lo perverso en la relación con sus hijos. Pero también fue una mujer valiente, muy implicada en la defensa de los derechos de las mujeres de su país y que luchó por hacer un poco mejor la sociedad en la que vivía. Combatió leyes injustas en los tribunales y puso en marcha una innovadora y célebre escuela en Kerala, el estado en el que nació y vivió casi toda su vida. Las dos caras de una misma moneda, o el refugio y la tormenta para su hija a los que hace referencia en el título.

"Este no es un libro sobre una madre cruel, y yo no soy quien para perdonarla", comenta Roy cuando se le pregunta si, con este ejercicio literario, ha pretendido saldar cuentas con ella. Lejos de querer juzgarla, el libro surgió al plantearse "el desafío de si sería capaz de escribir sobre ella". O más bien, de hacerlo de forma explícita. No hay que olvidar que Mary ya inspiró uno de los personajes principales de 'El dios de las pequeñas cosas', la novela con la que Arundathi Roy debutó en 1997, ganó el premio Booker y se convirtió en una escritora mundialmente conocida. De alguna manera, su madre ha sido una sombra siempre presente en su vida y en su escritura. A pesar de sus burlas cuando era tan solo una niña, que destrozaban a la ahora escritora, de los golpes frecuentes o de las críticas destructivas de casi todo lo que hacía, "no siento que ella hiciera nada mal. Yo simplemente sobreviví ella, y ella sobrevivió a mí", dice la autora, que reconoce que nunca dejó de quererla.

Si Roy se decidió a escribir este libro fue porque la muerte de madre le afectó mucho más de lo que esperaba. Con 89 y 60 años respectivamente, la despedida debería haber sido más fácil, el cumplimiento de una ley de vida que llegaba a su hora. Pero a la escritora se le removió algo muy profundo. "Yo creía sinceramente que viviría más que yo. Al no ser así me quedé destrozada, hecha trizas. Estoy atónita y algo más que avergonzada por la intensidad de mi reacción", escribe en las primeras páginas del libro. A pesar de la complicadísima relación entre ellas, de los años incluso que estuvieron sin tener noticias la una de la otra porque Arundhati necesitaba poner tierra de por medio, reconoce la autora que "nosotras teníamos nuestra propia relación, y esta determinó mi manera de pensar o la escritora en la que me convertí".

Palpel destacado en el libro y en la conversación tiene su hermano Lalith Kumar Christopher (LKC), mayor que ella. Cuando murió su madre, LKC no podía entender cómo Arundhati no sentía alivio. Al contrario de lo que suele pasar en la India con los hijos varones, siempre privilegiados, a él su madre le trataba todavía peor. Como el hombre que tenía más a mano, sobre él recaían todas las culpas por los males que achacaba al patriarcado y al machismo imperante. Esa forma de tratar a su hermano, cuenta en el libro, enrareció la relación de la escritora con el feminismo. Recuerda la paliza que una noche su madre le propinó a su hermano por presentarse con unas notas mediocres, y el abrazo que le dio a ella a la mañana siguiente por tenerlas buenas. La dejó marcada. "Como digo en el libro, cada vez que me aplauden siento que alguien está siendo golpeado en silencio en la habitación de al lado", confiesa. La escritora se muestra crítica con el feminismo actual, al que ve demasiado complaciente con el sistema. "Creo que todos hemos sido empujados a pequeños silos donde discutimos un montón de cosas poco importantes, y las cosas principales se quedan sin ser cuestionadas", asegura.

Literatura y activismo

El libro recorre buena parte de su vida. Sus padres se separan cuando ella todavía no tiene un año y su madre se lleva a Arundhati y a su hermano con ella. Después de dar algunos tumbos, acaban en la pequeña ciudad de Kerala donde Mary había nacido en el seno de la privilegiada minoría cristiana siria. La pequeña se cría casi sola y asilvestrada. Su madre está muy ocupada litigando con sus familiares, montando los proyectos educativos en los que se deja la vida, preocupada por los hijos de otros. El poco tiempo que pasa con ella se va casi siempre en broncas, y en cuanto tiene 16 años se marcha de casa y se va a Dehli a estudiar arquitectura. Durante años no ve ni habla con su madre. Se casa con un compañero de la facultad, vive con él una vida bohemia y luego le abandona. Conoce a un director de cine y comienza a escribir sus guiones y a actuar en sus películas. Pradip Krishen, el cineasta en cuestión, será su segundo marido, y los trabajos de investigación y de escritura que realiza para sus proyectos se convertirán en el germen de la escritora que será más tarde.

Roy ha sido siempre una autora comprometida y una activista incansable. Además de la cuestión palestina, fue una voz importante contra las guerras de EEUU en Irak y Pakistán. Dice que lo que está sucediendo con el gobierno de Trump (menciona la ofensiva contra las universidades o los intelectuales) es lo mismo que pasó en la India en 2014. En su país ha apoyado las reivindicaciones de los separatistas de Cachemira, ha escrito contra su política nuclear y se ha convertido en una crítica feroz del nacionalismo "fascista" del presidente Narendra Modi. "No hay diferencia entre mi vida pública y mi vida personal", dice de esa identificación entre la escritora y la activista, aunque también defiende que la literatura no tiene por qué ser política.

Cuenta que ha tenido muchos amigos que, por hacer cosas parecidas, están muertos o en la cárcel. A ella la han amenazado y llevado a los tribunales infinidad de veces en un país, el suyo, con mucha gente aterrorizada, en el que el ruido encubre un gran silencio sobre lo que pasa. A pesar del miedo, explica que hay que seguir luchando, "no solo con manifestaciones, sino con todo: con la literatura, con nuestra risas, con el cine, con la moda... Todo con lo que podamos decir que no estamos de acuerdo". Parece un poco harta de que le pregunten el por qué de tanta rebeldía cuando de hecho no es así, porque ella es mayor y dejó de rebelarse hace mucho tiempo. "Lo que pasa es que tengo una visión diferente del mundo", sostiene. También se lamenta de que "a las mujeres se nos tache demasiado fácilmente de rabiosas".

Escribe Roy en 'Mi refugio y mi tormenta': "Quizá más que como hija que llora el fallecimiento de su madre, lloro como escritora que ha perdido su tema más fascinante". Ahora que su madre ya no está, ¿cómo va a hacer para escribir? "Mi madre me enseñó a escribir y luego le cabreó que me convirtiera en escritora. Me enseñó a pensar y luego se enfadó por mi manera de pensar. Me enseñó a sentir la libertad y después se enfadó porque buscase esa libertad. Pero ahora ya soy mayorcita y no hago lo que me dice mi madre", responde la autora entre risas. Y remata la conversación con una cita del libro: "Cuando yo era joven sabía que el lenguaje era un animal que estaba en alguna parte, y al que yo tenía que cazar y matar para beber su sangre. Ahora que por fin la he bebido, ya no necesito a mi madre".

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