Teatro
Lluïsa Cunillé regresa al TNC con Boira, un thriller existencial de ecos soviéticos
El TNC estrena con retraso 'Boira', de Lluïsa Cunillé, thriller misterioso con aires de 'noir' en el que destaca la interpretación de Quim Àvila.

'Boira' es uno de los textos más lúcidos y ambiciosos de Cunillé, buena muestra de su teatro más comprometido con el retrato humano del presente. / EPC

Por suerte, Lluïsa Cunillé sí que es profeta en su tierra. Aunque su teatro dista mucho de ser complaciente, no le faltan aliados y seguidores en su más que sólida carrera como dramaturga. El recién estrenado monólogo 'Compto cada passa meva sobre la terra' nos regaló su versión más cercana, y ahora el TNC restituye 'Boira', audaz texto de 2014 que revela su faceta más incisiva e implacable en su lectura histórica.
Escrita y ambientada veinticinco años después de la caída del Muro, la pieza nos sitúa en una república indeterminada de la órbita soviética. Tras la cancelación de su vuelo, una periodista se refugia en casa de un matrimonio en horas bajas. Por el apartamento venido a menos deambulan también el hijo adicto al dinero fácil y un exastronauta en caída libre. Como es frecuente en Cunillé, todo se dirime entre silencios calculados y diálogos que fluyen a chorro con la textura irreal del mejor Pinter.
Como en 'Els subornats' (2021), huele a cinefilia, con profusión de recursos del thriller policíaco, con objetos misteriosos y enigmas disparados sin resolución. Confluye la mejor versión de esa ya célebre “poética de la sustracción”, con sentidos abiertos y el vacío existencial como motor dramático. El pesimismo habitual encaja muy bien en un paisaje humano doblemente devastado por el comunismo y el capitalismo deshumanizado. No se acabó la historia como pronosticó Fukuyama, y contra la desesperanza generalizada Cunillé deja la ventana abierta a la nostalgia para que sus personajes no se ahoguen en el presente, también suspende en el aire la ejecución de una traición por dinero. La posible redención depende de los espectadores, de como quieran responder a las preguntas que la trama no cierra.
Gran conocedora del teatro cunillesco, la directora Lurdes Barba va pulsando las teclas adecuadas para mantener la cadencia infrarreal. Mueve a los personajes sobre un alargado cuadro de Edward Hopper sobre fondo brutalista soviético, escenografía de Lluc Castells que juega también a marcar interrogantes con su vacuidad. Afinado en el reparto el matrimonio anfitrión que forman Lina Lambert y Albert Pérez, justos en el tono entre embelesado y visionario. De menos a más la protagonista, Àurea Márquez, que por momentos parece más afectada de lo que marcan sus líneas. Reto desbordado el de Jordi Collet con un personaje siempre borracho. Por su parte, Quim Àvila vuelve a demostrar lo gran actor que es: el realismo sucio y amenazante de su personaje dispara la función.
Aunque la metáfora del título sea algo evidente, 'Boira' es uno de los textos más lúcidos y ambiciosos de Cunillé, buena muestra de su teatro más comprometido con el retrato humano del presente, una pieza que después de una década no acusa el retraso injustificable de su estreno.
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