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Música

Antonio Orozco relata su caída y resurgir tras tocar fondo: “Había perdido el control y eso me asustó”

El artista publica 'Inevitablemente yo', el libro donde relata la batalla psicológica que ha librado tras tocar fondo en 2023: hoy, celebra 25 años de carrera con nuevo disco y una imponente gira que pasará por Barcelona (28 y 29 de noviembre) y Madrid (10 de diciembre)

El cantante Antonio Orozco posa durante una entrevista con la Agencia EFE.

El cantante Antonio Orozco posa durante una entrevista con la Agencia EFE. / Zipi / DMA

Pedro del Corral

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Aquella noche en Murcia algo se rompió. Era tal su cansancio que Antonio Orozco (Barcelona, 1972) tomó una pastilla para dormir. Lo hizo en la carretera, a dos horas de llegar al destino. Quería llegar descansado, con la fuerza suficiente para encarar el concierto que estaba a punto de empezar. Sin embargo, una niebla espesa le nubló nada más pisar el escenario. Un revés que le produjo una extraña sensación de vulnerabilidad. “No se trataba sólo de cansancio y estrés. Había perdido el control y eso me asustó”, escribe en Inevitablemente yo, el libro donde relata la batalla que ha librado tras tocar fondo. Aquel 2023 dio un paso atrás y canceló un tour con 111 fechas agotadas para recuperarse. Ahora, dos años después, en otro punto vital, reivindica el derecho a la fragilidad que le ayudó a reencontrarse.

“Sabía que eso era más que un resfriado: era el cuerpo gritando lo que yo no quería escuchar. No me levanté en todo el día porque me dolía todo, como si hubiera corrido una maratón. No hacía nada más que estar tumbado […]. Creía que me iba a morir. Vivía con una ansiedad extrema que me mantenía en tensión. ¿Por qué me estaba pasando eso cuando ya había decidido parar? Necesitaba asegurarme de que lo que imaginaba, que era realmente aterrador, no fuese a suceder. A veces, la mente te lleva a lugares en los que no querrías estar”, prosigue en su narración. Un texto sin adornos ni máscaras en el que reflexiona sobre la importancia de escuchar al cuerpo. De lo contrario, de seguir forzándolo, como dice, no lo hubiera contado. Acaba de cumplir 25 años sobre las tablas, está de gira. Ha vuelto.

P. ¿Es hoy otro Antonio?

R. Honestamente, lo único que ha cambiado es que ahora soy yo quien me controla. Antes lo hacían la falta de tiempo y la acumulación de estrés. El orden de mis prioridades es otro, estoy en un momento dulce. El público me ha dado la espera suficiente para regresar. He aprendido a cantar, vivir y escuchar.

P. ¿Quienes le sostuvieron?

R. Mi familia y mis músicos. Cada vez que me iba a caer, alguien me sujetaba. Se amontonaron cosas difíciles y peté. Hay situaciones que tú no eliges vivir y te tocan. Este libro está escrito con el corazón, ha sido bonito contar lo que experimenté. Qué suerte tuve de que alguien me animara a hacerlo.

P. ¿Le dolió volver a hurgar en la llaga?

R. Cuando esto pasó, decidimos grabar lo que estaba ocurriéndome con los móviles. Si conseguíamos que tuviera un final feliz, merecería la pena. Y, si no, sería aún mejor la historia. Así que empecé un videoblog que, con el tiempo, cuando lo ordenamos, tenía un hilo conductor. Creo que es una lectura que te atrapa.

P. En Castellón vivió un episodio desagradable cuando, en plena vorágine, tras el episodio de Murcia, se viralizó un vídeo en el que aparecía a punto de quebrarse. Le acusaron de estar borracho cuando, en realidad, ojo, sus fuerzas estaban al límite. Al día siguiente, un medio nacional se hizo eco de la grabación sin contrastar la información. Colapsó. ¿Aquello logró oscurecer tantos años de éxito?

R. ¿Sabes lo que pasa? Que, en este mundillo, cuando terminas una etapa buena, empiezas de cero. La memoria no existe. Si el periodista que publicó aquella pieza hubiera leído las críticas que sus compañeros hicieron del mismo concierto, se habría dado cuenta de que era mentira. ¿El daño colateral cómo se valora? Eso rompió mi cabeza. No me escondo. Hoy me siguen preocupando muchísimas cosas. En general, soy más comedido en el escenario. Un mal tiro de cámara puede mostrar una idea errónea de ti.

P. ¿Cómo descubrió que tenía que parar?

R. Al regresar de Bruselas empecé a sentirme mal. Me hice pruebas que me llevaron de una consulta a otra hasta dar con un diagnóstico. Tenía un problema súper grande de estrés del que no era consciente. Este fue el principio del parón que dio lugar a este manuscrito.

P. ¿Qué hizo?

R. Hablar con quienes trabajaba para saber si me lo podía permitir. El problema que tienen las personas que sufren un trastorno de estas características es que no pueden parar, les comen las facturas. Hay quien no sabe cómo enfrentarse a ello. Tuve que rechazar compromisos, deshacer planes. Y, en vez de viajar, me prometí escribir el mejor disco de mi vida. Lo conseguí.

P. ¿No le dio vértigo cancelar 111 conciertos para afrontar su recuperación?

R. Era una obra de teatro llamada La canción que nunca viste. Estaba finiquitada, actuada, diseñada… Y, desde entonces, guardada tal cual la parí. Está esperando el momento que no tuvo. Algún día lo hará.

P. Tuvo que ser complicado.

R. Fueron años sin parar. No recuerdo la última vez que me fui de vacaciones, he trabajado todos los veranos. Hasta este último, que ha sido increíble. La música me salvó.

P. ¿Pudo componer en ese estado?

R. Un álbum completo. Precisamente, las canciones que lo conforman hablan del tiempo que no se recupera. Todos los ratos que no disfrutas ni te emociones no volverán jamás. Escribí 24 temas, de los que grabé 12. El resto ya tienen sus dueños.

P. ¿Qué ha aprendido de este proceso?

R. Más bien lo he desaprendido todo. Nada estaba en equilibrio, ha sido una grandísima experiencia. En estos 25 años, el 90% de los momentos han sido buenos. Por suerte, esta es una historia con final feliz.

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