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Desfile musical

Alizzz enciende y Amaia hechiza la noche más pop del Festival B

El Petit de Cal Eril y Cariño ofrecieron actuaciones fibrosas en la muestra del parque del Fòrum

Jordi Bianciotto

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Guitarras, estribillos, giros melódicos con ambición emotiva: el pop tomó las riendas en el grueso del cartel de este sábado, tras el despliegue de músicas urbanas del viernes, en el Festival B. Tiempos de cohabitación de estéticas musicales, estos, con pocas líneas rojas, que la muestra ha sabido leer, armando además sólidas programaciones de perfil mayormente autóctono. Como la de esta jornada central, en la que Amaia y Alizzz escenificaron sus poderes ante audiencias entusiastas (camino, ya en la madrugada, de otros reclamos, como Ralphie Choo y Cala Vento).

Antes, algunas actuaciones de conveniente reseña. Ahí estuvo Cariño, cuyas canciones se acogieron con agrado en la tarde del Fòrum: guitarras punkies, tonadas candorosas y textos que van de la adorable autocrítica (‘No me convengo’) a la declaración de amor (‘Si quieres’). Se vio que han pasado página de su reciente herida interna, la marcha de la teclista María Talaverano, plaza que ya tiene nuevo inquilino, y las lideresas Alicia Ros y Paola Rivero hicieron valer todas esas canciones ricas en acordes mayores, que en su día sedujeron al sello Elefant y luego a la escuadra punk hoy de moda, Sonido Muchacho.

Víctimas de los cambios

El Petit de Cal Eril está vivo y bien, como demostró con el paseo por su reciente ‘ERIL ERIL ERIL’, lanzado tras un lapso de cuatro años. Sonoridad nuclear, de guitarras limpias y rítmica elástica, sin teclados, buscando la expresión más enérgica. Se les veía disfrutar y lo transmitieron al público a cuenta de temas como ‘Ja no soc el que era’, con su texto sobre los cambios que sufre el universo y nosotros con él. Las “canciones del siglo anterior” (bromeó: no retrocedieron más que hasta 2013) sonaron en revisiones vivaces, sin automatismos: ‘Sento’, ‘Amb tot’, ‘Som transparents’. Joan Pons dispensó un guantazo a la Barcelona actual: “Ciudad fantástica, pero a punto de destruirse”.

Una parte del público pasavolante desertó en ese último tramo, hay que decir, dado el solapamiento con el inicio del pase de Alizzz. El de Castelldefels acudió a ‘Conducción temeraria’ (2024), con su lírica urbana de noche, barrio y algo de vicio, y sumó las novedades: el pospunk de ‘Mirando al techo’ y ese ‘Callaíto’ nutrido de contradicciones cuñadescas del estilo de “odio a los catalanes, pero quiero que se queden y me hablen en cristiano”.

Alizzz ya se anotó una noche épica en el festival hace dos años y volvió a señorear recordando hitos lejanos, como ‘Antes de morirme’ (2016), aquel triángulo con C. Tangana y Rosalía, aquí en clave de banda pop-rock, así como la más o menos provocadora ‘Qué pasa, nen’ (sic). Rigoberta Bandini le acompañó en ‘Amanecer’ y María Arnal en la perla ‘Desaparecer’. Un mensaje (bilingüe) destinado al otro extremo del Mediterráneo: “Allibereu Ada Colau, hijos de puta”.

El dueto que tardó

Amaia Romero no compareció en ‘El encuentro’, pero hubo una segunda oportunidad, en la posterior actuación de la navarra, donde la pieza sonó una vez más y en un muy celebrado dueto con Alizzz. Era el último concierto de Amaia en su gira de festivales y desplegó con mucha naturalidad el cancionero de ‘Si abro los ojos no es real’, en el que, por fin, se desembaraza de algunos de los tics líricos más infantiles y se pone un poco seria. O mucho: la muerte asomó en piezas como ‘La despedida’, inspirada en su abuela.

Sin el despliegue de cuerdas y coros del pasado febrero en el Sant Jordi Club, contó con su pulcra banda base y con sus recursos personales, visiblemente amplios, tomando al asalto el piano en ‘Nanai’, pieza con deriva entre la batucada y la copla (con cita a ‘La tarara’) y sentándose al arpa en la embrujada ‘Ya está’. Material que, sumado a algunos títulos causantes de alborotos entre la afición (‘Tengo un pensamiento’), aseguró el desenlace álgido de su regreso al Festival B.

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