Mamarazzis
¿Qué ha hecho la princesa Leonor este verano? Vestirse
La mirada patriarcal acaba convirtiendo el veraneo de las mujeres de la Familia Real en una especie de pasarela involuntaria

La princesa Leonor, durante una recepción en el Palacio de Marivent el pasado lunes. / Ballesteros / EFE

La Familia Real ya está recogiendo las maletas en Mallorca. Después de su última aparición pública en la exposición de Miró, los Reyes se preparan para empezar unas vacaciones que, paradójicamente, suenan más a "descanso del trabajo de descansar". Se escaparán unos días, pero volverán a Madrid antes de que termine agosto. Marivent se queda vacío, porque Doña Sofía —la eterna veraneante— esta vez ha regresado antes para cuidar de su hermana Irene, que está bastante delicada de salud.
Han sido días llenos de actos oficiales, fotos, saludos y sonrisas bien ensayadas, pero lo que más titulares ha generado no han sido los discursos, los compromisos ni los proyectos institucionales. No. Lo que ha copado portadas ha sido el vestuario de las mujeres de la familia. Sobre todo el de Leonor, que este año por fin ha empezado a ejercer como heredera en serio. Una responsabilidad histórica... que ha quedado completamente eclipsada por el famoso "vestido de Desigual" o "el económico modelito de El Corte Inglés". Sí, así vamos: "Leonor apuesta por un vestido de Zara", "El top que ya llevó Letizia", "El look bohemio de Sofía eclipsa a su hermana"... Y así, entre análisis de blusas, comparativas de faldas y peleas indirectas por quién recicló mejor un conjunto, acabamos con una especie de pasarela involuntaria en la que madre e hijas compiten sin querer por ver quién se lleva el título de mejor vestida del reino.
Y no es que esto sea nuevo. Letizia lleva años lidiando con lo mismo. Puede implicarse en causas benéficas, dar visibilidad a enfermedades raras o trabajar para mejorar la alimentación en colegios y hospitales, pero si sale en las portadas será porque sus canas se ven más que el año pasado o porque sus tacones han sido reemplazados por unas bailarinas. Escándalo.
Un juego cruel
Esto, claro, no es casual. Solo hay que mirar a los herederos europeos, todos hombres, para notar la diferencia. Christian de Dinamarca, Sverre Magnus de Noruega, Guillermo de Inglaterra… De ellos se habla por su formación militar, por sus discursos, por su agenda. De sus zapatos, ni rastro. Nadie comenta si su americana les queda grande o si el nuevo corte de pelo les infantiliza las facciones. Llegados a este punto, hay que tener claro que lo de Leonor no es una excepción, es la regla. Y deja al descubierto un sistema mediático y social que sigue siendo machista hasta la médula, y que reduce a una chica nacida con corona a "cómo va vestida" y si "eclipsa o es eclipsada". Es un juego cruel de comparaciones y presión estética que, además de absurdo, es agotador. Y peligroso. Porque al final, el mensaje que cala es este: no importa lo que hagas, porque, aunque seas reina, si eres mujer, solo va a importar cómo luces.
Y ojo, no es que las Mamarazzis hagamos ahora un alegato de defensa monárquica ni nos convirtamos en cortesanas al estilo Jaime Peñafiel, pero el ejemplo de Leonor sirve para retratar una realidad incómoda. Hablar de igualdad en una institución que, por diseño, privilegia al varón, tiene su punto de ironía. Pero si no podemos (o no queremos) cambiar la monarquía, al menos cambiemos la forma en que la miramos. Así que sí, a Leonor le vendrá bien desconectar del foco, de los 'flashes' y del juicio permanente. Porque, monárquicos o no, no se trata de defender coronas, sino de no seguir perpetuando el mismo esquema de siempre: el que reduce a una mujer, tenga poder o no, a un simple perchero.
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