Quemar después de leer
Jonathan Lethem tiene un doble
Sylvia Plath escribió su tesis sobre 'El doble' de Dostoievski porque estaba obsesionada con la posibilidad de ser una y a la vez otra muy distinta. Porque existen dos tipos de escritores: los que, como el autor de la recién recuperada 'Paisaje con muchacha', se desplazan de la realidad, y los que, como Dave Eggers, nunca la abandonan

El escritor Dave Eggers. / Laura Monsoriu

Dave Eggers nació hace 55 años en Boston, Massachusetts, y creció en un suburbio de Chicago llamado Lake Forest, y, quién sabe por qué, tuvo una mejor amiga llamada Laura Fernández. La tal Laura era su vecina, y fue su primera mejor amiga. Eso me dijo una noche, en Madrid, después de golpearse torpemente la frente —el clásico gesto de (VAYA, ACABO DE RECORDAR ALGO)— y darme las gracias por simplemente haberle dicho mi nombre completo y haber 'alumbrado' ese recuerdo por completo olvidado. Esa otra Laura Fernández no debió de ser una buena amiga, pensé yo. Luego pensé en que Sylvia Plath estuvo obsesionada con 'El doble' de Dostoievski hasta el punto de dedicarle su tesis. La vi una vez, expuesta en la sala anexa de una biblioteca extranjera.
Tal vez la idea del doble obsesione a los escritores, a los artistas en general, porque ellos mismos están divididos de alguna forma en dos. Por un lado son el alguien que todo el mundo conoce y, por otro, ese otro alguien que ni siquiera ellos conocen, el que se sienta escribir o a pintar o a lo que sea en que consista aquello que hace para crear. Dave Eggers nunca me ha parecido la clase de autor al que esa idea del doble pueda obsesionarle, sin embargo. Por eso me resultó tan curiosa la anécdota de su vecina. Tengo pruebas al respecto. Lo puso por escrito en mi ejemplar de 'El Todo' (Random House). ¿Que por qué considero que a Eggers le trae sin cuidado el asunto del doble? Porque de alguna forma sus libros son algo que ha vivido.
Un viaje por carretera
Les hablaré de uno de ellos. Mi favorito. Porque es verano y es un libro de viaje por carretera, y quizá les apetezca echarle un vistazo. Y también porque es un libro que se vive como una experiencia. Y he aquí el asunto de por qué creo que a Eggers no le interesa tanto el asunto del doble. Creo que todo lo que cuenta en ese libro es algo que el propio Eggers vivió. El libro se titula 'Héroes de la frontera' (2017) y la protagonista es una mujer, Josie, que, harta de todo, alquila una caravana y sube a ella con sus dos hijos pequeños —tienen ocho y cinco años— y se dirige a Alaska. No son unas vacaciones. No sabe si va a volver. No le cuenta nada al padre de los niños. Pero nos cuenta todo lo que le pasa desde que cruza la frontera, y la sensación es la de que estás de viaje con los tres.
Existen narradores que toman la realidad y la transforman en otra cosa y se convierten a sí mismos en otros, y luego hay narradores que, para contar, han vivido, en parte, aquello que se proponen contar, y el efecto de los libros de unos y otros es muy distinto. Siendo contemporáneo, y un claro compañero de generación, Jonathan Lethem hace todo lo contrario. ¿Generación? ¿Qué generación?, se estarán preguntando. Oh, trató de prefabricarse una, de nombre poco exitoso, 'Next', que reunía a Eggers, Lethem, David Foster Wallace, Chuck Palahniuk, David Sedaris y Rick Moody. Debería haber incluido también a Helen DeWitt, pero por entonces —principios de los 2000— las mujeres no estábamos aún ni remotamente a la vista.
Otra realidad mejor
Decía que, a diferencia de Eggers, que parece estar tomándole el pulso a aquello que vive, de una forma u otra, Jonathan Lethem (Nueva York, 61 años) se desplaza a sí mismo de la realidad para instalarse en otra, siempre mejor —más adecuada, más fantástica, más ilusa, más divertida, delirante, fascinante—, en la que puede ser otro. Sí, a Lethem el tema del doble le interesa. Apuesto que tanto como le interesó a Sylvia Plath o a Cormac McCarthy. Hay algunos dobles en sus historias. Por ejemplo, en 'Cuando Alice se subió a la mesa', novela que acaba de reeditarse y que les recomiendo encarecidamente, porque a la vez está en este mundo y en cualquiera de los posibles. El protagonista es un tipo que se enamora de una física que su vez se ha obsesionado con un agujero de gusano.
'Cuando Alice se subió a la mesa' no es la única de las novelas de Lethem que acaba de reeditarse. Es curiosa la manera en que Lethem —tan apetitoso literariamente como el mejor Paul Auster— siempre se ha mantenido en los márgenes. Como fan de Philip K. Dick —se tatuó el vaporizador de la portada de 'Ubik' de jovencísimo y luego prologó y ordenó su 'Exégesis'—, tal vez nunca le ha quedado otro remedio. Su condición de joya oculta a simple vista llama aún más la atención ahora que también ha vuelto a librerías 'Paisaje con muchacha' (DeBolsillo). En 'Paisaje con muchacha' también hay un viaje. Pero es un viaje a otro planeta. Uno recién descubierto. ¿Que quién lo hace? Pella Marsh. Una adolescente de 14 años, y su familia. Lo han adivinado. A mí también me obsesionan los dobles.
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