EEUU
Muere el dramaturgo y director de escena estadounidense Bob Wilson, maestro vanguardista
Extravagante y exigente, los cantantes a los que dirigía debían sufrir hasta lo inhumano al verse obligados a contener sus emociones interpretando un personaje con gestos mínimos
En el Liceu de Barcelona, que le ha dedicado la función de esta noche de 'West Side Story', dirigió ‘Einstein on the beach’, con la que debutó en 1993, ‘Pélleas et Mélisande’ de Debussy (2012) y ‘El Mesías’ de Händel (2024)

Fotografía de archivo del 11 de marzo de 2024 del director de escena norteamericano Bob Wilson posando en la platea del Gran Teatre del Liceu en Barcelona (España) / Andreu Dalmau / EFE

Pasó de ser ‘enfant terrible’ a un clásico, de innovador a maestro, de visionario a una forma vanguardista de entender las artes escénicas. El director de escena y coreógrafo estadounidense Robert Wilson, nacido en Waco (Texas), el 4 de octubre de 1941 y fallecido hoy jueves 31 de julio, marcó toda una época con su forma de entender el mundo del teatro, de la danza, de la ópera y del arte en general. Su estilo se transformó en férreo antagonista del realismo conservador y costumbrista que defendían ‘popes’ europeos como Visconti o Zeffirelli, apostando por un minimalismo esencial, interesándose por el sentido del gesto y del movimiento contenido, brindando a la iluminación un protagonismo que no se veía desde tiempos de Wieland Wagner, transformando el vestuario, la caracterización y la escenografía en elementos de comunicación.
Su punto de vista escénico casi revolucionario y su estrecha relación con creadores de vanguardia marcaron escuela, siendo muchas veces incomprendido por esa incansable mirada a la estética del hecho teatral y del lenguaje para llevarlos al centro de su trabajo. También fue dramaturgo y libretista (además de pintor, escultor y diseñador), acostumbraba a pensar y diseñar todos los elementos de sus puestas en escena a lo que sumaba una estricta e intransigente dirección de actores, aspecto que le llevó a tener que imponerse ante grandes divos teatrales y operísticos en la construcción de sus personajes.
Extravagante (para su ‘Madama Butterfly’ de la Opéra de Paris exigió que las cuatro piedras que aparecían en escena como única escenografía fueran traídas desde Japón) y exigente, los cantantes a los que dirigía debían sufrir hasta lo inhumano al verse obligados a contener sus emociones interpretando un personaje con gestos mínimos, eliminando toda expresividad para conseguir lo que buscaba con su discurso estético. Por lo mismo, la forma de ver el arte de Robert Wilson entraba en contradicción con el espíritu más ancestral del arte operístico; en este discurso radica su gran aporte al género lírico.
Formado tanto en danza como en arte en Estados Unidos y en Europa, en la consolidación de su estilo fueron grandes creadores relacionados con la ‘modern dance’ y la danza neoclásica quienes más creyeron en su talento, nombres de tanto peso como Michael Cunningham, George Balanchine y la gran Martha Graham. Dentro su reduccionismo se detenía en texturas, atmósferas, colores, materiales, perspectivas. Ya consolidado como un maestro en el ámbito del teatro y la ópera, su amplio repertorio se movió entre las nuevas creaciones como ‘Einstein on the beach’ (1976) de Philip Glass –de la cual también escribió el libreto y dirigió la puesta en escena– hasta los grandes clásicos, dando nueva vida a obras de Monteverdi, Verdi, Puccini o Wagner, de quien incluso dirigió la tetralogía de ‘El anillo del nibelungo’ en Zúrich. Su espíritu inquieto le llevó a trabajar con artistas de las más variadas disciplinas, como William S. Burroughs, Lou Reed, Lady Gaga, Tom Waits, David Byrne, Laurie Anderson, Rufus Wainwright o Marina Abramovic.
Ha llevado algunas de sus propuestas a diferentes escenarios españoles, como el Festival Perelada o el Teatro Real de Madrid en el que estrenó una controvertida ‘Turandot’ de Puccini. En el Liceu de Barcelona dirigió ‘Einstein on the beach’, con la que debutó en 1993, ‘Pélleas et Mélisande’ de Debussy (2012) y ‘El Mesías’ de Händel (2024). En su amplia trayectoria fue galardonado con reconocimientos como el León de Oro de la Bienal de Venecia o becas Guggenheim y de la Fundación Rockefeller; también fue distinguido como Commandeur des Arts et des Lettres de Francia.
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