Entrevista

Fito Páez: "Tras el fracaso de las izquierdas, el mundo está brutalizado y tirando a la derecha"

El músico argentino abre este sábado su gira 'Tecknicolor España 25' en el Palau Sant Jordi, donde combinará las canciones de su nuevo doble álbum, ‘Novela’, con el repertorio de sus cuatro décadas de carrera

Fito Páez, en una imagen promocional

Fito Páez, en una imagen promocional / Sony Music

Jordi Bianciotto

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Barcelona
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Comenzó a trabajar en ‘Novela’ en 1988. ¿Cómo se puede conservar el sentido de un proyecto durante tantos años, cuando el creador crece y evoluciona?

Sí, han pasado 37 años. Pero de las 15 canciones originales, quedaron ocho, y compuse 17 nuevas. Lo que veo es que eres la misma persona finalmente. Lo veo totalmente parejo, aunque ahora las letras son más coloquiales, rockeras, cancheras, como decimos en Argentina. Pero el tiempo es una prueba de fuego. Una idea que soporta 40 años es como el titanio.

Usted venía de hacer un álbum, ‘Ciudad de pobres corazones’ (1987), con un fondo trágico y real. ¿Aquí se trataba de irse a algo más imaginario, menos terrenal, invocando al amor como gran vector de la humanidad?

Correcto, sí, hay algo que trabaja 24 por siete, que es el inconsciente, que trabaja soñando. He aprendido a dejarlo volar, y así siempre han salido las verdades más salvajes. Entonces estaba empezando a componer el álbum ‘Ey!’, que le ganó la mano a ‘Novela’, porque era más urgente. Yo soy piscis, ¿viste? Me gusta ir de una punta a la otra, de la playa al mar.

¿Le influyeron las óperas rock de The Who?

Utilicé el formato de ‘Quadrophenia’ para contar otra historia, pero no es una ópera rock, donde cada personaje tiene una voz. Aquí lo canto yo todo, y solo hay una narradora en el medio. Estaría más cerca del audiolibro musical.

Las 25 canciones desarrollan un relato alrededor de una pareja cuyo amor es propiciado por sendas brujas y que se mueve en un contexto social tendente al caos. ¿Aspira a llevar eso al cine, quizá para que la historia se entienda más?

Por supuesto, el formato fílmico sería ideal y estoy hablando con productores de aquí y de allá, intentando no perder la especificidad argentina, porque me están ofreciendo filmarlo en otros países y yo quiero que sea en un pueblito de Argentina. Claro, las cosas no están muy bien allí: el gobierno acaba de cerrar el Instituto Nacional de Cine. La búsqueda del dinero se está haciendo compleja. Las plataformas ponen muchos controles y yo ya no estoy en edad para que alguien controle lo que estoy haciendo. Nunca lo estuve, y menos ahora.

Grabó ‘Novela’ en Abbey Road. ¿Buscaba esa conexión ‘beatle’?

Fue adrede, sí, porque hay mucho de autobiográfico en ‘Novela’, y los Beatles eran una matriz que no podía evitar para lograr cierta autenticidad. Fuimos a capturar parte del sonido, a usar unos equipos y unos micrófonos específicos.

¿El mensaje del álbum tiene que ver con el amor como fuerza capaz de precipitar fenómenos extraños?

Creo que sí, que el amor es una materia ligada al misterio, y que, si hace el mal, no es amor. Es una fuerza del bien, claramente. Los que hemos vivido una vida intensa sabemos de su importancia. El amor es una de las grandes fuerzas de la humanidad y, en nuestra permanente y clara terquedad y necedad, la tenemos en el último cajón del armario.

Fito Páez

Fito Páez / Sony Music

En los últimos años ha lanzado una trilogía instrumental, una reconstrucción de ‘El amor después del amor’, ahora un doble álbum conceptual... ¿Siente que ha conseguido moverse al margen de la cuadrícula de la industria musical?

Siempre fue así: en los 70, cuando todos miraban a Inglaterra, me fui al folclore argentino en ‘Giros’ y ‘Yo vengo a ofrecer mi corazón’. Estar fuera de la norma es estar contigo mismo y que más puede desear un artista que seguir las leyes de su corazón. El rock and roll trae la picardía, la cosa pilla de decir ‘voy a salirme con la mía’...

¿Se sigue identificando con el rock and roll?

La cultura rock, como decía Bowie, es una cultura amplia, donde no se cancela a nadie, y donde pueden vivir Oscar Wilde, Borges, Charly García, John Lennon, María Moreno y Colette. Y Mercedes Sosa y Joni Mitchell. Es una cultura de libertad. Thelonious Monk es rock and roll también. Tanto si tocas jazz, como folklore, o lo que sea, no importa, hay algo en la actitud salvaje, rebelde y displicente, si quieres canchera y sexy, que está en el rock’n’roll. No se transmite por sangre. Lo tienes o no lo tienes.

"En el aumento de mi público en Barcelona hay un factor ineludible, que es la diáspora argentina. Eso viene creciendo desde hace muchos años, y es triste"

En los últimos años, en sus visitas a Barcelona, ha pasado de actuar en el Palau o el Auditori a afrontar aforos más grandes. Ahora debuta en el Palau Sant Jordi. ¿A qué cree que se debe ese aumento de público?

A ver, hay un factor ineludible que es la diáspora argentina. Eso viene creciendo desde hace muchos años, y es triste, porque llegas a Barcelona, y a otras ciudades del mundo, y ves cómo toda esa gente se acerca ahí, al fuego, y es como una ceremonia: traes identidad, pertenencia, y eso es muy hermoso, pero después todo vuelve al curso normal, y esas familias están fuera de su terruño. 

Hablaba del cierre del Instituto Nacional de Cine, en Argentina. ¿Cómo ve la evolución de su país con el presidente Javier Milei?

Yo hablaría más bien de una perspectiva mundial, no tanto de lo particular. Tras el fracaso de las izquierdas y los progresismos, el mundo está brutalizado y tirando a la derecha, con un elemento de dominación brutal que es el teléfono en la mano. Eso me parece más global que argentino. Porque si hablamos de Argentina, en todo caso es un voto que se ganó con la ley. Los que hemos vivido dictaduras sabemos que eso vale muchísimo. 

¿Todo eso tiene consecuencias en la música?

Por supuesto, y sobre eso estoy escribiendo. En agosto sale un libro mío, ‘El hombre del torso desnudo’, y en invierno publicaré un ensayo, ‘La música en tiempos de demencia masiva’. 

¡Promete!

Es un concepto que tomo, que robo, de Franco ‘Bifo’ Berardi. El libro no está exento de humor y filosofa sobre la vinculación entre los poderes financieros, la política de la revolución tecnológica y el sentido ontológico de la música. Es un cóctel y todos caemos ahí, y me incluyo, porque acá no hay buenos y malos.

¿La música que hoy está en el ambiente, que se oye de un modo banal, es peor que la de otros tiempos?

Hubo un momento en que la música popular era de altísima calidad. Música que sigues recordando, de Sinatra a los Beatles, y Chabuca Granda en Perú, y Violeta Parra en Chile, y boleros, y son cubano... Mi padre, que era un laburante de clase media para abajo, que pagaba las estufas a cuota, escuchaba toda esa música y me la inculcó a mí. Ahora hay un desconocimiento, no se hacen melodías, y la melodía es el elemento musical que trae la idea y la emoción. No se sabe armonía, y la armonía es lo que junta la parte con el todo. Pero no es la música nada más. Es la política, el ser humano, una élite que está manejado todo esto para brutalizar. Vivimos un momento muy macabro y por otro lado muy estimulante. A mí, esta época me hace pensar muchísimo, como nunca.

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