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Experta en comunicación no verbal.

Patrycia Centeno
Patrycia CentenoExperta en comunicación no verbal.
Aprender de Letizia (y su manual de defensa personal)
Las maniobras de Letizia para evitar que durante un saludo invadan tu espacio íntimo son habituales para la mayoría de mujeres en su día a día profesional. Las numerosas fórmulas y consejos podrían recopilarse casi como una especie de manual de defensa personal

El rey Felipe VI (2d) y la reina Letizia (d) reciben al presidente de Colombia, Gustavo Petro (c), este domingo, momentos antes de la cena de gala que han ofrecido a los líderes mundiales que asisten a la IV Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo.
En la cena de bienvenida ofrecida por los reyes a los mandatarios de la ONU se dieron una serie de errores y anécdotas referidas al protocolo. Una de ellas, tal vez la más polémica y viralizada, fue el intento del presidente colombiano de besar a Letizia durante la recepción en el Alcázar de Sevilla. Porque pese a que la reina ya mantenía el brazo extendido antes de que Gustavo Petro finalizara su saludo al rey; el colombiano hizo el amago de acercarse a la mejilla de la asturiana y esta respondió dando un paso atrás (poniendo distancia y mostrando su incomodidad a que este invadiera su espacio íntimo).
Tal vez fuera por experiencias previas, pero la monarca pareció prever las intenciones de su interlocutor desde que lo vio llegar. No sólo por tener la previsión de alargar el brazo y señalarle así el tipo de saludo que quería recibir; también por cómo lo sujetó por el codo para tener opción de reconducirlo si el colombiano desatendía su indicación gestual (tal y como acabó pasando). Al tenerlo tomado por el brazo, de forma sutil, la reina lo dirigió al sitio que debía ocupar para la foto y se zafó así de los dos besos.
Alargar el brazo por completo también aleja al invasor. Así lo hacía Michelle Obama cada vez que se encontraba con Silvio Berlusconi, asegurándose que el italiano se mantuviera como mínimo a una distancia de medio metro de ella.
Las maniobras de Letizia para evitar que durante un saludo invadan tu espacio íntimo son habituales para la mayoría de mujeres en su día a día profesional. Las numerosas fórmulas y consejos para liberarse de los dos besos que, por lo que sea, no te apetece recibir de aquella persona podrían recopilarse casi como una especie de manual de defensa personal. Mejor que el paso atrás que empleó Letizia para apartarse de la cercanía que pretendía Petro, es recomendable que, una vez se extienda la mano, un pie también esté adelantado (reclamas desde el inicio tu territorio).
Forzar los dos besos es querer recordarle a la mujer que su espacio debería ser el doméstico, no el profesional
Alargar el brazo por completo también aleja al invasor. Así lo hacía Michelle Obama cada vez que se encontraba con Silvio Berlusconi, asegurándose que el italiano se mantuviera como mínimo a una distancia de medio metro de ella. Pauta que debía haber seguido Sanna Marin. La primera ministra de Finlandia, debido a la timidez y nerviosismo inicial en su cargo, solía mantener su brazo doblado y rígido contra su cintura lo que permitía que demasiados se acercaran en exceso. Si el tipo con el que te encuentras ya adivinas que va a querer imponerte los dos besos; ahí puedes bloquear su movimiento colocando tu mano libre sobre su hombro (más eficaz que sobre el antebrazo o el codo). Así consigues un efecto palanca y lo noqueas por completo cuando se exceda.
Hace unos años un micrófono captó como Letizia le pedía al embajador de España en EEUU “dame la mano como a un hombre”. Aunque los saludos no tengan género; sí tienen intenciones. Además de ser un saludo de bienvenida o despedida; estrechar la mano equivale a cerrar o sellar un acuerdo y es común en el mundo de los negocios. Los dos besos, en cambio, se reservan al ámbito doméstico, privado, más íntimo. Es por ello que muchas mujeres cuando están trabajando, o si no tienen trato con esa persona o simplemente les incomoda el contacto físico, prefieren guardar las distancias y únicamente dar la mano. Forzar los dos besos es querer recordarle a la mujer que su espacio debería ser el doméstico, no el profesional. Respetar el saludo que el otro te proporciona no es una cuestión de protocolo, sólo de educación. Y si a algunos hombres tanto le agradan los dos besos, entonces que practiquen el gesto tanto con damas como con caballeros como hace el presidente francés. Egalité!
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