Crítica de serie

'The Bear (temporada 4)', otro menú de etapas frustrantes y chispazos emocionantes

En la que parece su penúltima temporada, el drama culinario-familiar promete un nervio que apenas llega y desgrana emociones con habilidad irregular

'The Bear': la serie de Disney+ que te mete en la cocina

Crítica de 'The Bear (temporada 2)': una serie excelente sobre la búsqueda de la excelencia

Jeremy Allen White (Carmy Berzatto) en la cuarta temporada de 'The Bear'

Jeremy Allen White (Carmy Berzatto) en la cuarta temporada de 'The Bear' / Disney+

Juan Manuel Freire

Juan Manuel Freire

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En su tercera temporada, 'The Bear' (Disney+) parecía por momentos tan estancada como su propio protagonista, el chef Carmy Berzatto (Jeremy Allen White), se siente al principio de la cuarta. Tras mostrar la salvación y expansión de ese negocio familiar trastocado, como todo su equipo, por la pérdida, la serie perdió brío narrativo para asentarse cómodamente, a veces brillantemente, en una etapa de transición. Pero al menos ofreció un 'cliffhanger' final que prometía el vértigo antiguo: una reseña del 'Chicago Tribune' parecía determinar la continuidad del restaurante titular. 

No hemos sabido qué decía esa crítica hasta el primer nuevo episodio. Resultó no ser muy buena: en ella se usan palabras como "disonancia culinaria" y "menú caótico". A la chef Sydney (Ayo Edebiri) no le extraña demasiado; aprovecha para acusar a Carmy de retozar gustosamente en la disfunción. Mientras trata de entender sus sentimientos sobre esta empresa en aparente caída libre, Syd sigue recibiendo llamadas del chef Adam Shapiro (Adam Shapiro, actor, no chef) para que se una a su proyecto de restaurante. En uno de los mejores capítulos de la nueva temporada (el cuarto, 'Gusanos'), nuestra heroína reflexiona sobre su dilema usando la más absurda metáfora ante su desconcertada sobrina segunda TJ (Arion King). 

La cuenta atrás

La reseña también marca los planes de Jimmy Kalinowski (Oliver Platt), inversor y figura paternofilial para Carmy y su hermana Natalie (Abby Elliott), que les avisa que el dinero se acaba y que tienen un paracaídas (agujereado) de dos meses para empezar a generar beneficios. Un reloj en la cocina marca la cuenta atrás. Carmy se propone subir consiguiendo una estrella Michelin. Si la pudo conseguir Gabriel (Lucas Bravo) en 'Emily in Paris', ¿por qué no él? 

De nuevo, todo debería ganar urgencia y emoción. Como se oye y se lee una y otra vez, cada-segundo-cuenta. Pero lo que nos ofrece después el creador Christopher Storer consiste, sobre todo, en una larga sucesión de momentos conciliadores. Se nos recuerda que 'The Bear' no es realmente una serie sobre la escena culinaria de Chicago ni sobre la búsqueda de la perfección, sino sobre la importancia de la familia, o las familias, es decir, la sanguínea y la que uno se crea alrededor. Los personajes aparecen a veces estresados, pero muchas otras veces no tanto. Alguno de ellos regresa a la acción inesperadamente: puro 'fanservice'.

Por hablar en términos musicales, y con música escuchada en la serie, 'The Bear' no se mueve aquí con la tensión de aquella versión en vivo de 'Spiders (Kidsmoke)' de Wilco, sino que lo hace, sobre todo, con la calidez acústica de Patty Griffin en 'Long ride home'. Así es, la banda sonora de la serie sigue abundando en música de padre y/o suscriptor de la revista 'Mojo': The Who, Pretenders, Van Morrison, Paul Simon, Tom Petty And The Heartbreakers, etcétera. 

Sensibilidad y sensiblería

Cerca, seguramente, de su desenlace, 'The Bear' nos quiere prometer que no hay distancias que no se puedan acortar. Y que no siempre hace falta un susto médico para que dos personas dejen de no entenderse, a pesar de los años de silencio, de trauma y de incomprensión mutua. La distancia entre Carmy y su madre Donna (Jamie Lee Curtis) es histórica e histérica, pero nada que no pueda solucionar un discurso de DD destinado a sonar en los Emmy. En su intento de dar a sus personajes la paz merecida, Storer puede a veces saltar de la sensibilidad a la sensiblería, a terrenos de la última 'Ted Lasso', como en esa parte de la nevada artificial o esa inacabable secuencia bajo una mesa en la boda de Tiff (Gillian Jacobs), la exmujer del 'primo' Richie (Ebon Moss-Bachrach), clímax de un episodio largo, larguísimo ('Osos', 71 minutos de nada) con algo de reverso terapéutico del demasiado célebre 'Peces'. 

Y sin embargo, la misma serie puede ofrecer una discusión amorosa (ese reencuentro entre Carmy y Claire, una gran Molly Gordon) de las que dejan en evidencia al Linklater de 'Antes del anochecer'. También el episodio final al completo es una muestra de la capacidad de Storer y equipo para capturar los porqués de nuestras distancias interpersonales: una larga bronca reveladora, tanto en términos laborales como sentimentales, que sienta las bases para lo que parece ser definitivamente el final del trayecto. The Bear, el restaurante, parece destinado a encontrar su mejor forma. Veremos si la propia serie vuelve a encontrarla.

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