Regreso de la cantautora sureña

Lucinda Williams, un corazón de rock’n’roll que conmueve y se enfurece en Apolo

La cantante y guitarrista de Louisiana transmitió carisma y saber hacer en un concierto en el que pidió disculpas “como americana” por el “comportamiento miserable” del gobierno de su país

Concierto de Lucinda Williams

Concierto de Lucinda Williams / Mar Armenteros

Jordi Bianciotto

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Barcelona
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Con el álbum ‘Stories from a rock’n’roll heart’ (2023), Lucinda Williams sacó fuerzas de flaqueza y demostró que su carrera seguía viva pese a los reveses de la salud (ese ictus que sufrió tres años antes). Ahora, en un escenario, ella no es la de antes, pero la vida también es eso, cambiar, encajar golpes, tal vez flaquear y seguir creyendo en lo tuyo, y no se puede afirmar que lo visto y oído este jueves en Apolo sea una deformación de lo que es y representa esta valiosa cantautora ‘roots’ de Louisiana.

Cantante ahora despegada de la guitarra, porque la enfermedad le dejó algunas incapacidades en el lado izquierdo. Pero la arropó su muy competente banda, habilitada para levantar el rock fornido marca de la casa y mostrarse sutil en los registros más sureños, con ‘pedal steel’ y guitarra acústica. Mucha fibra para empezar: el ‘riff’ blues-rock de ‘Can’t let you go’ (de Randy Weeks) y el expeditivo ‘Rock’n’roll heart’, canción que habla del poder de la guitarra para sacarte de un destino gris y salvarte la vida (y que en el álbum contó con las voces de sus amigos Bruce Springsteen y Patti Scialfa). 

Es cierto que a ella le faltaba algo de su vigor secular, pero el acento expresivo y el sentimiento lo compensaron a lo largo de un cancionero salpicado por sus comentarios introductorios de cada pieza. Hubo más material fresco, y rescates de álbumes de cabecera como ‘Car wheels on a gravel road’ (1998), caso del tema titular y de ‘Drunken angel’, y esos ejemplares en los que hay tanta dureza como sensibilidad: ‘Pineola’, inspirada en el autoinmolado poeta Frank Stanford. Emotiva repesca de ‘Fruits of my labor’ y un tenue reggae, ‘Are you down’, incendiado en el tramo final por el fino guitarrista, que no era otro que Marc Ford, ex-The Black Crowes (que también se lució en el número ‘beatle’ ‘While my guitar gently weeps’, de George Harrison).

A Lucinda Williams no le gusta Trump y nos lo hizo saber. “Me siento avergonzada y pido disculpas como americana por el comportamiento de nuestro gobierno”, afirmó, levantando aplausos y disponiéndose a elevar el tono para darlo todo en el tramo final. Abrió el bis con la muy sintomática ‘So much trouble in the world’, de Bob Marley, siguió con una airada ‘Joy’ (con toque de ’Heartbreaker’, de Led Zeppelin) y lo cerró con ‘Rockin’ in the free world’, de Neil Young, dejando claro que la vulnerabilidad física no corta el paso a la furia. 

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