Crítica de 'The last showgirl': Pamela Anderson, sin rastro de maquillaje

Decía Gia Coppola que no imaginaba a otra actriz que no fuera Pamela Anderson para interpretar a la protagonista de su tercer largometraje. Esto conlleva desventajas y ventajas. Anderson, con todo lo que arrastra desde que fuera vigilante de la playa televisiva, puede llegar a desvirtuar el filme: nos fijamos demasiado en ella, en la forma en que interpreta por fin a un personaje 'real', en su imagen carente de maquillaje, en su ruptura con el tributo a la apariencia física. Al mismo tiempo, nos sorprende una interpretación tan ajustada en un personaje tan difícil. Gia Coppola se lo ha jugado a cara o cruz. Y ha salido cara.

Pero 'The last show girl' es bastante más que una buena interpretación de Anderson. El filme describe un mundo decadente, o patético, sin recurrir a exageraciones ni subrayados. Su protagonista es una veterana y discreta bailarina de 50 años que debe replantearse su vida cuando cierra el espectáculo en el que ha trabajado durante décadas. Es entonces cuando afronta aquello que nunca pudo asumir del todo, que tiene una hija y que se distanció de ella. Anderson aseguraba haber aportado experiencia propia al personaje. Otro beneficio para Gia, que transmite bien una idea-metáfora de su actriz: "Las Vegas de día es como una mujer sin maquillaje, es más frágil".

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