Crítica de 'Juliette en primavera': de la zozobra a la calma

No deja de ser curioso que Blandine Lenoir trabajara como actriz en 'Carne' y 'Solo contra todos', los dos primeros filmes del intenso, desbordante y siempre al límite Gaspar Noé. Curioso y sorprendente, porque la película que ha realizado Lenoir, 'Juliette en primavera', representa absolutamente todo lo contrario. Tiene considerables elementos dramáticos, pero el tono general del filme es mucho más luminoso, aunque frágil; esperanzador, aunque buceando en las zonas oscuras y las derivas de sus personajes.

Adaptación de un cómic de Camille Jourdy publicado en 2016, tiene como personaje central a la Juliette del título, una joven ilustradora de libros infantiles que ha pasado por un periodo algo depresivo. Sin un objetivo claro, se instala durante una temporada en su pueblo natal, y allí tienen tanta importancia como ella el resto de la familia: su solitario padre, un resistente de los tiempos del combate social; la abuela, que pierde poco a poco la relación con el mundo; la hermana, el marido de esta y el amante, así como un joven negro con el que Juliette establece una relación de curiosidad y amistad. Lenoir filma con tacto y demuestra total confianza en sus intérpretes: Izia Higelin consigue en todos los planos transmitir ese difícil tránsito que va de la zozobra a la calma.

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