Tesoros exhumados

El nuevo cofre de Springsteen, al descubierto: rock’n’roll, mariachi, orquestaciones y otras delicias en la caja ‘Tracks II’

El ‘boxset’ de siete álbumes y 83 canciones, que saldrá a la venta el 27 de junio, de 1983 a 2018, repleta de material inédito, reserva sorpresas y emociones a los seguidores del cantante de New Jersey

Bruce Springsteen en un concierto en Estados Unidos en 2024.

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Jordi Bianciotto

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Barcelona
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Algunas de estas canciones se habían podido escuchar en versiones en vivo cazadas en discos ‘bootleg’ o en la voz de otros cantantes cercanos, pero la mayoría son nítidamente inéditas hasta para los más ‘connaisseurs’ de Bruce Springsteen. Un cofre de hallazgos, ‘Tracks II’ (que releva a la caja ‘Tracks’ lanzada en 1998), para perderse en él durante más de cinco horas, aunque es aconsejable tomárselo con calma: cada uno de los siete álbumes tiene su tono, responde a sus leyes y requiere su espacio. 

El ‘boxset’ reafirma la leyenda ‘springsteeniana’ del cancionista que nunca ha esperado a una fecha de compromiso para comenzar a armar un disco, sino que ha ido componiendo y grabando como ‘modus operandi’ ordinario. Aquí, en estas 83 canciones, hay álbumes concebidos como tales, con aspecto cerrado y que en su día fueron arrinconados, y un primer volumen, el doble ‘L. A. garage sessions ‘83’, que reúne 18 temas de una época de creatividad intensa, el período que condujo hasta ‘Born in the USA’ (1984). 

Muchos habían sonado en conciertos más o menos remotos, pero es grato poder apreciar las tomas de estudio de ‘Follow that dream’, revisión ralentizada (y con texto cambiado) del número de Elvis Presley, así como el ‘up-tempo’ de ‘Don’t back down on our love’, las impetuosas ‘One love’ (donde Springsteen lo toca todo y se deja ayudar por una caja de ritmos) y ‘Don’t back down’, y la acústica y recogida ‘Sugarland’. Aparece un ‘My hometown’ más desnudo, sin aquellas capas de sintetizador, y ‘Richfield whistle’ está cerca del cantautor folk austero de ‘Nebraska’.

Toque de country-góspel

Material de bastante octanaje, mientras que los volúmenes titulados ‘Streets of Philadelphia sessions’ y ‘Faithless’ presentan menos relieves. El primero extiende el patrón de la canción central del filme, con medios tiempos y fondos de teclados (y alguna batería aparatosa). Lo grabó, al menos en parte, la llamada ‘the other band’, en un tiempo, 1994, de crisis de identidad. Destacan la sinuosa ‘Something in the well’ y el arranque rockero de ’One beautiful morning’. Y respecto a ‘Faithless’, proyecto asociado a una película que nunca existió, de 2005-06, tiende a lo atmosférico, con felices excepciones en el fibroso country-góspel ‘All God’s children’, donde Bruce rasga sus cuerdas vocales, y en ‘Let me ride’, cierre a piano y coro. Este volumen contiene los tres primeros instrumentales de un disco de Springsteen, de clima recogido y con aura mística. 

Las cosas se animan con ‘Somewhere North of Nashville’ a costa de números de edificante rock’n’roll como son ‘Repo man’ y ‘ Delivery man’, así como el corte ‘roots’ ‘Tiger rose’ (que Sonny Burgess grabó en 1996). Cosecha de 1995, con piezas apreciables, como ese ‘Stand on it’ trotón y ‘honky tonk’, e influjos country en la sentida balada ‘Poor side of town’ y, sumando el violín y acercándose al bluegrass, en ‘Silver mountain’. Este disco contiene una versión de ‘Janey don’t you lose heart’ sin sintetizadores, con ‘pedal steel’ y un violín que suple el fogoso solo de saxo de Clarence Clemons.

Violines de lujo

Las mayores sorpresas llegan en el quinto volumen, ‘Inyo’, título que alude un condado de la California profunda. Apunta a la frontera y más al sur, con incursiones del mariachi y los violines de los Hermanos Villalobos, prestigiosa formación que ha grabado con Dolly Parton y The Chieftains. Destaca ‘Adelita’, con sus alusiones a la Revolución Mexicana. La tal Adelita era “una joven soldado que luchó valientemente / codo con codo con Francisco Villa”, dice la letra. Es un álbum trufado de referencias hispanas y mexicanas, como en la igualmente esplendorosa ‘The lost charro’.

‘Twilight hours’ es un disco hermano de ‘Western stars’ (2019) y no queda por debajo en inspiración en piezas como ‘Sunday love’ o ‘September kisses’. Ambientes confesionales a lo Glen Campbell y arreglos orquestales, muy Burt Bacharach en ‘Follow the sun’. Y, cerrando, el séptimo álbum es ‘Perfect world’, el menos definido, si bien contiene robustas cartas de ‘heartland rock’ (tres, grabadas antes por Joe Grushecky), así como la emotiva ‘The great depression’ y la reconstituyente ‘You lifted me up’, en la línea de los himnos corales para afrontar los reveses de la vida. Material para tratar de degustar sin prisas, aunque las urgencias del fan no siempre se pueden reprimir.

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