'La muerte no desvelada'
Luis Cabrera, fundador del Taller de Músics: "Decir que hay que integrarse es excluyente e identitario"
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Entrevista a Luis Cabrera, autor del libro 'La muerte no desvelada' / ZOWY VOETEN


Carlota Camps
Carlota CampsRedactora especializada en Parlament y política catalana
Graduada en Periodismo y con un máster en Análisis Político, sigue la actualidad política del Parlament y el día a día de varios partidos catalanes, especialmente de Junts per Catalunya.
Luis Cabrera (Arbuniel, Jaén, 1954) promociona su segunda novela -'La muerte no desvelada' (Roca Editorial)-, mientras ya elabora la tercera. Su cabeza está llena de recuerdos de sus primeros años de infancia en Andalucía. De cuando hacía de monaguillo y se situaba cerca del confesionario para escuchar las historias que sus vecinos relataban al cura. También de su llegada a Catalunya a los nueve años y, posteriormente, de su vida dedicada al activismo y a la cultura. "Las historias entre Catalunya y Andalucía siempre me han removido por dentro", explica el fundador del Taller de Músics, escuela de la que han salido artistas como Rosalía, en una conversación con EL PERIÓDICO.
Empezó a acuñar 'La muerte no desvelada' hace más de una década. Escribió a bocajarro más de 800 páginas, a mano, sobre historias y leyendas que había escuchado en su etapa andaluza. Luego dividió los folios en dos montículos, unos le sirvieron para su primera obra -'La vida no regalada'- y los otros para esta segunda novela. "Se puede decir que es un libro con toques autobiográficos, pero hay mucha parte inventada", confiesa Cabrera. La historia narra la muerte de su tío -en la novela el tío Bernardo- y cómo su abuela le encarga investigar si fue un asesinato. Pero el libro es también un retrato costumbrista de la cultura y las tradiciones de Andalucía, y de su pequeño pueblo Arbuniel, renombrado como Zimbra en la ficción.

Entrevista a Luis Cabrera, autor del libro 'La muerte no desvelada' / ZOWY VOETEN
La lengua
Cabrera se define como 'andaluño' y explica que empezó a aprender catalán porque, cuando llegó a Catalunya, se hizo amigo de la única familia catalana que vivía en la calle de Simancas del barrio barcelonés del Verdun en el distrito de Nou Barris. "Algunos de mis amigos de aquella época, y familiares, aún no lo hablan", reflexiona, mientras se pregunta en qué momento dejará de ser "inmigrante". "Hay gente que no quiere que deje de serlo. No sé el porcentaje, no soy científico, pero hay gente que prefiere mantener la pureza", lamenta, que es un férreo defensor de la riqueza de la "mezcla", ya sea de estilos musicales, de culturas o de identidades.
¿En qué momento dejaré de ser inmigrante? Hay gente que no quiere que deje de serlo, prefieren mantener la pureza
El fundador del Taller de Músics se declara "asustado" por el auge de ciertos discursos identitarios y ve paralelismos entre los recelos que generó la ola de inmigración que llegó a Catalunya del resto de España en los años 60 y 70, y la actual. De la situación presente, lamenta que se ponga el foco en la comunidad latinoamericana. "Cuando dicen que a causa de los latinoamericanos baja el uso catalán, también se están refiriendo a mí y a mi gente, porque también llegamos aquí hablando castellano", advierte Cabrera. Reconoce que hay un descenso del uso social de la lengua, pero defiende que para revertirlo son mejores las "armas de seducción" que la "imposición". "Es la estrategia que utilizo con mis hijos", bromea, dando un sorbo a la taza de hierbas "para estar tranquilo" que ha pedido.
También reivindica que muchas veces no se tienen en cuenta las causas que llevaron a miles de andaluces a abandonar su tierra: "Fuimos los perdedores de la guerra. Y el problema es que se nos pone a todos en el mismo saco. Como si los que llegamos aquí, fuéramos franquistas. Veníamos a 'pencar', ya está. Si se pone a todo el mundo que habla castellano en el mismo saco, entonces es cuando hay dolor". Dice que cuando alguien se afirma como español en Catalunya "solo recibe el apoyo de la derecha" y critica que antes de la aparición de Ciudadanos nadie se "atreviera" a hablar en castellano en el Parlament.

Entrevista a Luis Cabrera, autor del libro 'La muerte no desvelada' / ZOWY VOETEN
Pero, a pesar de acusar a un sector del independentismo de querer excluir a los catalanes de origen andaluz de Catalunya, también considera que no se puede "ignorar" a los casi dos millones de personas que votaron 'sí' en el referéndum del 1 de octubre de 2017. "Entonces es cuando hay frustración y resentimiento", advierte, tras confesar que él también acudió a los colegios electorales durante aquella jornada tras ver la dura actuación de la Policía Nacional y la Guardia Civil.
La "integración"
"Eso de la integración... Hablemos mejor de identificarse. Decir que me tengo que integrar... ¿A qué me tengo que integrar? Es excluyente e identitario", defiende Cabrera, que aprovecha para explicar varias anécdotas vividas alrededor de la cuestión idiomática durante los más de 60 años que lleva en Catalunya. Cabrera, que usa el catalán y el castellano de forma indistinta a lo largo de la conversación con este diario, acusa de "paternalismo" y "racismo" a aquellos catalanohablantes que se le dirigen en castellano a pesar de que él estuviera usando en aquel momento su lengua de adopción.
Cambiar de lengua es paternalismo, y el paternalismo es racismo
Una lengua, la catalana, que le sirvió en 1972 para enfurecer a los policías que le tuvieron retenido durante más de 72 horas en la comisaria de la Via Laietana, antes de enviarle a la prisión de La Model. "No paraba de hablar en catalán. Me daban más hostias, pero me daba igual", recuerda con una sonrisa de satisfacción, y añade: "Me decían 'canta niño' y yo les decía 'de acuerdo, pero yo solo sé cantar la Estaca de Lluís Llach'". Justamente, desde la librería Laie, a poco más de 500 metros de esta comisaria, recuerda que este sábado hay una nueva manifestación para protestar contra el plan del Gobierno de limitar el reconocimiento de este espacio como lugar de memoria a la colocación de una placa.
Cabrera, que lamenta que aún no ha podido encontrar los restos del cuerpo de su abuelo, denuncia que no se ha hecho suficiente en materia de memoria histórica y pide más "valentía" al Gobierno: "Estamos en 2025, han pasado 50 años. Es muy bestia. Han pasado ya dos o tres generaciones, ¿quizá ya está bien, no?".
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