Opinión | Política y moda

Patrycia Centeno

Patrycia Centeno

Experta en comunicación no verbal.

¿Una ciudad en llamas? Eso es lo que verás (o creerás ver)

Trump ha creado para Los Ángeles un imaginario de tumultos, anarquía y violencia descontrolada que le permite no solo justificar una desproporcionada respuesta represiva, sino también presumir de ella

Agentes de policía apuntan con sus armas a un manifestante en Los Ángeles.

Agentes de policía apuntan con sus armas a un manifestante en Los Ángeles. / Jim Vondruska/Getty Images/AFP

"Si no estás en Los Ángeles, pensarás que toda la ciudad está en llamas". Esta reflexión sobre la manipulación visual experimentada que mantienen habitantes, turistas y dirigentes de Los Ángeles no está recibiendo demasiado interés, pero a mí me teletransporta a octubre de 2019. Supongo que no fui la única que recibió llamadas y mensajes de familiares y amigos interesándose por nuestra seguridad aquellos días. Porque si la única información que tenías era la de los medios de comunicación y las redes sociales, Barcelona era un campo de batalla. Recuerdo intentar contraprogramar las exageradísimas informaciones visuales de la ciudad en guerra, con fotos de Naya y yo paseando tan tranquilamente.

Donald Trump posee el don de retorcer el discurso, también visual. No es casual que esta puesta en escena escogida para Los Ángeles haya llegado justo a tiempo para eclipsar su pelea personal con su hasta hace poco amigo inseparable Elon Musk. La retórica del gobierno trumpista (invasión, criminales, turbas, violentos, fuego, azufre, anarquía, tumultos…) es la base del lenguaje autoritario (de aquí y de allí; de hoy, de ayer, mañana y de siempre). Si nos recreamos con imágenes de manifestantes con el rostro cubierto y de coches y contenedores en llamas sembramos en la mirada colectiva la sensación de pánico existencial ante la posibilidad de que el caos se extienda y los criminales tomen el poder. Este tipo de imágenes le sirve al gobierno para justificar el envío de tropas, obvio. Una vez instalada esa visión en el espectador, puedo desplegar a más de 4.000 efectivos del ejército y hablar de insurrección. Y aunque a esos soldados los vayamos a ver desocupados, hacinados, sin agua, comida ni un lugar para dormir; la manipulación está perpetrada. Acaban de acostumbrar visualmente a la población estadounidense a que una ciudad pacífica acabe tomada. 

Caer en la trampa

El abuso interesado de imágenes con un componente visual agresivo es comprensible por parte de los trumpistas. Sin embargo, ¿por qué los promanifestantes recurren también a este tipo de instantáneas incendiarias cuando las protestas han sido, en general, pacíficas? ¿Creen que así van a movilizar a más personas, conseguirán más 'likes' en redes? Los expertos en relato visual político lo han repetido por activa y por pasiva: "no caigáis en la provocación de Donald Trump". No vais a ganar al mayor experto en 'realities'. De hecho, hasta se recomendó a los inmigrantes, que, además de la bandera de su país de origen, enarbolaran conjuntamente la estadounidense (yo soy tan de aquí o más que tú, imbécil) y no la quemaran (regalar más argumentos visuales al adversario). ¿Quiere decir eso que los inmigrantes y quienes les apoyan deben permanecer impasibles ante el ataque que reciben? No, solo que la respuesta requiere inteligencia (sosiego). Un ejemplo es el poderoso vídeo que la actriz Salma Hayek ha creado con datos y empatía para poner en valor a los latinos.

La noche del miércoles, pese al escenario de guerra que se ha montado, Donald Trump posaba sonriente con su esmoquin en la alfombra roja del Kennedy Center (que preside después de haber echado a toda la cúpula directiva del centro cultural). Lo acompañaba Melania Trump vestida, como siempre, de firmas de lujo europeas ('Make America Great Again!'). Se estrenaba ni más ni menos que 'Los Miserables'. Sí, hombre, una de las obras más famosas de Víctor Hugo que narra la historia de un exconvicto que busca la rendición y se enfrenta a un mundo injusto, marcado por la pobreza y la opresión… 

Hay que reconocer que a nadie le funciona mejor la contradicción que a Donald Trump. 

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