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Crítica de 'Sirat' de Oliver Laxe: trance, fe y supervivencia

Oliver Laxe da un convincente salto cualitativo con una cuarta película, una obra muy libre de impactante calado visual

El cine de Oliver Laxe que triunfa en Cannes: potencia visual y espiritualidad

Una imagen de 'Sirat'

Una imagen de 'Sirat' / Movistar +

Quim Casas

Quim Casas

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'Sirat'

Dirección: Oliver Laxe

Intérpretes: Sergi López, Bruno Núñez, Stefania Gadda

Año: 2025

Estreno: 6 de junio de 2025

★★★★

Ungida de cierta espiritualidad, iniciada como un viaje en trance por el desierto, enaltecida por una mirada sobre el derrumbe evidente de la civilización occidental y culminada con la lucha por la supervivencia en un medio hostil, la cuarta película de Oliver Laxe, recompensada en el último festival de Cannes con el Premio del Jurado, es un más que convincente y potente salto cualitativo en la filmografía del cineasta. No en cuanto a temas e ideas, muy coherente con todo lo desarrollado hasta la actualidad en 'Mimosas' o 'Lo que arde', sino en relación con los medios de producción que se han tenido para conseguir una experiencia absolutamente cinética.

Son tan importantes los personajes como el espacio. Esenciales el hombre maduro y su hijo pequeño, a la búsqueda entre los espectadores de una 'rave' de la hija y hermana desaparecida, y aquellos a los que conocen durante su experiencia iniciática. Esencial el desierto insondable y las montañas africanas que cruzan juntos o por separado.

Laxe no se casa con nadie. Ni referencias muy explícitas –aunque esté presente algo de 'El salario del miedo', el filme rodado por H. G. Clouzot en 1953 sobre gente que transporta dinamita en camiones por caminos tortuosos–, ni un género concreto –drama, documento transversal, aventura 'on the road', supervivencia–, ni personajes con los que el espectador pueda trazar aproximaciones empáticas. Es un filme muy físico más allá de sus imágenes iniciales de música electrónica en pleno desierto marroquí. Muy libre. Con sus altibajos y algunas redundancias, pero de singular calado visual porque Laxe y el extraordinario director de fotografía Mauro Herce se complementan a la perfección.