Estrena 'Un menú tancat'

Jordi Casanovas: "Muchos hombres prefieren la nostalgia al progreso"

El autor regresa a La Villarroel con el estreno de 'Un menú tancat', dirigida por Llàtzer Garcia y protagonizada por Roger Coma, Òscar Muñoz y Joan Arqué

Jordi Casanovas regresa a La Villarroel con el estreno de 'Un menú tancat', dirigida por Llàtzer Garcia y protagonizada por Roger Coma, Òscar Muñoz y Joan Arqué.

Jordi Casanovas regresa a La Villarroel con el estreno de 'Un menú tancat', dirigida por Llàtzer Garcia y protagonizada por Roger Coma, Òscar Muñoz y Joan Arqué. / David Ruano

Marta Cervera

Marta Cervera

Barcelona
Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El dramaturgo Jordi Casanovas (Vilafranca del Penedés, 1978) es un crack a la hora de sacar punta a la realidad. En 2006 ya hablaba de la IA en 'Wolfenstein', tema que también aparecía en 'Inmunitat' (2022), estrenada en La Villarroel como 'Conspiranoia'(2024), una divertida reflexión sobre la relidad alternativa terraplanista. Esta semana regresar a la misma sala con 'Un menú tancat', una comedia que escribió tras percatarse de las reacciones que provocó con 'Jauría', una potente obra de teatro documental basada en la transcripción del juicio a 'La manada'. Muchas personas salían ofendidas por lo que habían visto y no estaban precisamente del lado de la víctima de aquella violación que retrató el machismo arraigado en la sociedad española.

¿Saldremos con apetito tras ver 'Un menú tancat'?

Como es degustación, tal vez. Uno de los personajes sí sale con hambre porque lo que les ofrece el chef no es tanto una comida para llenar el estómago sino para zarandear el espíritu, tocar el alma y las emociones.

¿Se ofenderá alguien del mundo de la alta cocina?

No creo que ocurra pero ojalá más gente se ofendiera en el teatro y gestionara esa ofensa. Eso es lo interesante. El teatro, como los libros, no ofenden, somos nosotros quienes lo hacemos. Esta obra aborda principalmente dos temas. ¿Por qué a los hombres nos cuesta tanto llorar en público, incluso entre amigos que se conocen de toda la vida? Y se pregunta: si pudiéramos viajar al pasado probando un plato, ¿qué pasaría si nos trajera malos recuerdos?

¿De dónde surgió esta comedia gastro?

La comida de autor me encanta y en los restaurantes han creado toda una teatralidad alrededor de la comida. Me gustaba la idea de jugar con esa puesta en escena y ese ritual a la hora de servirte los platos. Por otro, se buscan muchas esencias que nos recuerden tiempos pasados, pero me seducía la idea de poner en duda ese concepto de nostalgia. En un momento en el que mucha gente está aferrada a ella y quiere viajar al pasado me pregunto, ¿qué pasa si esa nostalgia nos lleva a lugares no tan agradables?

Roger Coma en 'Un menú tancat'.

Roger Coma en 'Un menú tancat'. / David Ruano

Pero tiene algo que ver con 'Jauría'.

Hay una pequeña broma al principio. El personaje de Roger ha ido a ver una obra de ficción documental sobre una vioación y está muy enfadado porque le ha incomodado mucho. Está tan enfadado que asegura que no volverá nunca al teatro. Pero uno de sus amigos le hace pensar. ¿Qué pasaría si todo fuera siempre igual y no hubiera nada que nos incomodara y nos hiciera replantear cosas? Y la cocina, ¿no tiene que incomodar también?

Para gustos, colores.

A mí me gustaría entender a todo ese público masculino que salió enfadado tras ver 'Jauría'. Una parte de mujeres salía con una emoción muy fuerte, conmocionada. Hubo una parte de hombres que salía con muchas preguntas, dudas y cuestiones acerca de sus propias relaciones, mientras que otra parte del público, con una postura más hermética, consideraban la obra una traición y una mierda. No les había gustado para nada.

Cuesta cambiar los viejos patrones masculinos.

Eso es lo que intenta explicar 'Un menú tancat'. Los personajes salen cabreados y hablan de todo lo relacionado con la nueva masculinidad y el jucio social hacia determinado modelo de hombre, que es el que hemos heredado de nuestros bisabuelos, abuelos y padres. Prefieren la nostalgia al progreso. En este momento muchos hombres se preguntan por qué los conceptos de siempre se están poniendo en duda.

¿Todos los personajes piensan igual?

No. Uno se plantea la posibilidad de cambiar cosas, otro se opone radicalmente a cambiar nada porque opina que esto es una moda pasajera. Y el tercero está en crisis y no sabe qué le está pasando. No sabe qué pensar. Y el cocinero, en este proceso de preguntarle a sus amigos qué nos está pasando, va descubriendo el problema.

Roger Coma, Òscar Muñoz y Joan Arqué protagonizan esta comedia sobre nuevas y viejas masculinidades.

Roger Coma, Òscar Muñoz y Joan Arqué protagonizan esta comedia sobre nuevas y viejas masculinidades. / David Ruano

¿Qué papel juega la cocina en la obra?

La cocina es una alegoría. Es donde se cortan y diseccionan las emociones y la vulnerabilidad masculina, Joan Arqué encarna a un cocinero profesional con dos estrellas Michelín que invita a probar un menú muy especial a sus amigos, pero acaban cocinando todos.

¿Qué rol juegan Roger Coma y Òscar Mateu?

Roger Coma es Eduard, el que solo quiere quedar con los amigos para reír y disfrutar, no para abrirse y tratar temas serios que generan conflictos. Es el más refrectario a un posible cambio. Y Òscar Muñoz es Mateu. Acaba de separarse y tiene dos hijos que le hacen plantearse muchas preguntas acerca de la educación que debe darles. Intenta remodelarse como hombre pero no sabemos si es por voluntad propia porque realmente quiere cambiar o es algo superficial que hace para gustar a los demás.

¿Qué busca Jordi Casanovas cuando va al teatro?

A veces quieres evadirte, disfrutar, reír. Otras quieres que te den ideas o que te hagan preguntarte cosas. A veces vas con la idea de profundizar en un tema y te genera otras preguntas que no esperabas. A veces, necesitas que te sacudan y eso te puede pasar en el teatro, en el cine, o leyendo un libro. No sabes nunca que tecla provocará la catarsis.

El nivel de nuestra dramaturgia es tal que está en todos lados y eso ya ni nos sorprende. Es acojonante. ¡Somos una superpotencia!

¿Qué tal lleva la nueva masculinidad?

Me gusta vivir en una sociedad que evoluciona, a veces para bien y otras para mal porque es emocionante. La obra pone en duda el concepto de nostalgia. El pasado cada cual lo recuerda de una manera, por eso aferrarse a la nostalgia es muy pobre, muy infantil. La ultraderecha se aferra a ella porque no tiene proyecto de futuro.

Y usted no comulga con sus ideas.

Yo soy un hombre a favor del progreso, de la evolución, de la IA, del feminismo. De todo lo que suponga mejorar y avanzar. Los dramaturgos estamos obligados a imaginar el futuro e intentar descubrir el presente. Cuando ya se habla mucho de un tema, no hace falta que nosotros insistamos.

¿Alguna obra documental más en la cartera?

Por ahora no. Las tres que he hecho 'Port Arthur', 'Ruz-Bárcenas' y 'Jauría' no tenían mucho material audiovisual, por eso me interesaron. Vivimos rodeados de imágenes, por eso me interesan este tipo de casos donde lo único que hay son transcripciones. Es complicado, has de buscar mucho.

Yo propongo cosas pero también tengo un teléfono donde me pueden llamar. El problema es que hay una gran mentira: los teatros púbicos no se nutren de propuestas, sino que las generan.

¿Cómo valora la salud del teatro catalán?

Muy bien. Tenemos mucha habilidad y variedad. Hay un circuito más intelectual y alternativo al que le cuesta más llegar al gran público. Es algo sistémico. Pero en Praga en una misma calle hacían 'Lapònia' y 'Rita' y dos calles más allá hacían 'Jauría'. ¡Con lo difícil que es que un autor de fuera pueda estrenar! Si eso les ocurre a otros que quieren venir a Barcelona. El nivel de nuestra dramaturgia es tal que está en todos lados y eso ya ni nos sorprende. Es acojonante. ¡Somos una superpotencia! Se está apostando mucho por la dramaturgia catalana, tanto desde los teatros públicos como de los privados.

¿No cambiaría nada?

Si algo funciona, sigamos con ello. Habrá quien diga que si ya hacemos bien los huevos estrellados tocará probar con las alcachofas rebozadas. ¡Noooo! Potenciemos nuestra marca, lo que sabemos hacer. No me gusta cuando dicen que hay demasiados autores de comedia en Catalunya. Lo que hay que hacer es convertir la comedia en industria. Hace años La Fura dels Baus y Comediants se convirtieron en marca de teatro de evento. Entonces decían: Catalunya hace buen teatro de calle. Hoy Catalunya es sinónimo de buen teatro de texto, comercial y complejo. Hay que potenciarlo y disfrutarlo.

Hace años que no se estrena nada suyo en el Lliure o el TNC. ¿No ha propuesto nada?

Desde 'Vilafranca' (2015) en el Lliure y 'Una història catalana' (2013) en el TNC, no he vuelto. Yo propongo cosas pero también tengo un teléfono donde me pueden llamar. El problema es que hay una gran mentira: los teatros públicos no se nutren de propuestas, sino que las generan.

Pero si en el Lliure hasta se creó una comisión para leer todo lo que llegaba.

Eso de la comisión es el mejor teatro que se hizo en la época de Martel. Una mentira que coló como verdad. La gente propone algo cuando le llaman para que proponga. Va así en los teatros públicos.