Opinión | La caja de resonancia
Eurovisión: ¿y si llega a ganar Israel?
Un voto popular altísimo en comparación con el del jurado rompió esquemas y a punto estuvo de hacer vencedora la canción de un país que se sitúa en el ojo del huracán en la opinión pública europea

RTVE
Volvió a ocurrir: la canción de Israel disparó su posición en el tablero de Eurovisión gracias al voto popular, en principio el más sujeto a factores emotivos. Llamativo, ahora que el país no parece ser el más popular de la clase. Ya ocurrió el año pasado, cuando de ese mismo modo pasó del 12º puesto al 5º. Este sábado trepó de golpe del 14ª a un primer lugar que en el último minuto cedió a Austria, ganadora de esta edición. Y entre los televidentes que más votaron a Israel estuvieron los españoles, que le dieron los 12 puntos (como en 2024).
La primera lectura puede invitar a pensar que las expresiones vertidas en los medios y en las redes, y que configuran la opinión pública, van por un lado, y luego, el impulso íntimo de cada ciudadano, por otro, pero hay más cosas que decir. Minorías muy motivadas puede hacer decantar balanzas, y aquí estamos ante un caso muy polarizado: el sábado, el voto pro-Israel fue todo él a Israel, mientras que el voto anti-Israel se tuvo que fragmentar entre las otras 25 canciones.
Luego, este televoto eurovisivo potencia los sesgos. ¿Qué es eso de poder votar 20 veces? En espectadores un poco libres de filias y fobias, eso podría favorecer un reparto del juego, pero los soldados de una causa (la que sea) harán de ese voto múltiple un uso muy distinto. Tratándose de Israel, las diásporas pueden haberlo magnificado incluso: veo perfiles en X de israelíes con tarjetas de crédito de tres países que dieron su voto 60 veces a la canción de Yuval Raphael.
Pero Israel invirtió dinero en la promoción de su canción, y cuando una figura es percibida como objeto de una campaña en contra puede generar un rebote de simpatía. Quizá un poco más tratándose de una chica de 24 años que el 7 de octubre de 2023 asistía al festival Nova Sukkot, en el que Hamás asesinó a 364 personas y del que escapó de milagro y sufriendo heridas de metralla. También puede haber una audiencia (discreta) que sienta que está harta de que todo se politice, e incluso esa extravagancia de votar una canción porque te ha gustado. Hay que decir que la de Yuval Raphael estaba entre las mejores.
El patrocinio eurovisivo de la empresa israelí Moroccanoil alimenta tesis conspiradoras y se acusa al sistema de televoto de amparar ‘bots’ que adulteran los resultados. La Unión Europea de Radiodifusión podría dar alguna explicación clarificadora de todo ello, sobre todo para anticiparse a algo que podría ocurrir el año que viene: que Israel gane el festival y le caiga encima un gigantesco grito de ‘tongo’.
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