El escritor de los prodigios

Eduardo Mendoza, pícaro de novela y "proveedor de felicidad", Premio Princesa de Asturias de las Letras 2025

El jurado destaca la "decisiva aportación” del autor de 'La verdad sobre el caso Savolta' y 'Sin noticias de Gurb' “a las letras en lengua española del último medio siglo"

Eduardo Mendoza: “He dedicado toda la vida a lo que más me gusta, escribir y hacer el vago, y esto al final me lo premian”

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Eduardo Mendoza gana el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2025

Eduardo Mendoza gana el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2025 / JORDI OTIX / VÍDEO: Europa Press

David Morán

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Barcelona
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Se cumplen 50 años de ‘La verdad sobre el caso Savolta’, primoroso debut de Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943) y pilar maestro de la literatura española del siglo XX, y los dioses de la guasa y la risa han decidido que sea justo ahora, fecha señalada y aniversario redondo, cuando el jurado del premio Princesa de Asturias de las Letras se rinda al pícaro mayor de nuestra narrativa. Mendoza, ya saben, un “gamberro con traje y corbata que golpea la idiocia con el guante de seda del humor y las artes de la picardía”, como le definió el jurado de alguno de los muchos premios que ha ido recibiendo en la última década. 

En 2015, por ejemplo, le dieron el Franz Kafka por su “narración magistral, visión humana de los acontecimientos y un sentido del humor mordaz”; en el 2016 ganó el todopoderoso Cervantes por devolver al lector “el goce por el relato y el interés por la historia”: y en 2020 se hizo con el de Novela Histórica Barcino por “diseccionar las grandezas y miserias” de la ciudad a lo largo de las años.

Ahora, este miércoles, el Princesa de Asturias de las Letras llega casi como un resumen de todo lo anterior; una celebración del autor de ‘La ciudad de los prodigios’ y ‘Sin noticias de Gurb’ como novelista de altura y, palabras mayores,  "proveedor de felicidad para los lectores cuya obra tiene el mérito de llegar a las generaciones más distintas que hoy se reconocen en sus luminosas páginas". 

“No sé si proveedor de felicidad, pero seguro que sí proveedor de felicidad para mí mismo”, ha resumido el propio Mendoza a la hora de valorar un premio que, ha subrayado, sirve como impulso y acicate. "Me he dedicado toda la vida a hacer lo que más me gusta, que es escribir y hacer el vago, y esto al final me lo premian. Es muy bonito, una satisfacción, pensar que 50 años después de publicar mi primera novela no me han mandado al cuarto de los trastos”, ha dicho.

En el podio, a su lado, el detective manicomial de las pepsicolas y el desopilante Pomponio Flato; los pistoleros de principios del XIX y ese simpático extraterrestre extraviado en una zanja de la Barcelona preolímpica; el anarquista Onofre y Mauricio el de las elecciones primarias. ¿Su secreto? Poca cosa. “No he hecho nada especial para ganarme la simpatía de la gente. Quizá se deba a que los libros que escribo son cómodos de leer. A veces pienso que no tienen gran valor. Pero luego descubro por la gratitud de los lectores que sí lo tienen”, resumió hace años. 

Adorador de Charles Dickens y Jules Verne y ‘gentleman’ en perpetuo estado de perplejidad, Mendoza se hizo escritor para combatir el sopor de la España franquista y el aburrimiento endémico de las clases de derecho y llegó a la meta nada más echar a correr: ‘La verdad sobre el caso Savolta’, un “novelón estúpido y confuso, escrito sin pies ni cabeza”, según el  lince censor que vetó el título original (“Los soldados de Cataluña”), le abrió las puertas de Seix Barral y ganó el Premio de la Crítica. “Me cambió la vida”, ha reconocido el escritor cada vez se ha publicado una edición conmemorativa de su debut.  

BARCELONA 18/01/2024 Cultura Entrevista a Eduardo Mendoza Foto ELISENDA PONS

Eduardo Mendoza, fotografiado el año pasado en Barcelona / ELISENDA PONS

Humor para estar el mundo

Instalado en Nueva York y empleado como traductor en la ONU, a Mendoza se le atragantó ‘La ciudad de los prodigios’ (1986), segunda novela que acabó siendo la cuarta, y encontró en el humor descarado y la ironía disparatada el mejor desatascador. “Mi preocupación desde el principio de mi carrera era ‘quiero escribir, pero no tengo nada que contar’, y eso se va con el humor, porque ahí no tienes que contar nada”, dejó dicho para explicar la génesis de ‘El misterio de la cripta embrujada’ (1978), descollante parodia detectivesca con la que descubrió su auténtica voz. “Me encantaba escribir así”, diría. 

A los lectores, claro, también les encantaba leerle así, lo que explica la rápida y creciente popularidad de títulos como ‘El laberinto de las aceitunas’ (1982), ‘Sin noticias de Gurb’ (1991), ‘La aventura del tocador de señoras’ (2001), ‘Mauricio o las elecciones primarias’ (2006) y ‘El enredo de la bolsa y la vida’. "El humor me sale hasta ante lo dramático. Es mi manera de estar en el mundo , no puedo ser de otra manera. En literatura no creo que el humor suponga dejar de buscar la excelencia. Ha estado mal valorado, tal vez por el peso de la gran novela del XIX. Se olvidó que el Quijote, el Lazarillo, Quevedo, Moratín o Dickens, ya que estamos en Londres, han sido básicamente autores de humor", reivindicó en 2016, cuando ganó el primer Cervantes para la risa, y podría repetir hoy que la comedia desmadrada se hace hueco en un palmarés coronado por Ana Blandiana, Haruki Murakami, Emmanuel Carrère, Anne Carson y Siri Hustvedt, entre otros.

Siempre con el absurdo por bandera y reivindicándose como el más inglés de los escritores españoles y el más internacional de los autores barceloneses, Mendoza se puso más o menos serio para ganar el premio Planeta de 2010 con ‘Riña de gatos’, se asomó al debate político de 2017 con 'el ensayo 'Qué está pasando en Cataluña' y ha disfrazado de atropellada novela de aventuras su biografía y la de todo el país en la trilogía formada por 'El rey recibe' (2018), 'El negociado del yin y el yang' (2019) y 'Transbordo en Moscú’ (2021). La serie, protagonizada por ese trasunto del autor llamado Rufo Batalla, le ha servido para recorrer el siglo XX y constatar que "los grandes cambios que se producen a veces de una manera imperceptible".

En 2023 dijo que lo dejaba, que su carrera como novelista había terminado, y pocos meses después reapareció con ‘Tres enigmas para la organización’, disparatada novela de espías y agentes secretos con vistas a Las Ramblas. “Es que tampoco tengo nada mejor que hacer”, dijo, socarrón, cuando le preguntaron por semejante retirada interruptus.