En el Teatre Borràs

Ana Duato y Darío Grandinetti exploran la contradicción entre amor y libertad en 'La música'

Dos veteranos actores con una dilatada experiencia en cine y televisión protagonizan la obra de Marguerite Duras en el Teatro Borrás dirigidos por Magüi Mira

Ana Duato y Darío Grandinetti protagonizan 'La música', de Marguerite Duras en el Teatro Borrás de Barcelona.

Ana Duato y Darío Grandinetti protagonizan 'La música', de Marguerite Duras en el Teatro Borrás de Barcelona. / EPC

Marta Cervera

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Barcelona
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Regresar a las tablas tras años dedicados al cine y la televisión está resultando interesante tanto para Ana Duato, que durante casi un cuarto de siglo ha estado dedicada en cuerpo y alma a la popular serie 'Cuéntame', como para Darío Grandinetti, un actor argentino que ha trabajado en muchas películas como 'Relatos salvajes' y series como 'Hierro'. Ambos protagonizan 'La música', de Marguerite Duras en el Teatro Borrás de Barcelona, un duelo donde las palabras son como bisturís que penetran en lo más hondo de las entrañas de un matrimonio roto que se reúne por primera vez para sentenciar su divorcio.

¿Cómo surgió este proyecto?

Darío Grandinetti (DG): Yo llevaba tiempo con ganas de tener ganas de volver a hacer teatro. Magüi Mira, la directora, me presentó todo ya armado, con Ana en él. Me interesó mucho, me gustó. Me tomé un tiempo para tomar la decisión porque hacer teatro en España supone tomar decisiones personales y acomodar cosas en Argentina. Y, aunque tengo un lío bárbaro, aquí estoy.

Ana Duato (AD): Hacía muchos años que no hacía teatro pero cuando me propusieron esto con Magüi Mira, con quien ya había trabajado y a la que admiro, me sedujo mucho. Ella guardaba esta obra como un 'tesorito' desde hacía tiempo. Sabía cómo lo quería hacer. Y cuando se sumó Darío al proyecto pensé: ¿cómo no? Volver así, sí. Es una satisfacción enorme.

Es una obra compleja, para nada fácil.

A.D.: Marguerite Duras era una mujer compleja. Su obra es peculiar y su texto, encriptado, como dice Magüi. Por eso seguimos descubriendo cosas nuevas, miradas y sensaciones nuevas. Esta obra la concibió en 1965 pero su mirada hacia la pareja es muy poderosa y atrevida. Es rebelde en muchos sentidos, se nota que le importaba un pimiento lo que dijeran de ella.

Siempre fue moderna.

Es que ahora parece que lo tenemos todo muy integrado pero ella apostaba por una relación de igual a igual entre hombres y mujeres. Creía en el amor pero también en la independencia del ser, algo que crea contradicciones. Eso es muy atractivo. Son temas de los que seguimos hablando. Seguimos luchando y gestionando nuestras relaciones humanas.

La honestidad es uno de los grandes temas que toca. ¿Hasta qué punto se puede ser honesto en una relación?

A.D: Ella habla de muchas cosas: la vida, la muerte, el destino, el azar, el amor pero la dependencia que crea, también. Ella es honesta...

D.G: La autora es honesta pero los personajes, no. No han sido honestos en el pasado. La honestidad empieza en ese encuentro para firmar unos papeles que les quedan del divorcio. Es entonces cuando aparece la honestidad para hablar de quienes fueron y quién pensábamos que era el otro. Son honestos en este encuentro pero no lo fueron en su momento cuando estaban juntos. Ella pensaba que ella no lo iba a entender. Él porque no, pensaba que no hacía falta.

A.D: Y él pregunta todo el tiempo ¿por qué no me lo contabas? Y ella le responde que él no hubiera sabido interpretarlo o entenderlo. Hay que tener valentía para ser honesto en todo tipo de relaciones, para decir la verdad y lo que sientes. Es que no es fácil la comunicación.

D.G: Y a veces, hasta cuesta entender qué es aquello que a uno le pasa y producto de qué surge. ¿Por qué no saber explicarlo y que el otro malinterprete el motivo por el cual uno dice o hace determinadas cosas? A veces la incapacidad de la incomunicación y el temor a ser malinterpretado pesan. Es que el personaje de Ana no deja de señalar: "Es que no te lo dije porque no lo hubieras entendido". Y vamos descubriendo en la obra que tiene razón.

¿Y eso es porque él es hombre y ella, una mujer?

D.G: No, no tiene nada que ver. La obra no está planteada así y pensando en la época en la que se escribió tiene un mérito enorme. La autora lo plantea desde la igualdad de ambos. No cuestiona un supuesto poder masculino o machista porque sería otra obra. Aquí lo que resalta es la independencia y el poder de decisión de la mujer, que no es la mujer de nadie.

¿Cómo lo ha recibido el público?

A.D.: Se sorprende y está muy atento. Algunos salen muy tocados porque recrea sentimientos vividos. Lo que siento es que están muy con nosotros. Si entras, esta obra te llega mucho. Y eso que salimos a pelo. La puesta en escena no tiene nada. Nosotros lo hacemos todo.

¿Cuántos se pueden identificar con lo que les ocurre a los protagonistas?

D.G: No importa si se es joven o mayor, cualquiera puede identificarse lo que ocurre en escena. No hace falta que sea un matrimonio que lleva 20 años juntos. Cualquiera que haya tenido relación de pareja, aunque no haya pasado por ahí, puede identificarse con situaciones similares.

A menudo quedan dudas y temas por resolver cuando se acaba una relación. ¿Sirve de algo esa reunión tras años sin verse para cerrar el capítulo del divorcio?

A.D: Las relaciones importantes forman parte de ti y de quien eres. Por eso la del amor es una partitura que no termina. La autora siempre ha mantenido que una relación, no el amor, siempre tiene un final. No se sabe cuándo pero va a llegar. Es inevitable.

D.G.: Los personajes de la obra son ambos independientes, cada uno tiene su vida y no han tenido hijos. Hay matrimonios donde la separación no es posible porque si se separan uno de los dos tendrá problemas económicos. No es el caso de esta pareja. Esta obra habla desde la pura libertad, decisión y elección.

A.D: Pero todo el tiempo hablan de qué harán con los muebles que tienen guardados. Es como que no quieren acabar de aclararlo.

D.G.: Son parte de ese pasado que los une. Lo único que quedó de esa casa que compartieron.

¿Igual que su amor?

A.D: Ambos acuden a la cita porque quieren ver cómo está el otro. La clave es que se siguen amando, deseando pero no pueden estar juntos.

D.G: Sentir una historia de amor con sus ideas y sus venidas genera empatía. Todos hemos estado en pareja, aunque sea un rato. Algunos más ratos que otros, claro.

¿Es posible la amistad después del amor?

D.G.: En el caso de estos dos, no.

A.D.: Ella lo supera con amor.