Historia por correspondencia
Los 'scones' de Isabel II, el riñón de Jack el Destripador y el autobombo de Leonardo da Vinci: las mejores cartas jamás escritas (y enviadas)
'Nuevas cartas memorables', de Shaun Ushed, reúne misivas de Galileo, Albert Einstein, Anaïs Nin, Maria Estuardo, Oscar Wilde, Mark Twain, James Cameron y Virgina Woolf, entre muchas otras
Bomba de memoria y emoción: historia de un suplemento de EL PERIÓDICO de 1979 encontrado en una maleta de mamá

Isabel II, Elvis Presley y Shirley Jackson: parte de su correspondencia privada está reunida en 'Nuevas cartas memorables', que recopila misivas de lo más curiosas. / EPC


David Morán
David MoránPeriodista
Periodista de la sección de cultura.
Enero de 1960. Un día cualquiera en la casa real británica. Isabel II acomoda sus reales posaderas en su butaca favorita, abre el periódico y ahí está, encorvado ante una parrilla, el entonces presidente de Estados Unidos, Dwight D. Eisenhower. “Al ver una fotografía suya en el periódico de hoy, asando codornices ante una barbacoa, me he acordado de que no llegué a enviarle la receta de los 'scones' que le había prometido en Balmoral”, escribe la monarca en un papel con membrete oficial de la casa real británica. “Me apresuro a hacerlo ahora, con la esperanza de que el resultado le parezca satisfactorio”, añade justo antes de detallar en una adenda mecanografiada ingredientes, cantidades y pasos a seguir para elaborar sus al parecer legendarios bollitos.
“Creo que es preciso batir la mezcla a conciencia durante la preparación y no dejarla reposar demasiado antes de cocinarla”, informa la reina, ‘Celebrity Bake Off’ 'avant la lettre', en una de las misivas que recopila ahora ‘Nuevas cartas memorables’ (Salamandra), versión ampliada y extendida de la antología de comunicaciones postales y epístolas célebres que el ex publicista y “comisario de correspondencia” Shaun Usher publicó hace una década. Una jugosa recopilación de cartas por la que desfilan, con mayor o menor fortuna, Charles Bukowski, Galileo Galilei, Leonardo da Vinci, Albert Einstein, Anaïs Nin, Maria Estuardo, Oscar Wilde, Mark Twain, James Cameron o Virgina Woolf, de quien Usher reproduce su desoladora última carta a su marido, escrita poco antes de quitarse la vida el 28 de marzo de 1941. “Ya no puedo luchar más”, clama la autora de ‘La señora Dalloway’.

Cartas de Elvis Presley al presidente Nixon y de Mick Jagger a Andy Warhol / EPC
Un grito, una bomba de relojería
Una carta, asegura Usher, “es una bomba de relojería, un mensaje en una botella, un grito pidiendo ayuda, una historia, un gesto de preocupación, una cucharada de cariño, un modo de conectar a través de las palabras”. Un medio de comunicación más o menos ajeno a las revoluciones tecnológicas, al menos hasta no hace mucho, que lo mismo sirve para compartir recetas de repostería entre jefes de estado que para reprender a lectores quejicosos (“si no le gustan mis melocotones, no sacuda mi árbol”, respondió Shirley Jackson, plusmarquista del cuento y de la inquietante brevedad, a una de las muchas quejas llegadas a ‘The New Yorker’ tras la publicación de ‘La lotería’) o airear crímenes atroces. Esto último es lo que (supuestamente) hizo Jack el Destripador en octubre de 1888, cuando escribió al presidente del Comité de Vigilancia de Whitechapel para alardear de sus asesinatos. “Cabayero, le envio la mitad del rinion que lo saque a una mujer lo he conservado para usted el otro cacho lo frei y me lo comi estaba muy rico”, puede leerse en un texto manuscrito “desde el infierno” de la vida y también de la ortografía.
Entre cartas de Mark Chapman a un coleccionista preguntándole cuánto podía valer la copia de ‘Double Fantasy’ que John Lennon le firmó justo antes de que lo matase y ruegos de Mick Jagger a Andy Warhol para que no complicase demasiado la portada de ‘Sticky Fingers’ (la cosa, como sabrán, salió regular), sorprende la cantidad de peticiones por escrito, a cada cual más extravagante e insólita, dirigidas a presidentes estadounidenses.
A Roosevelt, por ejemplo, le escribieron primero Fidel Castro pidiéndole dinero (“nunca he visto un billete de diez dólares americano y me gustaría tener uno”, escribió con apenas 12 años el futuro dirigente cubano) y, un par de años después, el sobrino de Hitler, de nombre Patrick, implorándole que le dejase alistarse en el ejército estadounidense para combatir el régimen “diabólico y pagano” de su tío.

Carta de presentación de Leonardo da Vinci / EPC
Para misivas bizarras, sin embargo, la que Elvis Presley le envió a Nixon en diciembre de 1970 ofreciéndole sus servicios como agente federal encubierto. "He estudiado a fondo el consumo de estupefacientes y las técnicas comunistas de lavado de cerebro, me encuentro en medio del meollo y puedo hacer un gran bien y lo haré”, anuncia el cantante al tiempo que, viva la guasa, pide hacerse con una placa de la Oficina de Narcóticos y Drogas Peligrosas. "Estaré encantado de echar una mano, siempre y cuando lo mantengamos en secreto", garabatea el Rey del Rock en una hoja con membrete de American Airlines.
Más ofrecimientos en manos del cartero: en 1483, años antes de consagrarse como faro del Renacimiento italiano, Leonardo da Vinci listó sus principales virtudes para conseguir fichar por la corte de Ludovica Sforza. En su carta, pulcramente reescrita por un amanuense profesional, el genio italiano minimiza sus habilidades artísticas para enfatizar su condición de ingeniero militar. “Puedo construir cañones, morteros y piezas de artillería de diseño muy hermoso y funcional, bastante fuera de lo común”, ilustra para dar cuenta de sus dotes como inventor.

Supuesta carta de Jack el Destripador alardeando de sus crímenes / EPC
Usher, que ha convertido su proyecto epistolar en una suerte de franquicia con página web, espectáculos en vivo y libros temáticos de bolsillo sobre correspondencia amorosa, sexual, bélica o artística, incluye también aquí la carta-ensayo que James Baldwin le escribió a su sobrino para reflexionar sobre la lucha por la igualdad racial; el texto que Kurt Vonnegut envió a su familia desde el frente alemán y que acabaría siendo el germen de ‘Matadero cinco’; la réplica de un esclavo liberado a su antiguo amo; o una carta de rechazo de Nick Cave en la que pedía, más bien suplicaba, a la MTV que retirarse su nominación a mejor artista masculino. “Mi relación con mi musa es delicada en el mejor de los casos y tengo la sensación de que debo protegerla de las influencias que puedan herir su naturaleza frágil”, argumenta el músico australiano.

La receta de 'scones' que la reina Isabel II le envió a Eisenhower en 1960 / EPC
Otra carta para enmarcar es la que Ray Bradbury le envió en 1974 al escritor inglés Brian Sibley, quien meses antes le había manifestado su miedo a los robots en otra misiva. "No me dan miedo los robots. Me da miedo la gente, la gente, la gente (...) -objeta el autor de 'Crónicas marcianas´-. Tengo miedo de los Católicos matando a los Protestantes y viceversa; de los blancos matando a los negros y viceversa; de los ingleses matando irlandeses y viceversa; de los jóvenes matando a los viejos y viceversa, de los comunistas matando a los capitalistas y viceversa. Pero… ¿los robots? ¡Dios mío, los adoro! Los usaré humanamente para enseñar todo lo de arriba. Mi voz saldrá de ellos y será una voz maravillosa”.

'Nuevas cartas memorables'
Shaun Usher
Salamandra
336 páginas
32 euros
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