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Manuel Alejandro: "La mayoría de los músicos de hoy no saben de música"

A sus 92 años, (93 para él), el compositor publica sus memorias, prepara un recital y escribe la próxima canción de Pablo Alborán

/esManuel Alejandro, antorcha viva de la mejor canción sentimental

9 canciones de Manuel Alejandro: recónditas perlas del compositor

Entrevista a Manuel Alejandro

José Luis Roca

Juan Fernández

Juan Fernández

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Contra el hábito de quitarse uno años de encima, Manuel Alejandro avisa: “En febrero cumplí 92, pero esos ya me los he bebido. Cuando me preguntan, digo que vivo en mi año 93”. Voz ronca, cabeza lúcida y discurso firme, el autor de varias de las canciones más populares de habla hispana –‘Soy rebelde’ de Janette, ‘Yo soy aquel’ de Raphael, ‘Como yo te amo’ de Rocío Jurado, ‘Que no se rompa la noche’ de Julio Iglesias…- acaba de publicar un libro de memorias –‘Vibraciones y elucubraciones de un escribidor de canciones’ (Ediciones B)-, está preparando el recital que dará en el Teatro Albéniz de Madrid el 4 de junio y ya anda maquinando la nueva canción que le ha apalabrado a Pablo Alborán.

 ¿Conoce el secreto de la eterna juventud?

Hay algo en la edad de lo que uno no se da cuenta hasta que llega a estas alturas: no me siento diferente a cuando tenía 30 años, ni 40, ni 50. Tengo las mismas ganas de hablar con usted, de tomarme una copa, de viajar a París… Sé que otros a mi edad están cabizbajos, pero yo no he perdido un ápice de actitud. Sí de movilidad, pero no de actitud. Quizá la clave sea esa. También conservo las ganas de componer. Hay tantas cosas que contar y arropar con una melodía y una armonía…

 ¿Esa es la aspiración?

Cuando uno se pone a escribir una canción, la aspiración es que guste y conforte, que esa situación que narra, esa melodía, ese ritmo y esa armonía conmuevan a quien la escucha. Buscas compartir esa emoción, esa alegría, esa lágrima. Nada más, y nada menos. En realidad, yo no hago canciones, yo hago escenas de comedias, son secuencias que podrían rodarse como si fueran una película. Me salen así.

El amor fue siempre su materia prima, nunca le dio por la canción protesta.

Bueno, yo tengo una canción protesta muy famosa, solo que lleva un mensaje amoroso: ‘Soy rebelde’. Cuando la escribí acababa de ocurrir la revuelta de París de 1968 y los trágicos sucesos de Ciudad de México. La canción dice que soy rebelde porque el mundo me ha hecho así, pero quiero olvidarme del rencor y volver a amar. ¡Cómo no cantar al amor, si a este mundo solo hemos venido a amarnos, nada más! Lo que pasa es que luego hace frío, o hace calor, y hay que abrigarse o hay que desnudarse... y empieza el lío.

Manuel Alejandro, compositor, en su casa.

Manuel Alejandro, compositor, en su casa. / José Luis Roca

¿Cómo lleva ser el autor de tantas canciones celebérrimas y que la fama se la hayan llevado los cantantes, no usted?

Yo nunca he estado en el ajo del artista. Yo he estado trabajando en mi casa, haciendo mis canciones. Punto. Siempre me quité de en medio de todo eso, cada vez que tenía que ir a la tele iba a la fuerza, me costaba Dios y ayuda. Esa distancia me ha permitido sentirme uno más del público. Cuando oigo mis canciones, las oigo como si no fueran mías, me sigo sintiendo parte del público, de la gente. Y creo que eso es bueno.

En su libro confiesa que sus canciones las compuso siempre pensando en quien las cantaría. ¿Cómo fue su relación con esos artistas?

Lo suficientemente cercana como para conocerlos bien, pero con la distancia necesaria para no perderles el respeto. De cada cantante he conocido hasta aquí, nada más. No he sido nunca de salir ni entrar con ellos. Con algunos he convivido temporadas para producir las canciones, he cenado con ellos, he tomado copas con ellos, pero a la hora de la verdad cada uno se retiraba a su lugar, a imaginar cosas que a lo mejor no eran así.

La distancia que he mantenido con los artistas me ha permitido sentirme uno más del público. Cuando oigo mis canciones, las oigo como si no fueran mías, me sigo sintiendo parte del público, de la gente

¿Hay que ser buen psicólogo para componer para alguien?

Cuando escribo para un cantante o una cantante, yo no pienso en lo que yo pienso de él o de ella, pienso en lo que creo que el público piensa, en cómo se le ve, en la imagen que da. Todas las personas emanamos algo diferente, los artistas también.

¿Lo que emanan figuras como Rapahel, Rocío Jurado o Julio Iglesias dista mucho de lo que descubrió tratándolos de cerca?

Raphael era y es una persona muy reservada, muchísimo. No ha sido nunca amigo de una copa, es de una austeridad tremenda. Escribí para él ‘Qué sabe nadie’ porque nadie sabe de verdad las reservas de Raphael, lo que pulula por su mente y su corazón. Yo me lo figuro, pero no lo certifico. Rocío era una señora estupenda, guapa, decidida, abierta, avasalladora. Y a la vez era una persona sensible, muy buena gente, totalmente miedosa... Por eso le escribí canciones que hablaban de su humanidad y su sencillez, aunque quizá la gente no se diera cuenta. Julio te hace decir la palabra más estilizada que puedas. Su educación, su clase, su sensibilidad, su buen hacer, su estilo… Te hace que escribas canciones muy sutiles. Sin embargo, le escribí aquello de: “Mañana por la mañana, si no se rompe la noche, haremos locuras nuevas con el amor que nos sobra”. O sea, será una bestia. Y luego, a lo mejor, en realidad, nada de nada.

Manuel Alejandro, compositor, en su casa.

Manuel Alejandro, compositor, en su casa. / José Luis Roca

En sus memorias también explica lo mucho que le costó triunfar con sus canciones en pleno apogeo de la música anglosajona.

Yo tengo 10 años más que el más veterano de mis cantantes porque me costó una década que mis canciones funcionaran. Empecé a los 20 años, como ellos, pero tenía 31 cuando Raphael arrasó con ‘Yo soy aquel’, mi primer gran éxito. El motivo es que en esos años en España solo se hacían imitaciones de Pink Floyd. Todos los comentaristas estaban enamorados de los Beatles y de la madre que los parió, pero no querían saber nada de la canción popular española de toda la vida, que era la copla, y que desterraron. Les daba vergüenza sacar a una folclorista con un abanico y un clavel en la cabeza. Hasta Rocío Jurado tuvo que dejar su clavel por irse a romper corazones por ahí.

Ahora, en cambio, en el mundo triunfa la canción latina. ¿Qué le parece?

Me parece estupendo, ellos sí han sabido levantar la cabeza, a pesar de tener encima a la gringada, y han conseguido exportar la bachata, el merengue, la salsa... y también el rap y el reguetón, que es su folclore de ahora. Nosotros pudimos haber exportado el nuestro, que era la copla, y no lo hicimos. Por suerte, vienen buenos tiempos para la canción en español.

El reguetón suele tener mala fama. ¿Qué opinión le merece?

Bueno, es algo folclórico. Viene del folclorismo latino con aditamentos y ritmos de la música sajona. Me parece una forma de distracción. El día de mañana, supongo que muchos enamorados recordarán que su primer beso se lo dieron oyendo reguetón. No me parece mal.

Nosotros pudimos haber exportado lo nuestro, que era la copla, y no lo hicimos. Por suerte, vienen buenos tiempos para la canción en español.

¿Escucha música actual?

Procuro escuchar lo menos posible. Yo estoy siempre en contacto con Bach y Brahms. Últimamente oigo sobre todo a Béla Bartók y Prokófiev. Después de Prokófiev se empieza a desvirtuar la composición. Con la música, como con la literatura, no te puedes salir mucho del tarro porque entonces no te entiende nadie, y a veces pienso que los compositores no se dan cuenta de esto. Hay que volver al Do-Mi-Fa-Sol, que nos costó muchos siglos en encontrarlo.

Veo que el músico clásico que había en usted sigue ahí.

Por supuesto que sí. Cuando voy a hacer una canción, siempre escucho antes el primer tiempo del concierto número 2 de Prokófiev, que es una diablura total, para luego olvidarlo y dejarme caer en un La menor. De ahí salen siempre melodías preciosas. La mayoría de los músicos de hoy no saben de música, y se les nota. No han entrado en la marea inabarcable del Barroco, que es donde puedes ver la construcción de la música, cómo se ponen los pilares, cómo se coloca el primer ladrillo, y el segundo, y el cuarto…

¿Cambiaría todo el éxito que ha conseguido haciendo canciones por haber sido un director de orquesta o un compositor clásico?

Habría disfrutado muchísimo, y habría triunfado mucho antes que Barenboim. Con 12 años, mi padre me ponía a dirigir la orquesta y la banda municipal de Jerez, que él instituyó. Él me enseñó qué es un tres por cuatro. Me gustaba mucho, pero a los 16 años me fracturé este brazo y tuve que coger otro camino.

Manuel Alejandro, compositor, en su casa.

Manuel Alejandro, compositor, en su casa. / José Luis Roca

No le ha ido mal. ¿Habría alcanzado ese mismo éxito hoy, en la era de Spotify?

Lo habría tenido mucho más difícil. Antes, los autores cobrábamos de los discos que se vendían. Hoy se lo llevan todo las plataformas digitales. A este paso, la gente no va a poder dedicarse a escribir canciones. Los autores se ven obligados a hacerse cantantes para vivir de las actuaciones, que es lo único que da dinero. Yo espero que esto cambie. El desparpajo y la alegría dura lo que dura, pero lo normal es vivir en do mayor, no en do sostenido mayor. Lo normal es que todo vuelva a su cauce.

¿La música la acabará creando la inteligencia artificial?

No lo creo. Con la tecnología llegaremos un día a un tope en que aprovechemos todo lo aprovechable, pero veremos que hay cosas para las que no nos sirve, ni nos servirá. El sentimiento, eso que les pasa por dentro a dos personas enamoradas cuando se miran a los ojos, eso seguiremos buscándolo y no nos lo dará la tecnología. Ahí todo es nuevo y siempre está hirviendo. Yo tengo una canción titulada ‘Me enamoré como nunca’. La cantaba Raphael y dice así: “Yo que ya creí no enamorarme nunca más, he vuelto hoy a enamorarme como nunca”. La ilusión y el deseo siempre vuelven, y eso no lo entiende la inteligencia artificial, ni sabe cantarlo.

¿Qué le anima a seguir componiendo a estas alturas de su vida?

Parece mentira que uno tenga ganas de hacer canciones cuando internet dice que cada día se hacen 600.000 canciones nuevas. Y sin embargo, uno tiene el deseo de decir algo. Te mueve la sensibilidad, eso que habita en ti, que te hace vivir. Yo lo llamo esencia. Es eso que hace que usted y yo estemos hablando aquí y ahora, lo que nos hace no ser una piedra o un taco de madera.

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