A los 87 años

Muere Joan de Sagarra, el gran cronista de la vida cultural barcelonesa que dio nombre a la 'gauche divine' y la 'cultureta'

Columnista y crítico cultural, dejó su impronta en cabeceras como '‘Tele/eXpres’, 'El País' y 'La Vanguardia'

Hijo del reconocido poeta y dramaturgo catalán Josep Maria de Sagarra, Joan de Sagarra publicó en las principales cabeceras del país.

Hijo del reconocido poeta y dramaturgo catalán Josep Maria de Sagarra, Joan de Sagarra publicó en las principales cabeceras del país. / EPC

David Morán

David Morán

Barcelona
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Escritor, columnista y crítico cultural, además de polemista feroz y barcelonés de orgullosas raíces francesas, Joan de Sagarra i Devesa (París, 1938), maestro de periodistas y, por encima de todo, afilado cronista del tardofranquismo y la segunda mitad del siglo XX, ha fallecido esta madrugada a los 87 años. 

Su mayor logro, además de conseguir escapar de la alargadísima sombra paterna, el omnipresente y omnipotente Josep Maria de Sagarra, fue renovar con gran solvencia la crítica cultural y aplicar a la crónica cultural un colmillo y una erudición prácticamente sin parangón. Malabarista del lenguaje y etiquetador premium, a Sagarra debemos el bautismo de ‘gauche divine’, afrancesada definición de los artistas e intelectuales barceloneses que hicieron de la sala Bocaccio su centro de operaciones, pero también otros términos más hirientes y retorcidos como ‘cultureta’ o ‘patufetismo-leninismo’ para referirses a las injerencias nacionalistas y progresistas en asuntos creativos y culturales.

Nacido en París, estudió Derecho en Barcelona y artes escénicas en La Sorbona, pero su carrera se desarrolló siempre cerca de las redacciones y los periódicos. También probó fortuna, sin demasiado éxito y por motivos estrictamente pecuniarios, en el mundo de la publicidad, pero su leyenda empezó a gestarse en cabecera como ‘El Noticiero Universal’, ‘El Correo Catalán’ y, sobre todo,  ‘Tele/eXpres’. Sus columnas, exigentes y afiladas, causaban sensación e incomodidad: sonados fueron, por ejemplo, sus enfrentamientos con Flotats, Pujol o Boadella. 

Periodismo mezclado y agitado

En 1998, cuando recibió el premio Ciudad de Barcelona de periodismo, se destacó la importancia de sus "apasionadas crónicas de la vida cultural barcelonesa". Su secreto, según él mismo explicó en una entrevista, estaba en la mezcla. El whisky, siempre Jameson, le gustaba solo, pero el periodismo tenía que estar mezclado y agitado: “Mitad crónica, mitad diario, una especie de cóctel en el que se van metiendo una cita de algo que has leído, una canción que has recordado, algo que sabes porque sabes muchas cosas de Barcelona, de la cultura, de un espectáculo, de una película…”.

"Sus crónicas periodísticas con un estilo personalísimo en los principales diarios del país, sus libros, su visión afilada e irónica de la vida, su sabiduría y su amplio bagaje cultural forman un corpus creativo único para conocer la Cataluña contemporánea", recordaba este viernes, tras conocer la noticia de su muerte, el presidente de la Generalitat, Salvador Illa. Y, en efecto, Sagarra dejó huella en las principales cabeceras, primero 'El País' y más tarde en 'La Vanguardia', donde el 25 de abril publicó su último artículo, dedicado al escritor Michel del Castillo.

Rumbero de barra fija y firma habitual de publicaciones especializadas como 'Fotogramas', 'Canigó', 'La Guía del Ocio' o 'El Papus', recogió crónicas y columnas en los libros 'Las rumbas de Joan de Sagarra' (1971) y 'La horma de mi sombrero' (1997).

De ánimo implacable y presencia imponente,  siempre se presentó como francés ("en un momento determinado de la Transición yo podría, si este país hubiese ido de otra manera, haberme convertido en español. Pero no ocurrió y sigo siendo francés", dijo) y reivindicó a sus amigos como su verdadera patria. Una de sus últimas apariciones públicas, de hecho, fue durante el funeral de Juan Marsé, en julio de 2020. "Para mí la amistad es esencial", decía. " Si encontrara un tío de Alcalá de Henares un poco loco y al que le gustara Quevedo, me encantaría", aseguraba.

A pesar de escribir siempre a la contra, no le faltaron reconocimientos como el citado premio Ciutat de Barcelona, el título de oficial de la Orden de las Artes y las Letras (2006) y el Premio Nacional de Periodismo (2008).