'Tierras perdidas': Una película muy ridícula, pero no lo suficiente

Como su gran obra, la saga ‘Resident Evil’, la nueva película de Paul W.S. Anderson transcurre en un escenario posapocalíptico por el que la actriz Milla Jovovich, su esposa y musa, se abre paso en la piel de una guerrera con poderes extaordinarios. Igual que casi todas las creaciones del director, asimismo, ‘Tierras perdidas’ es un sinsentido absoluto. Basada en una historia de George R.R. Martin, acompaña a una bruja, Jovovich, que se alía con un cowboy, Dave Bautista, para encontrar a un hombre lobo; mientras atraviesan el tipo de tierra baldía decorada con calaveras y cruces que bien podría ocupar la portada de un disco de ‘heavy metal’, la pareja no solo lucha contra criaturas demoniacas y fanáticos religiosos ataviados con ropa medieval y gafas de aviador sino que también se entregan al flirteo -todo eso a cámara lenta-, y entretanto pronuncian con solemnidad diálogos inverosímiles. Entre Jovovich y Bautista no se detecta ni un ápice de química. 

La gran virtud del cine de Anderson es que se sabe ridículo, y se regodea en esa ridiculez convirtiéndola en una oportunidad para la estilización visual más kitsch. Aquí, sin embargo, los intentos de la película de tomarse a sí misma a guasa son saboteados por la pesadez dramática consustancial al relato. Además, las secuencias de acción -normalmente uno de los puntos fuertes de las ficciones del director- en su mayoría resultan anodinas y repetitivas, y los efectos visuales son una maraña de píxeles. En general, al verla es inevitable echar de menos películas muy superiores a las que se parece, como ‘Hasta que llegó su hora’, ‘Blade Runner’, ‘Mad Max: Furia en la carretera’ y algunas de las que el propio Anderson dirigió en el pasado.