Crítica de clásica

Jordi Savall rescata al olvidado Schumann lírico

El maestro catalán despidió el ciclo 'El so original' con un poco programado oratorio del compositor alemán que permitió apreciar una faceta desconocida de uno de los reyes del Romanticismo

Jordi Savall, en el Auditori

Jordi Savall, en el Auditori / May Zircus

Pablo Meléndez-Haddad

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Barcelona
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El maestro Jordi Savall despidió anoche su ciclo ‘El so original’ en el Auditori barcelonés con una nueva mirada al Romanticismo, un territorio que lleva tiempo explorando con criterios filológicos y, lo más importante, sondeando repertorios poco explotados. Esta vez fue el turno de Robert Schumann y su ambicioso oratorio profano ‘Das Paradies und die Peri’ (‘El paraíso y la Peri, Op. 50’), datado en 1843, en la misma época en la que, en al ámbito lírico, Verdi se había consolidado con ‘Nabucco’ y Wagner buscaba la consagración con ‘El Holandés errante’.

Reconocido hoy como un genio del piano, de la sinfonía, de la música de cámara y del ‘Lied’, antes de perder la razón Schumann también se aventuró con obras para voz y orquesta, incluyendo su ‘Requiem’ (1852) o su hoy reivindicada y única ópera ‘Genoveva’ (1848). Por lo mismo, su poco programado ‘Das Paradies und die Peri’ ofrece perspectivas únicas de un maestro de la melodía y de un orquestador lírico sorprendente. En este aspecto ayudó, y mucho, la sonoridad de la orquesta Le Concert des Nations que, con instrumentos de época y ampliada hasta sobrepasar el medio centenar de profesores, ayudó a asimilar una tímbrica fiel a la que el compositor ideara.

El trabajo de la Capella Nacional de Catalunya, conjunto creado en 2021 al alero de la Capella Reial de Catalunya que prepara el maestro y tenor Lluís Vilamajó, ofreció una prestación impecable, bien matizada, con sus casi 40 voces bien empastadas y privilegiando un fraseo cargado de sentido dramático, algo fundamental en esta ópera sin escena que no mira a textos bíblicos, sino a la historia de una peri, un hada persa, en este caso, un ángel caído que intenta redimirse y volver al paraíso tras superar tres pruebas en una concatenación de recitativos, ‘ariosos’, coros y números de conjunto que recuerdan al Mozart más maduro y al Beethoven de los comienzos.

Savall llevó todo con su habitual maestría, aunque esta vez faltó equilibrar a las masas con el trabajo de los solistas vocales. En este apartado el maestro contó con las eficaces sopranos Lina Johnson y Johanna Rosa Falkinger, con la irregular mezzosoprano Marianne Beate Kielland, el solvente tenor Kieran Carrel junto al también tenor Ferran Mitjans, el fantástico barítono Manuel Walser y al sonoro bajo Nicolas Brooymans.

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